jueves, abril 14, 2011

¡LOS 11 DE ABRIL SON PARA MATAR!



Muchos, por ignorantes, escuálidos y contra patriotas piensan que el 11A-02 es algo del pasado. No entienden que nosotros somos puro 11A.

Materialmente nacimos con ese evento porque esos días quedó sembrada y establecida una épica para siempre: el imaginario que nos convierte a todos en héroes, verdaderos caudillos de la libertad y la revolución.

Antes, aquí  pasaban cosas sin mucha importancia. La misma república supuestamente democrática. Nosotros dimos el paso  hacia el establecimiento de una nueva política: la constituyente.

Pusimos en acción al poder originario y así el pueblo comenzó a convertirse en el legítimo dueño de su destino. Pero eso fue sólo la declaración.

Es el 11A lo que produce el evento que  impulsa un cambio en este cuadro: la oligarquía, unida al imperio y utilizando componentes como Fedecámaras, la CTV, la Iglesia, una buena parte de las FAN y los medios de comunicación, se lanzan a la aventura de conseguir caída y mesa limpia.

Pero nosotros estábamos bien avisados de lo que venía. Nuestro aparato de inteligencia, ya dignamente asesorado por los hermanos cubanos, nos había advertido que la oligarquía y el imperio no se detendrían en su empeño de acabar con el proyecto revolucionario que sólo  se había atrevido a promulgar las 49 leyes habilitantes.

Y éstas fueron las detonantes para producir la alarma de la contrarrevolución y que los descontentos se expresaran de la manera más terminante y violenta.

El paro general del 10 de diciembre del 2001 fue un desafío mayor y la revolución no podía quedarse de brazos cruzados sin armarse. Y eso fue lo que hicimos.

El enemigo tomó la calle para producir un abierto enfrentamiento al gobierno. La situación se volvió cada vez más tensa. Y se complicó muchos más cuando, al cuadro de protestas, se suman nada menos que los burócratas de PDVSA.

Al principio el reclamo era por el respeto a la meritocracia, pero rápidamente  se unió a la protesta general que se extiende y profundiza  de manera vertiginosa, decidido a sacarme del mando-poder.


Y entonces, como dije en la AN el 15 de enero del 04, provoqué la gran crisis en esa empresa para sacar de su seno todo contra. Ya sabíamos que nuestra revolución se tendría que basar en la renta petrolera, como nos indicaba Fidel, porque aquí apenas nos  apoyarían los militares que ya le estaban viendo el queso a la tostada socialista. 

Y en este punto es donde cuenta la claridad de un aparato de estrategia y seguridad. La asesoría y diligencia de los camaradas cubanos fueron puntales en la elaboración del plan para enfrentar las movilizaciones de los escuálidos que tenían programado el Asalto a Palacio y producir un magnicidio.

Todos sabíamos  que venían por mí porque entonces y ahora yo soy la revolución. ¡Nada menos! De allí la importancia que le atribuyen a la toma de la sede del mando-poder bolivariano.

La marcha convocada hasta Chuao seguiría hacia Miraflores. Eso lo sabíamos. Y por ello se diseñó y adoptó un plan de defensa de nuestra naciente revolución.

Era obligado pasar por nuestra prueba ‘Playa Girón’ y que al igual que Cuba, teníamos que derrotar al imperio. Por ello todo se dispuso para  poner a andar un gran montaje en el cual todo lo que se actuara terminara sirviendo a los fines de nuestra revolución.

Nuestro gran  operativo estaba llamado a enfrentar y aniquilar la inmensa fuerza social de calle que exhibían los escuálidos para aplastarme. ¡Porque yo era el objetivo! ¿Eh?

Ahora, todo esto nos ponía en la escala de la creciente polarización-confrontación. Por ello nos convencimos que la actuación contra esta marcha  debía ser violenta.

Debíamos producir un ataque directo y contundente que dejara en ese movimiento huellas profundas que sirvieran de indicador de la fuerza que estaba dispuesta a usar la revolución en defensa de sus dominios.

Teníamos conciencia de  que era inevitable producir muertos. Que la sangre tenía que correr hasta el punto de verse y quedar registrada como una muestra de nuestra disposición de defender el proceso bolivariano aún a costa de nuestras vidas.

Y nuestra decisión fue disparar y matar,  tal como lo hizo CAP el 27F-89, para salvar la democracia. Lo nuestro era salvar la revolución. Y como entonces, aprovecharíamos para atemorizar al colectivo y cortar de raíz esa fuerza de calle que nos amenazaba.

Por supuesto, estaba previsto que la propia oposición actuara a favor del operativo que teníamos montado.

Y en efecto, nuestro plan se activa de manera perfecta en el momento en que la propia oposición deja escuchar el grito que salió de las voces de la dirigencia en el mediodía del 11A en Chuao: Compañeros y compañeras, Vamos a Miraflores!!

Claro, la gente ignoraba que la esperábamos. Pero puedo afirmar que la dirigencia sí lo sabía porque una buena parte de ellos estaban metidos en el plan golpista.

Teníamos la certeza de que caerían unos cuantos justos que pagarían por los pecadores. Pero no teníamos otro camino. ¡Así son las revoluciones!

Y si algo lamento, a estas alturas, es que se exhiban por ahí testimonios de dos grandes amigos. Ponen el sonido de Pancho Arias diciendo que yo soy un asesino y actor intelectual del 11A.

Y me siguen sacando por todas partes la declaración de Lucas Rincón Romero diciendo que yo había renunciado.

Yo sé que el testimonio de LRR me condena más que cualquier otro. Pero no puedo desmentirlo. Se me caería la base y fundamento del operativo criminal de esta fecha histórica en la cual se inicia la magna épica de la revolución bolivariana, zamorana, robinsoniana, marxista, leninista, stalinista, troskista, fidelista, guevarista, maoista y gadafista.

Pero que se sepa: cualquier referencia a mandar a matar es pura afirmación contrarrevolucionaria. Aunque aquí aún nos faltan muchos 11 de Abril. T:@ablancomunoz, abm333@gmail.com

El Universal, 15 de abril del 2011.

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