RECONCILIACIÓN ¡TE LA PEDIMOS SEÑOR!
Agustín Blanco Muñoz
Primero es la voz de sus revolucionarios rindiéndole pleitesía: Señor, ante tu altar venimos a suplicarte y a rogarte por la salud y la vida eterna de tu amado padre Fidel. ¡Te lo pedimos, Señor!
Te imploramos por la unión de todos los venezolanos al lado de los cubanos para armar una casa grande, sin patria-nación-república-soberanía ni nada que choque con el gran proyecto Venecuba.
Y de rodillas en tierra te pedimos nos concedas el favor de que todos los nuevos hermanos venecubanos puedan crecer, bajo los gloriosos y benditos pendones del novísimo socialismo tipo Cristo, como única vía válida para alcanzar el reino de la suprema felicidad.
Un reino, Señor, que jamás se apartará del camino del amor y la unidad. Lo que no se logró en cuatro caníbales repúblicas, tú lo consigues ahora en la medida en que vas destruyendo todo cuanto existía, que estaba tomado por el mal.
Y por eso Señor tú has venido cargado de amor y bienaventuranzas a destruir violentamente el sistema vigente para imponer, invocando el bienestar de los menesterosos, el socialismo de la inclusión. Por ello sabemos que la tuya es palabra y obra de Dios.
Y así, Señor, lo sentimos nosotros que estamos y estaremos contigo hoy y por siempre. Amén!
Y a esta oración de la feligresía revolucionaria a su máximo jefe-mesías, se junta la que emana de las oposiciones, dirigida al mismo hacedor de milagros y sujeto único de nuestra historia:
Sabemos, Señor, que estás pasando por una experiencia muy dura, que te hace ahora odiar aún más que antes.
Entendemos que todavía quieres que desaparezca el imperio del capitalismo salvaje para darle paso a tu socialismo igualmente salvaje y militarista, donde tiene cada vez más espacio y poder la parte insular de Venecuba.
Manejamos tu necesidad de concentrar todos los poderes e instituciones para concluir su ciclo y darle el puntillazo de la destrucción.
Sabemos, Señor, que el CNE debe ser cada vez más obsecuente y servil al punto de garantizar sin asomo de duda tu reelección el próximo año por la via del fraude-trampa. Y si algo está claro es que nosotros tenemos que participar, en base a nuestra cómica de las tales primarias, aún a sabiendas de que no tenemos vela en ese entierro.
Admitimos que tú debes cercenarnos la libertad de expresión hasta en internet-twitter, impulsar arrechamente la autocensura junto con el miedo-angustia-temor y perseguirnos como te dé la gana con tus policías venecubanos.
Es así como te lanzas hoy a enfrentar protestas como la huelga de hambre de las Mujeres de Negro por la libertad de los presos políticos y el regreso de los exiliados.
Sabemos, Señor, que en aras de tu socialismo, lo que no hipotecas lo regalas. Y que a la deuda de 120 mil millones hay que sumar los “regalos socialistas” para poner de manifiesto que tu imperio no es ni será salvaje.
Entendemos que tuviste que convertir las fuerzas armadas en otro apéndice tuyo. Y que las llevaste a gritar la consigna de patria socialista o muerte y cuando te enfermaste, anulaste la muerte y sacaste a relucir la vida que necesitas para vencernos o doblegarnos.
Estamos conscientes de los grandes esfuerzos que haces para contener el desbarajuste a lo interno de tu partido, y que estás obligado seguir anulando a todo el que no se someta a tus lineamientos.
Sabemos de tus enormes fracasos económicos desde los ejes como el Orinoco-Apure hasta las Areperas Socialistas. Y en esto tiene puesto preponderante la tragedia PDVSA.
Está claro para nosotros que este es un ex país en la peor de las banca-rotas y cada vez más atrapado por todas las miserias.
Y que tú seguiras utilizando el engaño como arma política para así garantizar la continuidad del poder socialista venecubano.
Conocemos, finalmente, tu decisión de permanecer en el mando-poder hasta que te dé la gana con el apoyo comprado de la fuerza de las armas que incluyen al componente Alba bajo el comando de la plana mayor cubana.
Pero nosotros, Señor, miembros de las cúpulas de las oposiciones, hacemos hoy abstracción de todos los males que le has hecho al pueblo-colectivo (que no a nosotros que mal que bien nos entendemos contigo) para suplicarte que lances un Decreto de y para la Reconciliación.
Creemos, Señor, que no podemos seguir divididos con el pretexto de una tal lucha de clases de pobres contra ricos. Y por ello nuestra MUD está instruyendo a su bojote de precandidatos para que todos te pidan lo mismo: la gran reconciliación, porque estamos convencidos que sólo puede lograrse si tu la decides.
Ten en cuenta, Señor, que sólo tú eres nuestra salvación: o nos reconcilias y unificas, o 200 años después de la Guerra a Muerte seguiremos hundidos en las peores divisiones ¡Te lo pedimos Señor!
Y entre oración y oración queda en el aire la pregunta: ¿nos seguiremos calando estos dos discursos de la derrota histórica, en aras de una vacía reconciliación o nos decidiremos a organizar la fuerza social necesaria para las luchas democraticas de pegada y trascendencia? ¡Qué historia amigos! T: @blancomunoz / abm333@gmail.com
El Universal, 09 de septiembre del 2011.