jueves, octubre 11, 2007

EL SOCIALISMO DE LOS DESCUBIERTOS

Por cinco siglos se mantuvo inamovible la idea-tesis del descubrimiento de América. Y todavía tiene eco el mensaje de los invasores de espada-cruz en tierra y en la propia humanidad del habitante originario, para producir uno de los mayores holocaustos de la historia de la humanidad.

Y se trata de un contenido que interesada y conscientemente se difunde para que siga con vida entre nosotros y nuestros descendientes la conciencia y condición de descubiertos, creados o inventados por el civilizado europeo.

Desde la década de los 80 en la Cátedra Pío Tamayo y el Centro de Estudios de Historia Actual de la UCV hemos denunciado estos contenidos como portadores de una orientación atrasada y perniciosa en el campo de la historia, entendida como realidad y ‘conocimiento de la acción de los hombres en el tiempo y el espacio’.

El objetivo principal de esta acción-pensamiento es mantenernos en la posición de descubiertos, es decir, de gente que acepta que es el producto de una ‘invasión civilizadora’ a la cual debemos agradecerles nuestra existencia.

Porque para aquel invasor era esencial demostrar que tomaba posesión de unas tierras que no estaban habitadas por gente sino por una animalidad que era necesario exterminar por ser contraria a las leyes de la humanidad. Eran salvajes, antropófagos, politeístas. Una verdadera afrenta a la ‘civilización y la cultura’.

La determinación fue la conocida: la liquidación-exterminio de estos ‘seres atrasados’. Y sobre esta base construir la nueva y verdadera comunidad de hombres y mujeres con capacidad para formar una sociedad regida por el modelo de la ‘civilización europea’.

De este modo se plantea no sólo que no había sociedad sino que todo cuanto existía previo a la invasión, era de condición inferior, no digno de ser percibido sino como curiosidad antropológica.

Y de allí sale precisamente el señalamiento de que somos el producto de la creación-invención del europeo. Y, en consecuencia, se nos asignó una condición de inferior-descubiertos que aún no ha sido posible quitarnos de encima.


En efecto, lo que se tiene y bautiza como ‘América’ es una sociedad dispuesta y formada por los europeos para aumentar sus dominios ‘allende el mar’ y para que les proveyese de las abundantes riquezas de oro y plata, de tanta importancia en este período mercantilista.

Para el invasor es una sociedad sin pasado-antecedente que no responde a la idea de proceso. Aquí todo comienza en 1492. Se pretende de este modo lanzar al olvido o aniquilar entre 50 y 60 mil años de historia en el caso de mayas, incas o aztecas y entre 20 y 30 mil años en lo que hoy es Venezuela.

Y sobre esta base se forja una sociedad nueva y de un mundo igualmente nuevo del cual son dueños-propietarios los propios invasores. Frente a ellos quedan los sobrevivientes, los despojados-desheredados, que serán bautizados por los señores y como ‘el pueblo’. En un comienzo es la pobreza creada por la riqueza en forma violenta y miserable.

Los sobrevivientes no fueron más que ‘piezas para la carga’ o para dejar su vida en el fondo de un mar cargado de perlas preciosas. Una perversión-explotación que ningunas Leyes de Indias pudieron minimizar.

Y es así, como el exterminio-conquista, punto de partida de la invasión, deviene en una colonia, o sociedad de los nuevos dueños, que se aprovecha de esa mano de obra de sobre vivientes y de la extranjera que era traída como ‘animales con mayor capacidad de carga’ a quienes se les califica simplemente como mano de obra negra o esclava.

Un ‘componente’ que no representaba mayor peligro por haber sido desarraigado de su medio, por carecer de conciencia-idiosincrasia. Simples seres condenados a muerte lenta o inmediata, de acuerdo al comportamiento asumido.

A la hora de lo que se ha conocido como independencia se establecen al frente de la sociedad los descendientes de los mismos propietarios o a quienes se habían hecho acreedores a haberes militares. Esto explica la pugna-enfrentamiento Bolívar-Páez. Es, en todo caso, la independencia proclamada y adelantada por los privilegiados con el obligado concurso de sus servidores a quienes se les controla para que en ningún momento traspasen los límites establecidos.

