Hace seis años, un quince de marzo, Luis Mariano fue a hacer residencia en el corazón de las florecitas silvestres. Hoy su canto cumple 102 años y desde esta cátedra que lo designó Maestro Floricultor celebramos y festejamos el manantial de poesía que fue su vida y el racimo de palabras que se hicieron canción en las sonoras cuerdas de un cuatro que no se apagará jamás. marzo/2006.
ETERNO TRANSEÚNTE DE LA FLOR
Eran las seis de la mañana de este viernes 15 de marzo, cuando Luis Mariano tomó el vuelo de las guacaritas que llevan a los territorios de los cundeamores y las florecitas de monte. Allí decidió irse este titiritero del amor y la belleza, la libertad y la justicia, la alegría y la creación. Y fue sencilla su partida. Porque su equipaje estaba hecho a la medida de los hombres que viven para siempre y están dispuestos al cada día y a las circunstancias que señale la vida. Un arsenal librado de enseres y cargado de sueños e ilusiones. Todos los infinitos se juntaron para conformar el nuevo espacio en el que Luis Mariano levanta la posada del eterno transeúnte llamado a hacer en las naves del viento el más colosal reparto de las más vibrantes cariñerías.
Sabemos por esta razón que Luis Mariano se fue a conciencia. Tenía Todo dispuesto y planificado para una silenciosa partida que sirviera, sin embargo, para que todos supiéramos que había llegado la hora de andar por los caminos de los otros tiempos. Esos que sirven para poner a prueba la existencia o no de una verdadera vida. Luis Mariano tenía seguridad y confianza en sus pasos. Por ello sabía que tenía que andar con su canción en el momento en el cual se erige el nuevo y potente domicilio. Por ello, en la madrugada de hoy hizo llamar a César y Augusto, Alejandro, Flor y La Negra y les pidió tomaran cuatro y guitarra, voz y firmeza para entonar el más alto himno a la vida.
DIMENSION DE CANTO
En todo momento tuvo presente el señalamiento de Pío Tamayo: “Aún en el instante supremo de la muerte / yo quisiera sonreír / viendo entrar el sol de primavera / por las grandes ventanas de mi alcoba / oyendo a los pájaros gorjear / y al viento contar maravillas de / sus últimos viajes” Sí, Luis Mariano está sonriente y feliz porque andaba en la dimensión de la canción y en ella se transportaría. Fue entonces ver como se agolpaban cada uno de los temas que habían nacido a lo largo de los días de una vida que no se dejaba dañar por los creadores de tropiezos. De esta manera se echa a andar la cancionadera con sabor a fragancia, amor y tierra. Un poema tras otro. Unos que harían existencia musical y otros que serán recitados por la sensibilidad del poeta de escenario a escenario.
MÁGICO TEJEDOR DE BELLEZA
Primero llegó un Canchunchú Dichoso que marcó la diferencia entre el artista creador de las huellas orales y las escritas que se transforman en documentación musical. Todo había comenzado con las ganas de parrandear y la preparación de un gran conjunto de aguinaldos. Y en esta empresa nació el Canchunchú Florido que comenzó a andar por todo los lados hasta llegar al punto tan increíble como cierto de convertirse en la canción que lleva dentro de sí todo oriental y buena parte de los venezolanos de entonces y ahora.
Será por siempre inolvidable la experiencia que iniciáramos en 1991, cuando dejamos registro de un total de 45 canciones que en lo fundamental se refieren a su condición de mágico observador de la naturaleza: Lucerito, La Cerecita, La Guacara, Mi Ranchito Campesino, Florecita sin Nombre. El Tucán, El Mango, El Casabe, La Taparirta, La Cocoroba, La Chiva, El Pilón, La Achicapoza, El Sancocho, El Cundeamor. De tejedor de la belleza que anida en la vida de los hombres y mujeres de su tierra: La Negra Petra, La Viejita Ramona, La Carbonera, Mi Comai Juana María, La Negra Ciríaca, La Negra JaJa. O de recolector maravillado del paisaje de su tierra: Macarapana, Maturín, Cariaco, La Esmeralda, Santamaria de Cariaco, Río Caribe, Margarita, Guiria.
