Nadie puede negar que en este ex-país hoy está planeado un hágase tú voluntad. El culto está establecido, bien atendido. Financiado. Y así lo que se le ocurre al Señor lo convierten sus súbditos de inmediato en una especie de bienaventuranza.
En el fondo parece estar la invocación a la acción de Cristo que ante la necesidad de dar de comer a muchos multiplica el pan con la ayuda de su Dios.
El personaje que tenemos hoy al frente de la conducción de esta sociedad parece sentirse como una especie de descendiente del Redentor y por ello autorizado para realizar la obra tal y como su mente se la dicta y sus manos la conciben.
En este sentido entiende que su pensamiento y su palabra son la medida de todas las cosas. Él se siente un ser superior. Centro del universo.
Un elegido con rango divino. Por esto actúa como una especie de médium que recibe la luz y el mandato de espíritus superiores que viene a adelantar una obra que ha sido previamente dispuesta por seres celestiales.
Pero no es verdad que este mortal milite en ese tipo de credo. Porque lo suyo no es invocar y construir una obra de bienestar y tranquilidad.
El se siente llamado y movido más bien por el afán que convoca a la destrucción. Y siente justamente que su papel reside en este cometido: destrozar todo lo que tiene posibilidades de crecer, porque de este modo puede mantenerse el imperio que se ha construido a su alrededor.
Hoy estamos en una Venezuela que es propiedad privada de ‘un proceso’. Los señores propietarios son los compatriotas. Ellos tienen su patria, su ara que, aunque convertida en pedestal, le sirve para detentar y controlar el poder.
En el fondo parece estar la invocación a la acción de Cristo que ante la necesidad de dar de comer a muchos multiplica el pan con la ayuda de su Dios.
El personaje que tenemos hoy al frente de la conducción de esta sociedad parece sentirse como una especie de descendiente del Redentor y por ello autorizado para realizar la obra tal y como su mente se la dicta y sus manos la conciben.
En este sentido entiende que su pensamiento y su palabra son la medida de todas las cosas. Él se siente un ser superior. Centro del universo.
Un elegido con rango divino. Por esto actúa como una especie de médium que recibe la luz y el mandato de espíritus superiores que viene a adelantar una obra que ha sido previamente dispuesta por seres celestiales.
Pero no es verdad que este mortal milite en ese tipo de credo. Porque lo suyo no es invocar y construir una obra de bienestar y tranquilidad.
El se siente llamado y movido más bien por el afán que convoca a la destrucción. Y siente justamente que su papel reside en este cometido: destrozar todo lo que tiene posibilidades de crecer, porque de este modo puede mantenerse el imperio que se ha construido a su alrededor.
Hoy estamos en una Venezuela que es propiedad privada de ‘un proceso’. Los señores propietarios son los compatriotas. Ellos tienen su patria, su ara que, aunque convertida en pedestal, le sirve para detentar y controlar el poder.
Es la continuación por otras vías de la misma política regida por los intereses de los héroes-caudillos-libertadores.
Y hoy estamos ante una terrible paradoja: la Venezuela de las más grandes riquezas es la del mayor registro en cuanto a decadencia-descomposición-hundimiento. Es la máxima identificación con nuestra condición de ex –país.
Y ante esto la pregunta que se vuelve lugar de todos: ¿y cuándo y cómo salimos de esto?
Advirtamos que en el centro de todas las cosas está la voluntad superior y una sociedad que responde a sus designios porque sigue atrapada por poderes que están más allá de su propia existencia.
En este caso, los poderes mítico-religiosos se hacen representar por un ‘enviado’. Por ese calvario ha pasado buena parte de la humanidad. De allí surgen los grandes hombres de la dominación. Faraones, reyes, emperadores, monarcas, dictadores o caudillos.
Por todas partes la figura singular. Única. Sin precedentes. El propio comienzo de la historia. Porque el nuevo jerarca es la síntesis de lo actuado.
Y todo para llegar al punto en el cual ya no tiene cabida, ni siquiera provisional, ningún otro actor. Él es el líder de líderes. El sol exclusivo y trascendente. ¿Y que puede salir de esto? Una sociedad cada vez más sometida a un designio y a una forma de descomposición.
Es por tanto una hora de desbandada. Porque esta sociedad deja de sentir la necesidad de estar plegada incondicionalmente a un jerarca que está lleno de grietas y debilidades. Su ángel comienza a sentir los efectos de la disminución. Y en el camino queda la huella del desgaste.
Esta sociedad registra el cansancio de una imagen, de una refriega-polarización. Un enfrentamiento que no significa deslinde o diferencias en uno u otro bando.
Y esta es la mayor tragedia que hoy nos toca padecer. No se trata de un desgaste-agotamiento aislado sino de una descomposición que trasciende todos los parámetros establecidos.
