Eduard Munch
¡AQUÍ TODOS ANDAMOS MUERTOS!
Agustín
Blanco Muñoz
En el
artículo anterior (19/04/13) llamó la atención nuestra tesis de que el 15A-13
comenzó la fase más dura de la llamada historia republicana de
este ex país. Faltó decir que aludimos a una fase del difícil período que se
inicia el 27F-89, tiene continuación el 04F-92,
el 06D-98 con el triunfo de presidencial de Chávez y que se extiende
hasta hoy.
La mayoría
de los reparos mencionan los muchos otros momentos de violencia y muertes. Se
alude a la independencia, guerra
federal, dictaduras como las de Castro, Gómez, Pérez Jiménez, la lucha armada
de los sesenta o el tiempo que va del ‘Caracazo’, con su gran registro de
muertes, a la defenestración de Carlos Andrés Pérez en mayo de 1993, y su
consecuente inestabilidad e ingobernabilidad.
Se pierde de
vista sin embargo que esta situación no puede verse sólo desde el insuficiente
prisma de la cuantificación. El momento
actual presenta una síntesis de males agolpados. Un tiempo lleno de vacíos,
incertidumbre, desgaste humano-espiritual, miedo ante la maquinaria del crimen y
la represión, y de liquidación espiritual.
Estamos ante
una sociedad regida por todo tipo de desafuero, perdición, superficialidad,
agotamiento. Bien lejos de todo aquello que sea capaz de mantener en alto la
perspectiva de vida del componente social. Es la sociedad de un tiempo sin vida.
Sólo portadores, diría el Maestro J.D.
García Bacca, de una cuasi vida que, por desgracia ni siquiera llegamos a
entender en su justa proporción.
Y esto se
siente con gran nitidez cuando se nos coloca en plan de cumplidores de órdenes dadas
por las vías mediáticas. Asi salimos a la calle unos a protestar contra el
régimen y otros a defenderlo del grito, la cacerola o la piedra seguramente con
las mismas armas o con otras supuestamente más pesadas y “convincentes”. El sin
sentido acompaña así al sin vida, como en ningún otro momento de nuestra
historia.
No es verdad
que aquí hay gente polarizada buscando independencia, soberanía, patria
socialista. El verdadero anhelo del colectivo es ir más allá de este proceloso
ambiente político, incapaz de ofrecer perspectivas a la situación de
aplastamiento que recae sobre el conjunto de individuos que supuestamente
constituye una estructura social.
Por eso cuando
revisamos el interior de nuestra supuesta entidad social lo que vemos es una
suma de individuos, cada quien atrapado en medio de nuestra particularidad, por
un ambiente donde prevalece la amenaza permanente de muerte. Algo que nos coloca en un tiempo copado por
la guerra y las ansias de destrucción.
¿Y cómo
llegamos a estar todos regidos por el estatuto y predominio de la muerte?
Esto ocurre
en un ex país portador de una inmensa
riqueza llamada, en principio, a proporcionar la mejor vida a la gente de estas
tierras. Pero los males que arrastramos nos apartan de esa posibilidad. Por
esto la inmensa mayoría de la población lleva sobre sí el terrible peso del
petróleo. Una especie de conciencia o subconciencia de que todos somos ricos y autorizados para incursionar por el privilegio y la
ostentación.
En el fondo impera
un gigantesco cuadro de infelicidad o de supuesta felicidad, en el cual predomina
la mentalidad ‘reparto petrolero’. Y en
esta dirección no hay separación en el
pensamiento de ricos y pobres unidos al petróleo.
Una terrible paradoja: conformar verdaderos y
supuestos ricos.
Por
esto la llamada ‘revolución bolivariana
y socialista’ se abre campo a partir de un programa que tiene como punto
central el reparto de la renta petrolera,
a partir del alza de los precios. Con esa base se adelanta hoy un populismo de
la estatura del barril a 100 o más dólares. Un propósito que se junta al viejo
esquema de la política que tiene en el caudillismo su principal motor de
acción.
Un hombre
con liderazgo mesiánico, heroico y carismático está al frente de esta empresa
de supuesta reivindicación del pobre y al servicio de la dignidad de las
mayorías. Este es el discurso que se vende por tres lustros y que se agota con
la muerte de quien hemos calificado como el último de los caudillos de la
escuela liberal-positivista que llena los siglos XIX, XX, sin que tenga asidero
la posibilidad de formar sucesores que calcen con los lineamientos de aquel
código.
Nos
encontramos ahora, en consecuencia, ante una realidad con una nueva arista para
la preocupación. Este ex país no cuenta hoy con un liderazgo que registre
alguna solidez. La improvisación es su principal rasgo. En cuatro meses la alta
dirección de Venecuba decide salvar la situación creada por la falta de
sucesión y decide impulsar un sustituto de Hugo Chávez que ni él ni nadie antes
pensó que podía ocupar tan importante responsabilidad.
En forma
agresiva se hace el señalamiento: el sucesor para que continúe esta revolución
debe ser el designado por el caudillo y jefe único de la revolución. El arma de
lucha fundamental es el culto al héroe y la manipulación afectiva. Se trata de
hacer valer en todo sentido y dirección
“la conexión afectiva del líder con su pueblo”. A la larga esto funcionó aunque
no en la proporción que se pensó y cuando Maduro es proclamado presidente se le
señala como afiliado a la vía del fraude-trampa.
A la hora de
la victoria del esquema planteado y personificado en Nicolás Maduro, alcanzado apelando
al bien manoseado instrumento del fraude-trampa, crece la confrontación,
inestabilidad, y el desgaste humano para la colectividad.
En efecto,
hoy recae sobre el colectivo un mayor peso politiquero. Las dos fracciones
avanzan en su acción manipuladora para atribuirse su predominio. Unos
certificados como ganadores y otros que se sienten triunfadores y en
consecuencia impugnadores. Para ellos se
trata de dos Venezuela, la de uno y la del otro. Y la población debe permanecer dividida
en dos polos, representados por dos presidentes.
Hemos
llegado indiscutiblemente al albañal de la política, al sitial donde la
politiquería ve crecer sus espacios con empeño y dedicación.
En este
sentido las oposiciones-MUD acusan al Hijo del Golpista Presidente (HGP) de
ilegítimo. Y éstos a los opositores de andar tras un plan golpista. Se habla de
una supuesta división en la estructura militar en la cual habría una parte en
desacuerdo con todo propósito fraudulento y proclive a apoyar la solicitud de
auditoria y hasta la de nulidad de las elecciones del 14 A .
Este discurso
tiene los rasgos propios de la superficialidad y el vacío. Es la más palmaria acción
de una politiquería que carece de perspectivas y que se siente atiborrada de angustias, persecuciones,
descalificaciones y demás actos
negadores de la vida.
Nadie puede
negar hoy y aquí que la muerte ronda por todas partes y que la política en
general está hoy directamente conectada con el imperio de la muerte vigente y
creciente en este ex país. Qué historia
amigos! abm333@gmail.com /
T:@ablancomunoz
El Universal, 26 de abril del 2013.
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