CANTOR DE COSAS SENCILLAS CON SABOR ETERNO
Por todas estas canciones pasó Luis Mariano. Su misión era poner en la voz y el sentir de la gente esta obra que nace del corazón de los pajaritos que acarician la flor con su piquito en movimiento agigantado: “A mi me gusta cantar / canciones para mi pueblo / canciones que tengan gracia / y alegría por dentro / canciones que digan algo / que arranquen del sentimiento / canciones tontas no gusto / para cantarle a mi pueblo / en mi cantar sólo busco / en mi cantar sólo quiero / cantar las cosas sencillas / que tengan sabor eterno”[i]
Y al lado de este discurso musical, el poético que alguna vez podrá escribir su música. En celaje pasaban por la mente del Luis Mariano estas canciones, aquellos momentos de la permanente alegría. Sus amores, las parrandas y sobre todo la preocupación por su propia gente, el campesino, el esguañangado de siempre que ha visto pasar por su frente todo tipo de ofrecimiento y que a la larga permanece condenado a todas las miserias y en espera del próximo ofrecimiento de otorgarle las reivindicaciones a quienes sólo parecen haber nacido para el padecimiento. Por ello la obra de Luis Mariano no es sobre su gente, es la propia gente quien se expresa. “Hago versos para mi pueblo / a mi pueblo le gusta / el sabor de mis versos / habrá algunos que digan / que no tienen sentido / que son necios / esto no importa / lo importante / es que a mi pueblo le gusten.”... [ii]
CREADOR MAYOR
La nota de la sensibilidad social es la misma nota musical. No hay aquí intención de jugar o afirmar lo que se conoce como compromiso intelectual ni una obra para que sirva a.... La obra que nace espontáneamente de la gente llamada del común, sin nombre, como las florecitas de monte, llena de aroma, de vida y alta condición de humanidad, es la que, de verdad, conforma el hacer artístico-creador del pueblo que los hacedores tradicionales de menjurjes en el campo del saber-conocimiento llaman cultura popular, para diferenciarla de la auténtica, es decir, de la que producen los élites del conocimiento y dueños de la posibilidad de hacer y expresarse en forma y términos artísticos.
En realidad, Luis Mariano, estuvo toda su vida bien alejado de estas consideraciones teóricas. Nunca surgió como intelectual en el sentido en que se conoce esta “especie” en nuestro medio. No se le vio tomar posición de gente aparte porque tiene el don de la creación, la composición, porque es autor que disfruta de la fama. El máximo valor de Luis Mariano reside en su capacidad para ser uno más de su pueblo-gente-pobres y hacerse simplemente una voz de todos y para todos. La intención no es llevarle un mensaje a ese colectivo sino recoger el suyo y esparcirlo por toda la sociedad.
VIEJO SOÑADOR
Por esto el caso de LM es tan singular. “Era un viejo / que amaba las flores / los pájaros los nidos / que hacía versos sencillos / y canciones ingenuas / que penetraban / por su pureza el sentimiento / vivía en un rancho / de tejas y palmas / rodeado de árboles / donde a su sombra / vivían pajaritos ranitas / mariposas / seguros de que nadie los dañaba / porque él los protegía / con amor y con afecto / era un viejo soñador”[iii] No tiene nada que ver con el común de las acciones promovidas y emprendidas por la intelectualidad. LMR es uno de los tantos creadores con que cuenta esta Venezuela maltrecha, saqueada, golpeada y limitada en sus perspectivas. No se trata entonces de verlo como algo aparte, singular o especial. Es un creador del pueblo que decide alzar su voz para hacer de muchos lo que nunca consideró suyo.
GIGANTE DEL SUEÑO
Toda esta revisión se hermana con el acto simple y tan profundamente amoroso que acometió con fuerza y brío, este gigante del sueño de todos los colores y tamaños de infinitos. A su lado se situaron los integrantes de su último conjunto, pero al comenzar a tocar se le fueron juntando muchos otros cuatristas, guitarristas, tamboreros, maraqueros y cantaurías. El desfile de las canciones no se detuvo en ningún momento. El director de la gran banda se agitaba con fuerza, valor, perspectiva y decisión. Quería música para tenerla, llevársela y repartirla entre los habitantes del gran teatro del viento que se hace aposento del pueblo musical. Fue asombroso el brío de su voz, la señal de sus brazos, la insistencia de sus peticiones para que se respetara las tonalidades de este gran concierto de su despedida dirigido por el propio poeta de Canchunchú Florido.