Estamos en una sociedad carcomida por los agentes de la peor putrefacción. Los niveles de anomia llegaron muy lejos. Cada quien busca su acomodo o arreglo en la perversión que es la única instancia que paga buenos dividendos.
¿Cómo echar la mirada y ver la solución de nuestros males en uno u otro bando? ¿Quién puede pensar que en esta generación de ‘políticos’ del asalto-saqueo, el robo-corrupción, el vacío-ignorancia, la negociación-complicidad, el miedo-claudicación está la salida a la profunda crisis que hoy se traga este ex-país?
Estamos ante tal andanada de atentados contra lo que queda de Venezuela que todos sabemos lo difícil que será la futura y necesaria reconstrucción. El desbaratado atenta contra todos los componentes del cuadro histórico.
Ya está en marcha el proyecto de la ‘república popular’ con el poder y los consejos del mismo orden, dispuestos para la preparación y consecuente realización de la Comuna de Venecuba, en la cual todos los poderes civiles y militares estarán a la orden de los supuestamente populares, que no son más que instancias al servicio de la politiquería que apunta hacia la destrucción.
Tengamos en cuenta en este sentido que este ex-país está tomado por la violencia. Aquí está establecida la guerra de la inseguridad en todas sus expresiones. Las formas de asesinado por las armas se junta al crimen por hambre, miedo-terror-angustia. En todos los frentes está el virus de la agresión.
Y ante esta avalancha de ataques contra lo que queda de Venezuela se plantea de nuevo la cuestión de la salida. En principio todo parece indicar que ya estamos en el camino de una violencia del cual difícilmente podremos separarnos.
Ante una maquinaria de violencia tan acabada como la que dirige el GP, que cuenta con todos los poderes públicos, una Pdvsa ‘roja rojita’, un BCV obsecuente e incondicional, una FA disminuida y tarifada, un aparato mediático cada vez más controlado hasta por la auto-censura ¿se puede esperar una respuesta pacífica?
Y una confrontación violento-armada aquí, por definición, incorpora a los civiles que ocupan posiciones militares. Las Reservas y sus aliados, los Consejos Comunales, guardias territoriales, brigadas, destacamentos, misiones, frentes, círculos y la parte comprada de la FA. Todo un componente guerrero portador de las más atrasadas ideas, dispuesto para defender de la manera más brutal las tesis del fanatismo-esquematismo.
Por ello no es aventurado decir que ya la guerra está en marcha y que es absolutamente irreversible. Y lo hemos dicho muchas veces. Esta situación no puede enfrentarse con las armas tradicionales si se quiere evitar la gran mortandad.
¿Permitiremos que avance la muerte a paso de vencedores? ¿Entraremos a formar parte de las filas de los negociadores que insistirán desde sus posiciones ‘opositoras’ que es posible ir a elecciones con el actual CNE?
¿Nos prepararemos para la ‘guerra asimétrica’ contra los ejércitos del fanatismo basado en el marxismo-leninismo bolivariano cristiano y zamorano?
Mientras no surja la fuerza política de la creación y contraria a la destrucción de Venezuela y su gente estaremos andando por los caminos de la degeneración-descomposición perversa y criminal.
Mientras permitamos que se haga la voluntad del asesinato, la muerte será terriblemente sembrada, día a día, en todos nosotros. ¿Cómo evitar esta condena? Estamos obligados entre todos a establecer el camino de la historia con vida, amor, belleza y libertad.
Esta es la utopía para la historia que estamos obligados a construir. ¿Seremos capaces de reunirnos para crear los caminos de la historia que tendrá que ser, o dejaremos que este nuevo líder-mesías de la miseria y la perversión termine de arrasar con lo poco que aún sobrevive esta avalancha de muerte y destrucción? abm333@gmail.com
Y hoy estamos ante una terrible paradoja: la Venezuela de las más grandes riquezas es la del mayor registro en cuanto a decadencia-descomposición-hundimiento. Es la máxima identificación con nuestra condición de ex –país.
Y ante esto la pregunta que se vuelve lugar de todos: ¿y cuándo y cómo salimos de esto?
Advirtamos que en el centro de todas las cosas está la voluntad superior y una sociedad que responde a sus designios porque sigue atrapada por poderes que están más allá de su propia existencia.
En este caso, los poderes mítico-religiosos se hacen representar por un ‘enviado’. Por ese calvario ha pasado buena parte de la humanidad. De allí surgen los grandes hombres de la dominación. Faraones, reyes, emperadores, monarcas, dictadores o caudillos.
Por todas partes la figura singular. Única. Sin precedentes. El propio comienzo de la historia. Porque el nuevo jerarca es la síntesis de lo actuado.
