Una de las ganancias que en los medios políticos de las
oposiciones electorales le atribuyen al 7-0 reside en haber consolidado el
liderazgo de Henrique Capriles.
Asumamos que ese señalamiento se ajusta a una realidad
carente de una dirigencia política que
pueda hacer frente de manera efectiva a la actual maquinaria gubernamental.
Y esto se dice partiendo del señalamiento que
permanentemente hacen estos políticos de que la democracia es consustancial a
los partidos políticos.
Si esto es verdad, nada más importante para los demócratas
que impulsar estas instituciones.
Y por ello en el caso de HCR , luego de haber
conquistado un importante capital político el 7-0 que lo convierte en lo
teórico en un político nacional y de proyección, nos llama poderosamente la
atención su regreso al contexto de una gobernación a seguir una práctica
burocrática que se supone agotada.
Y por esto surgen las preguntas: ¿Por qué HCR se va con su capital
político de nuevo a una gobernación y no decide ponerse al frente de la
dirigencia de su partido para organizar, impulsar y proyectar la organización?
No han faltado opiniones que señalen q ue sin un cargo de servidor público que lo mantenga
como noticia permanente y por tanto, recaiga sobre su persona el interés de los
medios, su liderazgo se desvanece.
Esto es el liderazgo que se fundamenta en los medios de
comunicación, en el marketing. Que no requiere de partidos con doctrina sobre
la cuestión política e ideológica sino
de lineamientos prácticos para obtener beneficios políticos.
Esta es exactamente la misma política que ha puesto y
dispuesto a lo largo de nuestro período histórico la Escuela Positivista. La
exaltación y exultación del héroe, caudillo y ‘gendarme necesario’ por encima
de todas las cosas.
Y a lo largo de 200 años se tiene en mente que los recursos
de y para la política deben provenir del
Estado. Los partidos de oposición consiguen financiamiento privado con el compromiso
de portarse bien y pagar con los respectivos intereses cuando se gane el mando poder.
Y si esto es así ¿para qué impulsar un partido organizado,
formado en lo político e ideológico y con posibilidades de proyección? ¿No es
acaso suficiente con el líder que todos siguen? ¿Para qué entonces desprenderse
de la maquinaria burocrática?
¿Cuenta HCR con las herramientas
doctrinarias en lo ideológico y político
necesarias para ejercer la jefatura de un partido? ¿Hay interés en su
organización para que esto pueda ocurrir? ¿Admitirá el líder de PJ ser
desplazado a un segundo plano? ¿Creará HCR tienda política aparte
siguiendo los pasos de Leopoldo López? ¿La misma historia de ayer?
Agustín Blanco Muñoz
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