POETA CAMPESINO
Y ante esta despedida tan festiva, vibrante y creadora, uno de los miembros de la gran banda preguntó sobre el qué hacer con la voluntad que Luis Mariano expresó hace varios años: “Cuando yo muera / quiero que se cumpla éste mi ruego / que mi urna sea sencilla / que sea de cedro / hecha a la usanza antigua / para que mejor carguen mi cuerpo / que mi cadáver repose / antes de partir al cementerio / bajo del techo de mi rancho humilde / donde tantas canciones hice al pueblo /... / y no olviden de poner mi cuatro / con preferencia sobre mi féretro / no puede dejar de ir conmigo / quien fue en mi vida amigo y compañero / oh cuatro de sonoro acento / sencillo instrumento de mi pueblo / que mientras más sencillo eres más puro / y mientras más puro eres más bueno / a ti te debo mucho lo que fui / a ti te debo mucho lo que dejo / ¿y qué puedo pedir para mi tumba? Una lápida que diga así estos versos / aquí yace Mariano poeta campesino / cantó a las flores cantó a los pájaros / cantó a la tierra y cantó a su pueblo” [iv]
NO HAY ENCIERRO PARA QUIEN VIVE ENHEBRADO
A LA VIDA INFINITA
La verdad, Luis Mariano, es que no hay cadáver que vaya a reposar en una urna de cedro porque el pueblo de tu canción te pide mantener en alto el cuatro y la voz de lucha y poesía. La decisión está tomada por ti mismo: no es posible abandonar al pueblo ni a tu cuatro ni a tu conjunto. Menos a La Negra enhebrada para siempre a tu vida infinita. Entonces te está impedido formar tumba con lápida para encerrarte. El poeta campesino que eres no yacerá porque no hay muerte que pueda estar por encima de la licencia poética que manda al poeta a seguir cantando a las flores, a los pájaros, a la tierra, al pueblo, al hombre y la historia que tendrá que aparecer, ser y crecer.
CENTINELA DE FLORES
Sabemos, sin embargo, Luis Mariano, que falta aún mucho por andar para que tu lección de humanidad, tu visión del mundo, tu código de amor, se sirva en la mesa como el manjar de cada día. Aún está prendido en la enredadera de tu corazón, aguardando el tiempo de hacerse concierto colectivo y anónimo. Como siempre te dijimos, Luis Mariano, no basta tomar tu canto y hacerlo resonar en los escenarios. Para serle fiel a tu militancia de creador, a tu compromiso de hombre libertario, a la dimensión de tu acto creador, es necesario aprender a vivir tu vida de centinela de las flores, de enamorado de los rostros más tristes, de ilusionado aventurero de los caminos. Hace falta desprendernos de todo lo accesorio para ingresar en el territorio de lo esencial, donde tejen los sapitos sus melodías de agua, donde las achicapozas bordan los pozos con sus alitas primorosas, donde el juguito de amor hace alianza con el acidito de tu tierra, para escribir la canción de la humanidad que algún día entonarán los hombres.
LIRIO, ESPUMA, FRAGANCIA Y AMOR
Por eso, Luis Mariano, sabemos que nunca habremos de escribir despedidas. Tras los cristales de los ojos, con los que te adentraste en el dolor y la injusticia, para destilar amores, sabemos que estarás por siempre prendido en los hilos invisibles de la vida, hecho lirio, hecho espuma, hecho fragancia, hecho purito amor. Luis Mariano, porque te necesitamos, te tendremos y rescataremos cuantas veces sea necesario para seguir aplaudiendo tu vida de siempre y todavía.
Agustín Blanco Muñoz
ETERNO TRANSEÚNTE DE LA FLOR
Eran las seis de la mañana de este viernes 15 de marzo, cuando Luis Mariano tomó el vuelo de las guacaritas que llevan a los territorios de los cundeamores y las florecitas de monte. Allí decidió irse este titiritero del amor y la belleza, la libertad y la justicia, la alegría y la creación. Y fue sencilla su partida. Porque su equipaje estaba hecho a la medida de los hombres que viven para siempre y están dispuestos al cada día y a las circunstancias que señale la vida. Un arsenal librado de enseres y cargado de sueños e ilusiones. Todos los infinitos se juntaron para conformar el nuevo espacio en el que Luis Mariano levanta la posada del eterno transeúnte llamado a hacer en las naves del viento el más colosal reparto de las más vibrantes cariñerías.