Y todo para llegar al punto en el cual ya no tiene cabida, ni siquiera provisional, ningún otro actor. Él es el líder de líderes. El sol exclusivo y trascendente. ¿Y que puede salir de esto? Una sociedad cada vez más sometida a un designio y a una forma de descomposición.
Es por tanto una hora de desbandada. Porque esta sociedad deja de sentir la necesidad de estar plegada incondicionalmente a un jerarca que está lleno de grietas y debilidades. Su ángel comienza a sentir los efectos de la disminución. Y en el camino queda la huella del desgaste.
Esta sociedad registra el cansancio de una imagen, de una refriega-polarización. Un enfrentamiento que no significa deslinde o diferencias en uno u otro bando.
Y esta es la mayor tragedia que hoy nos toca padecer. No se trata de un desgaste-agotamiento aislado sino de una descomposición que trasciende todos los parámetros establecidos.
Estamos en una sociedad carcomida por los agentes de la peor putrefacción. Los niveles de anomia llegaron muy lejos. Cada quien busca su acomodo o arreglo en la perversión que es la única instancia que paga buenos dividendos.
¿Cómo echar la mirada y ver la solución de nuestros males en uno u otro bando? ¿Quién puede pensar que en esta generación de ‘políticos’ del asalto-saqueo, el robo-corrupción, el vacío-ignorancia, la negociación-complicidad, el miedo-claudicación está la salida a la profunda crisis que hoy se traga este ex-país?
Estamos ante tal andanada de atentados contra lo que queda de Venezuela que todos sabemos lo difícil que será la futura y necesaria reconstrucción. El desbaratado atenta contra todos los componentes del cuadro histórico.
Ya está en marcha el proyecto de la ‘república popular’ con el poder y los consejos del mismo orden, dispuestos para la preparación y consecuente realización de la Comuna de Venecuba, en la cual todos los poderes civiles y militares estarán a la orden de los supuestamente populares, que no son más que instancias al servicio de la politiquería que apunta hacia la destrucción.
Tengamos en cuenta en este sentido que este ex-país está tomado por la violencia. Aquí está establecida la guerra de la inseguridad en todas sus expresiones. Las formas de asesinado por las armas se junta al crimen por hambre, miedo-terror-angustia. En todos los frentes está el virus de la agresión.
Y ante esta avalancha de ataques contra lo que queda de Venezuela se plantea de nuevo la cuestión de la salida. En principio todo parece indicar que ya estamos en el camino de una violencia del cual difícilmente podremos separarnos.
Ante una maquinaria de violencia tan acabada como la que dirige el GP, que cuenta con todos los poderes públicos, una Pdvsa ‘roja rojita’, un BCV obsecuente e incondicional, una FA disminuida y tarifada, un aparato mediático cada vez más controlado hasta por la auto-censura ¿se puede esperar una respuesta pacífica?
Y una confrontación violento-armada aquí, por definición, incorpora a los civiles que ocupan posiciones militares. Las Reservas y sus aliados, los Consejos Comunales, guardias territoriales, brigadas, destacamentos, misiones, frentes, círculos y la parte comprada de la FA. Todo un componente guerrero portador de las más atrasadas ideas, dispuesto para defender de la manera más brutal las tesis del fanatismo-esquematismo.
Por ello no es aventurado decir que ya la guerra está en marcha y que es absolutamente irreversible. Y lo hemos dicho muchas veces. Esta situación no puede enfrentarse con las armas tradicionales si se quiere evitar la gran mortandad.
¿Permitiremos que avance la muerte a paso de vencedores? ¿Entraremos a formar parte de las filas de los negociadores que insistirán desde sus posiciones ‘opositoras’ que es posible ir a elecciones con el actual CNE?
¿Nos prepararemos para la ‘guerra asimétrica’ contra los ejércitos del fanatismo basado en el marxismo-leninismo bolivariano cristiano y zamorano?
Mientras no surja la fuerza política de la creación y contraria a la destrucción de Venezuela y su gente estaremos andando por los caminos de la degeneración-descomposición perversa y criminal.
Mientras permitamos que se haga la voluntad del asesinato, la muerte será terriblemente sembrada, día a día, en todos nosotros. ¿Cómo evitar esta condena? Estamos obligados entre todos a establecer el camino de la historia con vida, amor, belleza y libertad.
Esta es la utopía para la historia que estamos obligados a construir. ¿Seremos capaces de reunirnos para crear los caminos de la historia que tendrá que ser, o dejaremos que este nuevo líder-mesías de la miseria y la perversión termine de arrasar con lo poco que aún sobrevive esta avalancha de muerte y destrucción? abm333@gmail.com
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