Un contingente lanzado a una lucha que no le pertenece y de la cual, en consecuencia, nada tiene que esperar como beneficios.

Este es el mismo comportamiento de los invasores. De allí el surgimiento de una república del mismo signo y que distinguirá entre hombres libres y esclavos. Para esto se hace valer la doctrina aristotélica de la desigualdad natural entre los hombres: unos nacen para dirigir y otros para servir. Sin embargo. La ley puede crear la ‘igualdad ficticia’. A este expediente se acoge Bolívar en el Congreso de Angostura.

Y esta es, ni más ni menos, la igualdad que aquí ha existido y existe: a nivel de la teoría, de lo ficticio, imaginario e irreal.

Por ello se mantiene la distinción sembrada por el invasor entre poseedores y despojados. Superiores e inferiores. Y sobre esta base se levanta toda una utilización de las mayorías llamadas a cumplir, en cada oportunidad, con el designio del ser o seres superiores.

Por ello el ejército patriótico se gana la voluntad de ‘las masas’ con el ofrecimiento de beneficios o reivindicaciones. Los mismo que hacen los ‘realistas’.

Y este esquema, que proviene de los mal llamados descubridores, se ha aplicado a lo largo de la república liberal, conservadora, federal, dictatorial , democrática y se aplica hoy en el marco de la ‘revolución bolivariana’ o ‘revolución ficticia’.

¿Se trata acaso de crear hoy la igualdad en la sociedad? El GP dijo en el acto homenaje a Ernesto Guevara (08/10/07) que ‘en el socialismo todos somos iguales’. ¿En cuál socialismo se ha dado esta condición? Es el mismo ofrecimiento, la misma mentira, de demócratas o dictadores.

Es la misma política regida por los lineamientos impuestos por los invasores y ratificados por el positivismo. La idea que prevalece en cada caso es la de cambiar un hombre por otro o apuntalar a quien no debe cambiarse porque es lo que más se parece al propio descubridor devenido en libertador y hasta en el mismo Dios.

Por ello, para el régimen lo fundamental y determinante no reside en aplastar lo conceptual-doctrinario, la esencia misma del tal descubrimiento. No se asume una conciencia y una condición diferentes. A nivel de discurso se puede aceptar que Nadie descubre a Nadie, que no hay sociedades descubridoras y descubiertas, superiores e inferiores.

Lo fundamental para este proceso-proyecto es la resistencia que hizo la etnia originaria ante su masacrador. Se pondera el acto heroico y se le invoca como un ejemplo. Por ello se llega hasta el ‘valiente acto’ de derribar la estatua de Colón y cambiarle el nombre al Paseo Colón por el de Paseo de la Resistencia, como se hará en breve.

Pero en la práctica no se asume que es necesario crear otra forma de concebir la historia. No interesa difundir y hacer una historia despojada del mensaje de unos inferiores siempre al servicio de los superiores. Y es lógico que así ocurra en una sociedad regida por un ‘ser superior’ que sólo cree en la ‘igualdad ficticia’.

La perspectiva de los No Descubiertos nada tiene que ver con la deformada imagen que el GP pretende hacer cuando denuncia el genocidio invasor. Es una nueva manera de repetir el viejo esquema de los invasores. Sólo que hoy se hacen pasar por revolucionarios y socialistas. Como ayer por independientistas, republicanos, feberales, liberales o demócratas.

Una historia construida para la conservación del poder en manos de minorías beneficiarias. Por ello, la Reforma Constitucional que se ‘debate hoy’ sólo tiene como propósito crear un socialismo de y para los descubiertos.

Enfrentarlo no podrá hacerse desde el terreno de los descubridores-invasores y mucho menos desde la perspectiva impuesta de descubiertos-inferiores. Sólo el colectivo organizado y consciente, sin héroes ni caudillos, sin gendarmes necesarios, ni jefes únicos, sin ‘pueblo domesticado’, sin gente apresada bajo las tarifas-represión, podrá avanzar hacia la constitución de la historia por venir. abm333@gmail.com
El Universal, 12 de octubre del 2007.

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