Sabemos por esta razón que Luis Mariano se fue a conciencia. Tenía Todo dispuesto y planificado para una silenciosa partida que sirviera, sin embargo, para que todos supiéramos que había llegado la hora de andar por los caminos de los otros tiempos. Esos que sirven para poner a prueba la existencia o no de una verdadera vida. Luis Mariano tenía seguridad y confianza en sus pasos. Por ello sabía que tenía que andar con su canción en el momento en el cual se erige el nuevo y potente domicilio. Por ello, en la madrugada de hoy hizo llamar a César y Augusto, Alejandro, Flor y La Negra y les pidió tomaran cuatro y guitarra, voz y firmeza para entonar el más alto himno a la vida.
DIMENSION DE CANTO
En todo momento tuvo presente el señalamiento de Pío Tamayo: “Aún en el instante supremo de la muerte / yo quisiera sonreír / viendo entrar el sol de primavera / por las grandes ventanas de mi alcoba / oyendo a los pájaros gorjear / y al viento contar maravillas de / sus últimos viajes” Sí, Luis Mariano está sonriente y feliz porque andaba en la dimensión de la canción y en ella se transportaría. Fue entonces ver como se agolpaban cada uno de los temas que habían nacido a lo largo de los días de una vida que no se dejaba dañar por los creadores de tropiezos. De esta manera se echa a andar la cancionadera con sabor a fragancia, amor y tierra. Un poema tras otro. Unos que harían existencia musical y otros que serán recitados por la sensibilidad del poeta de escenario a escenario.
MÁGICO TEJEDOR DE BELLEZA
Primero llegó un Canchunchú Dichoso que marcó la diferencia entre el artista creador de las huellas orales y las escritas que se transforman en documentación musical. Todo había comenzado con las ganas de parrandear y la preparación de un gran conjunto de aguinaldos. Y en esta empresa nació el Canchunchú Florido que comenzó a andar por todo los lados hasta llegar al punto tan increíble como cierto de convertirse en la canción que lleva dentro de sí todo oriental y buena parte de los venezolanos de entonces y ahora.
Será por siempre inolvidable la experiencia que iniciáramos en 1991, cuando dejamos registro de un total de 45 canciones que en lo fundamental se refieren a su condición de mágico observador de la naturaleza: Lucerito, La Cerecita, La Guacara, Mi Ranchito Campesino, Florecita sin Nombre. El Tucán, El Mango, El Casabe, La Taparirta, La Cocoroba, La Chiva, El Pilón, La Achicapoza, El Sancocho, El Cundeamor. De tejedor de la belleza que anida en la vida de los hombres y mujeres de su tierra: La Negra Petra, La Viejita Ramona, La Carbonera, Mi Comai Juana María, La Negra Ciríaca, La Negra JaJa. O de recolector maravillado del paisaje de su tierra: Macarapana, Maturín, Cariaco, La Esmeralda, Santamaria de Cariaco, Río Caribe, Margarita, Guiria.
CANTOR DE COSAS SENCILLAS CON SABOR ETERNO
Por todas estas canciones pasó Luis Mariano. Su misión era poner en la voz y el sentir de la gente esta obra que nace del corazón de los pajaritos que acarician la flor con su piquito en movimiento agigantado: “A mi me gusta cantar / canciones para mi pueblo / canciones que tengan gracia / y alegría por dentro / canciones que digan algo / que arranquen del sentimiento / canciones tontas no gusto / para cantarle a mi pueblo / en mi cantar sólo busco / en mi cantar sólo quiero / cantar las cosas sencillas / que tengan sabor eterno”[i]
Y al lado de este discurso musical, el poético que alguna vez podrá escribir su música. En celaje pasaban por la mente del Luis Mariano estas canciones, aquellos momentos de la permanente alegría. Sus amores, las parrandas y sobre todo la preocupación por su propia gente, el campesino, el esguañangado de siempre que ha visto pasar por su frente todo tipo de ofrecimiento y que a la larga permanece condenado a todas las miserias y en espera del próximo ofrecimiento de otorgarle las reivindicaciones a quienes sólo parecen haber nacido para el padecimiento. Por ello la obra de Luis Mariano no es sobre su gente, es la propia gente quien se expresa. “Hago versos para mi pueblo / a mi pueblo le gusta / el sabor de mis versos / habrá algunos que digan / que no tienen sentido / que son necios / esto no importa / lo importante / es que a mi pueblo le gusten.”... [ii]
CREADOR MAYOR
La nota de la sensibilidad social es la misma nota musical. No hay aquí intención de jugar o afirmar lo que se conoce como compromiso intelectual ni una obra para que sirva a.... La obra que nace espontáneamente de la gente llamada del común, sin nombre, como las florecitas de monte, llena de aroma, de vida y alta condición de humanidad, es la que, de verdad, conforma el hacer artístico-creador del pueblo que los hacedores tradicionales de menjurjes en el campo del saber-conocimiento llaman cultura popular, para diferenciarla de la auténtica, es decir, de la que producen los élites del conocimiento y dueños de la posibilidad de hacer y expresarse en forma y términos artísticos.
