Hoy es imposible predecir el curso de este proceso
electoral. La prepotencia dice: estoy completamente sobrado. Quisiera tener un
contendor de la talla del Conde del Guácharo que pueda ir más allá de ‘La Nada’.
El discurso opositor se aferra a celebrar su
presidencia, porque así lo señala el futuro. Su convicción es tajante: yo no
estoy inventando. Mis asesores brasileros y norteamericanos observan con
fundamento que mi éxito debe estar ligado al chavismo.
De modo que yo no puedo enfrentar lo que mucha gente
apoya, sino convencerlos de que yo lo haría mucho mejor porque cuento con
experiencia, estoy lleno de salud y bríos para emprender tareas de envergadura.
Pero téngase claro: no estoy jugando al chavismo sin
Chávez, simplemente sabemos que si no logramos mover gente de ellos hacia
nosotros, estamos fritos.
Lo que me sale entonces es jugar al antichavismo pero
de manera discreta. Y a ese candidato nunca lo menciono por su nombre, lo llamo
“El Otro”, aunque en La Vega se me salió y lo emplacé
para que atacara de frente, pero de inmediato me llamaron la atención mis
asesores.
Me recordaron que no puedo perder mi imagen de la
tranquilidad, paz, entendimiento y no
confrontación que es lo que quiere la gente cansada de la angustia y el miedo a
la polarización. Y aquí estoy en mi carrera hacia una victoria segura y en esto
es decisiva mi condición de Flaquito como decidí bautizarme.
Tengo claro que no debo caer en las provocaciones violentas
que en forma creciente me va a poner ‘El Otro’ y su séquito. Es por el único
lado que me podría atacar, porque en lo demás ofrezco continuar las cosas que
se vienen haciendo, pero en un ambiente
de concordia y entendimiento, sin exigir ni las franelas de un determinado
color ni el voto obligado para mi partido porque mi partido se llama Venezuela.
Esto quiere decir que con la gente que me apoya no
tengo mayores problemas. Los otros partidos saben que tienen que vivir y morir
conmigo.
Y cada uno está conteste en que yo soy el pitcher relevo del gobierno de El
Otro, dispuesto a colaborar con quien ya lleva catorce entradas y le están
bateando cómodamente los adversarios.
Claro, no es que yo sea chavista sino que, incapaces
como hemos sido de crear una política propia,
desde el Caracazo para acá, no nos queda de otra que admitir que el
chavismo ha llegado tan lejos en popularidad, que todo el que lo enfrente está
condenado al fracaso.
Por eso yo lo enfrento sin enfrentarlo. Y así se lo
digo a la gente: vente conmigo que es lo mismo pero mejor. Te respetaré lo que
tienes pero te daré mucho más: paz y seguridad, trabajo, vivienda y educación
de calidad. Podrás vivir con la puerta de tu casa abierta en la seguridad de
que estará cuidada por la autoridad del Estado.
Pero, insisto, no me puedo presentar como un radical
antichavista. No puedo atacar las misiones y la política social del régimen. Más
bien las garantizaré por medio de una ley de Reparto de Bienes y Beneficios para todos.
Muchos han llamado esto legitimación. Pero eso es en
caso de que yo pierda. Porque ganando con la táctica acordada, él me habrá
legitimado a mí por el préstamo que me ha concedido de su obra para que yo me
montara.
Claro, mis asesores me han dicho que hable de
transición, aunque eso no está muy claro. No sé si lo que se plantea es la
continuación de lo existente u otra cosa.
Yo me inclino por lo segundo, pero me atajan y me
dicen que no me meta en ese enredo porque después no voy a poder salir.
Me insisten: debes poner en las manos de la gente los
instrumentos para que se labre su destino y mejoras mediante el trabajo. Y les
he respondido: eso es bueno para el
futuro, pero en lo inmediato debo seguir la fórmula populista, que no fue
inventada por esta revolución sino que es algo muy viejo, que ha conseguido
ahora una renta petrolera de tal monta que hace posible los planes inmediatos
de ayuda a la pobreza y que posterga los tan mencionados planes de desarrollo
industrial y diversificación de la economía.
A esto es lo que ellos llaman socialismo y revolución,
al lado de Cuba y el Alba. Y yo no
puedo atacar sino dejarlo correr
para no ahuyentar a quienes se me acercan. Por eso insisto: déjenme ganar
ofreciendo lo mismo para conseguir los votos y después veremos.
Nno voy a caer en que si cojo para el socialismo o el
capitalismo. Para mí lo importante es el progreso y el futuro
La tarea álgida será desmontar todo esta tramoya que es la revolución que ha tomado para sí
todas las instituciones y que se ha extendido internacionalmente como un
socialismo distinto al ya detectado como un rotundo fracaso.
Y la cosa será muy dura por el apoyo que tiene el
régimen en lo económico, social, político, institucional y militar. Por eso,
dijo el Gral. Rangel Silva advirtió que
no reconocerán otro triunfo que el del Jefe ünico: si no gana con el chingo
gana con el sin nariz.
Y aunque me han dicho que en las FAN hay mucho
descontento, lo del 05 de julio me puso la piel engallinada cuando escuché a
los muchachos con aquel grito de ‘Cazadores…Somos cazadores, revolucionarios y
chavistas’.
Me di cuenta que el grito de ‘¡A mí mando y obediencia!’
está completamente vivo en la institución cuya oficialidad en su inmensa
mayoría disfruta hoy de los beneficios de la revolución.
Y ante esta aplastante realidad no me queda otra
que plegarme a los señalamientos de mis
asesores: esto se resuelve con la avalancha de votos que nos anuncia el casa
por casa o el pueblo por pueblo, el corazón por corazón, huracán por huracán o
ciudad por ciudad.
Como dije en Maturín, la emoción que siento por todas
partes es muy grande y si se traduce en votos no puedo perder. Y el chavismo en
picada y sin poder seguir su curso, verá como sus huestes vienen a ponerse a mi
lado. Sin embargo, el Chingo y el Otro parecen dispuestos a todo. ¡Qué historia
amigos! Twitter: @ablancomunoz abm333@gmail.com
Agustín Blanco Muñoz
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