En realidad, Luis Mariano, estuvo toda su vida bien alejado de estas consideraciones teóricas. Nunca surgió como intelectual en el sentido en que se conoce esta “especie” en nuestro medio. No se le vio tomar posición de gente aparte porque tiene el don de la creación, la composición, porque es autor que disfruta de la fama. El máximo valor de Luis Mariano reside en su capacidad para ser uno más de su pueblo-gente-pobres y hacerse simplemente una voz de todos y para todos. La intención no es llevarle un mensaje a ese colectivo sino recoger el suyo y esparcirlo por toda la sociedad.
VIEJO SOÑADOR
Por esto el caso de LM es tan singular. “Era un viejo / que amaba las flores / los pájaros los nidos / que hacía versos sencillos / y canciones ingenuas / que penetraban / por su pureza el sentimiento / vivía en un rancho / de tejas y palmas / rodeado de árboles / donde a su sombra / vivían pajaritos ranitas / mariposas / seguros de que nadie los dañaba / porque él los protegía / con amor y con afecto / era un viejo soñador”[iii] No tiene nada que ver con el común de las acciones promovidas y emprendidas por la intelectualidad. LMR es uno de los tantos creadores con que cuenta esta Venezuela maltrecha, saqueada, golpeada y limitada en sus perspectivas. No se trata entonces de verlo como algo aparte, singular o especial. Es un creador del pueblo que decide alzar su voz para hacer de muchos lo que nunca consideró suyo.
GIGANTE DEL SUEÑO
Toda esta revisión se hermana con el acto simple y tan profundamente amoroso que acometió con fuerza y brío, este gigante del sueño de todos los colores y tamaños de infinitos. A su lado se situaron los integrantes de su último conjunto, pero al comenzar a tocar se le fueron juntando muchos otros cuatristas, guitarristas, tamboreros, maraqueros y cantaurías. El desfile de las canciones no se detuvo en ningún momento. El director de la gran banda se agitaba con fuerza, valor, perspectiva y decisión. Quería música para tenerla, llevársela y repartirla entre los habitantes del gran teatro del viento que se hace aposento del pueblo musical. Fue asombroso el brío de su voz, la señal de sus brazos, la insistencia de sus peticiones para que se respetara las tonalidades de este gran concierto de su despedida dirigido por el propio poeta de Canchunchú Florido.
POETA CAMPESINO
Y ante esta despedida tan festiva, vibrante y creadora, uno de los miembros de la gran banda preguntó sobre el qué hacer con la voluntad que Luis Mariano expresó hace varios años: “Cuando yo muera / quiero que se cumpla éste mi ruego / que mi urna sea sencilla / que sea de cedro / hecha a la usanza antigua / para que mejor carguen mi cuerpo / que mi cadáver repose / antes de partir al cementerio / bajo del techo de mi rancho humilde / donde tantas canciones hice al pueblo /... / y no olviden de poner mi cuatro / con preferencia sobre mi féretro / no puede dejar de ir conmigo / quien fue en mi vida amigo y compañero / oh cuatro de sonoro acento / sencillo instrumento de mi pueblo / que mientras más sencillo eres más puro / y mientras más puro eres más bueno / a ti te debo mucho lo que fui / a ti te debo mucho lo que dejo / ¿y qué puedo pedir para mi tumba? Una lápida que diga así estos versos / aquí yace Mariano poeta campesino / cantó a las flores cantó a los pájaros / cantó a la tierra y cantó a su pueblo” [iv]
NO HAY ENCIERRO PARA QUIEN VIVE ENHEBRADO
A LA VIDA INFINITA
La verdad, Luis Mariano, es que no hay cadáver que vaya a reposar en una urna de cedro porque el pueblo de tu canción te pide mantener en alto el cuatro y la voz de lucha y poesía. La decisión está tomada por ti mismo: no es posible abandonar al pueblo ni a tu cuatro ni a tu conjunto. Menos a La Negra enhebrada para siempre a tu vida infinita. Entonces te está impedido formar tumba con lápida para encerrarte. El poeta campesino que eres no yacerá porque no hay muerte que pueda estar por encima de la licencia poética que manda al poeta a seguir cantando a las flores, a los pájaros, a la tierra, al pueblo, al hombre y la historia que tendrá que aparecer, ser y crecer.
CENTINELA DE FLORES
Sabemos, sin embargo, Luis Mariano, que falta aún mucho por andar para que tu lección de humanidad, tu visión del mundo, tu código de amor, se sirva en la mesa como el manjar de cada día. Aún está prendido en la enredadera de tu corazón, aguardando el tiempo de hacerse concierto colectivo y anónimo. Como siempre te dijimos, Luis Mariano, no basta tomar tu canto y hacerlo resonar en los escenarios. Para serle fiel a tu militancia de creador, a tu compromiso de hombre libertario, a la dimensión de tu acto creador, es necesario aprender a vivir tu vida de centinela de las flores, de enamorado de los rostros más tristes, de ilusionado aventurero de los caminos. Hace falta desprendernos de todo lo accesorio para ingresar en el territorio de lo esencial, donde tejen los sapitos sus melodías de agua, donde las achicapozas bordan los pozos con sus alitas primorosas, donde el juguito de amor hace alianza con el acidito de tu tierra, para escribir la canción de la humanidad que algún día entonarán los hombres.
LIRIO, ESPUMA, FRAGANCIA Y AMOR
Por eso, Luis Mariano, sabemos que nunca habremos de escribir despedidas. Tras los cristales de los ojos, con los que te adentraste en el dolor y la injusticia, para destilar amores, sabemos que estarás por siempre prendido en los hilos invisibles de la vida, hecho lirio, hecho espuma, hecho fragancia, hecho purito amor. Luis Mariano, porque te necesitamos, te tendremos y rescataremos cuantas veces sea necesario para seguir aplaudiendo tu vida de siempre y todavía.
Agustín Blanco Muñoz
Publicado en La Razón, el 17 de marzo del 2002.
En HistoriActual el 17 de marzo del 2006
En Embusterías el 18 de marzo del 2010
Estos Cantos de fragancia, amor y tierra forman parte de la ilusión, la esperanza y el más grande y espontáneo sentir de los hombres llenos de sensibilidad, creación y poesía. Son voces caminantes inventadas por la expresión popular, para llevar su mensaje más allá de estos duros y terribles tiempos. Y en el centro de ese acontecer de jazmines y florecitas silvestres, se levanta un hombre que hace de la sencilla vida del pueblo ramal de juncos y hermosuras. Porque Luis Mariano Rivera es gente que nace y vive en los más profundos rincones de la música, que muchos hombres no logran encontrar ni disfrutar. Por ello, éstas son hojas de calor humano y trascendencia. Himnos para el porvenir del amor y la alegría. Adquiéralo llamando por los teléfonos 6052536 / 5500784 / 0416-6397320
[i] LMR, “Así es mi cantar”, Cantos de fragancia, amor y tierra. Caracas, CPT-UCV, 1991, p.74.
[ii] Ibidem, “Mi pueblo es inmenso”, p. 26.
[iii] Ibídem, “Versos para ser cantados”, p. 58.[iv] Ibídem, “Cuando yo muera...”, p. 135.
En HistoriActual el 17 de marzo del 2006
En Embusterías el 18 de marzo del 2010
Estos Cantos de fragancia, amor y tierra forman parte de la ilusión, la esperanza y el más grande y espontáneo sentir de los hombres llenos de sensibilidad, creación y poesía. Son voces caminantes inventadas por la expresión popular, para llevar su mensaje más allá de estos duros y terribles tiempos. Y en el centro de ese acontecer de jazmines y florecitas silvestres, se levanta un hombre que hace de la sencilla vida del pueblo ramal de juncos y hermosuras. Porque Luis Mariano Rivera es gente que nace y vive en los más profundos rincones de la música, que muchos hombres no logran encontrar ni disfrutar. Por ello, éstas son hojas de calor humano y trascendencia. Himnos para el porvenir del amor y la alegría. Adquiéralo llamando por los teléfonos 6052536 / 5500784 / 0416-6397320
[i] LMR, “Así es mi cantar”, Cantos de fragancia, amor y tierra. Caracas, CPT-UCV, 1991, p.74.
[ii] Ibidem, “Mi pueblo es inmenso”, p. 26.
[iii] Ibídem, “Versos para ser cantados”, p. 58.[iv] Ibídem, “Cuando yo muera...”, p. 135.
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