ARGIMIRO GABALDON
¿UN PENSAMIENTO, UNA ACCION
Y UN EJEMPLO PARA EL PORVENIR?
MERY SANANES
Estas palabras fueron pronunciadas el 14 de diciembre de 1994, en ocasión de cumplirse 30 años de la muerte de Chimiro. Diecinueve años después, en este diciembre del 2013, su contenido sigue vigente. Como también el sueño de Argimiro Gabaldón que se junta al de Pío Tamayo.
Ni la seudo democracia ni la seudo revolución que hoy ejerce el poder en este expaís, han podido adelantar una historia distinta, que tome en cuenta al pueblo como agente histórico fundamental.
Por el contrario, la acción de manipular, domesticar y reprimir al colectivo se ha convertido en el eje de una política destructora que avanza, sin que nada la detenga, en su afán de alcanzar el control total de una sociedad, sumida en la confusión, el miedo y la sobrevivencia.
Por eso decíamos entonces y lo reiteramos hoy, que Argimiro Gabaldón, al igual que José Pío Tamayo, siguen sepultados. Su escuela aún está por constituirse. Pero sin duda su pensamiento, sus ideales, sus posiciones y valores constituyen una base importante para la concientización y organización de un colectivo que es el único llamado a enfrentar, no por la vía de las armas, sino con el instrumento de un pensamiento, una ciencia y un arte nuevos, los 203 años de una historia regida por los intereses de las minorías.
Diecinueve años después, al cumplirse 49 años de su muerte, ni la derrota, ni las mentiras, ni las falsificaciones, ni las negociaciones y acuerdos, ni el amendrentamiento, ni la represión han cesado. Por el contrario, se han profundizado.
De allí la inmensa tragedia de la historia que actualmente vivimos, continuación de aquella que llevó a su hermano Edgar Gabaldón a exclamar: 'Y si su biografía, detalle a detalle, no se considera merecedora de estudio y de examen, no sabe nadie quién vale aquí nada.'
Y de eso se trata . de estudiar, detalle a detalle, esas vidas, para aprehender los caminos que nos conduzcan hacia un porvenir distinto. ms
UNA DERROTA QUE NO HA CONCLUIDO
De pronto nos asalta la
interrogante relacionada con el dónde estamos y hacia dónde vamos. Indispensable entonces el balance para saber
qué de lo realizado adquirió permanencia. Estamos indudablemente frente al
peñasco de un inmensa derrota que nos cubre y angustia mñas de lo que
pensamos. Y en medio de esa búsqueda,
nos viene a la mente la reflexión de
Edgar Gabaldón, a la hora en que recibe el tremendo impacto: tu hermano, el
Comandante Argimiro, murió hoy a consecuencia de la herida recibida por un
disparo accidental que recibió. Y en
este momento, el hermano no se queda en una muerte. Su reflexión se vuelca sobre el proceso de
una terrible derrota que tiene en su seno, sin embargo, la propia semilla del
triunfo. Entonces dijo Edgar:
Las reflexiones que
produce la muerte de un ser querido ya no son sagradas en este país, porque
están separadas por el signo de la guerra civil. La vida de todo hombre no vale nada si se le
pone precio a la de uno solo. Todos
tenemos dinero para pagar la muerte de otro.
Y esto significa, en términos filosóficos, que en Venezuela se ha
perdido la razón moral y que quienes
fungen de doctores de la fuerza ética, no han salido a hablar a tiempo. Y que su silencio es cómplice de las muertes
habidas en ambos bandos y las que habrán de venir. De nada sirve un ejercicio intelectual que
por cobardía retrocede ante el paisaje de la realidad diáfana y terrible. Si a este país hay que lavarlo con sangre, de
sus impurezas causadas por el caos social en que se debate para marchar hacia
una estructura más razonable y humana, se le lavará. Pero no digan entonces, quienes en él
habitan, que no hubo quien les dijera lo que estaba pasando. Ese es el sentido de la muerte de
Chimiro. Y si su biografía, detalle a
detalle, no se considera merecedora de estudio y de examen, no sabe nadie quién
vale aquí nada. Porque salir al aire
limpio y frío de las tierras, exponer la vida propia por un ideal, será siempre
lo más noble y alto que pueda hacer un hombre en esta pobre tierra, tan triste
y poca cosa.
La mayor derrota
infringida al movimiento revolucionario que estremeció la década de los
sesenta, no fue la represión que se asentó en los teatros de operaciones, ni la
que fue liquidando uno a uno los elementos considerados peligrosos y
subversivos. La mayor derrota se le
infringe a quienes quedan con vida, a los supuestos sobrevivientes de unas
jornadas que afectan de la manera mas terminante y profunda a un buen grupo de
combatientes, a quienes convierten en destrozos. Y a quienes igualmente afectados por la
avalancha derrotista intentan andar con los sueños y las esperanzas a cuestas. Rómulo Betancourt fue el mayor artífice de
esa derrota. Proclamada mucho tiempo
atrás, cuando todo era unidad, libertad y fraternidad. Y cada uno de los pasos fueron conducidos por
el enemigo. Nada se escapó a su dominio. Y esa triste y terrible realidad que hoy vivimos no es más que reflejo y
evidencia de una derrota que no ha concluido.
UN LLAMADO QUE AUN NO SE ESCUCHA
Argimiro Gabaldón fue
testigo y actor de una derrota que quiso detener. Como años antes lo intentara Pío Tamayo, con
la sola fuerza de su convicción
revolucionaria, con la sola decisión de su perseverancia y su coraje. En el momento en el cual para el Partido
Comunista y el MIR la lucha armada fue una táctica a seguir, una manera de
acceder al poder en breve plazo, acorralados como estaban por las derrotas
infringidas por Betancourt, Argimiro se fue a las montañas a plantear una lucha
de otras dimensiones, otros contenidos y otras proyecciones.
Pero esta fue una
forma de luchar que no fue asumida por el colectivo en forma consciente y
militante. La emoción se conjugó al acomodo de muchos dirigentes que supieron
mandar pero nunca conducir ni acompañar en el hacer práctico y concreto. De allí la incoherencia y la perversión. Y
como parte de todo este terrible cuadro, aquella voz que se alzaba solitaria y
angustiada. Es el llamado al combate, a
la atención a las guerrillas, a la
solidaridad, a redoblar las luchas por la toma del poder para el pueblo. Un llamado que no se escucha y el cual se
pretende, más bien, enterrar.
UNA PROPUESTA DE CAMBIO RADICAL
Decía Argimiro:
“Nosotros estamos interesados en hacer la Revolución en nuestro país y la
entendemos como un cambio radical en
todos los sentidos y en todos los
terrenos; como la total y profunda transformación de nuestra Patria, que haga
de ella una sociedad justa, sin miseria ni opresión, una nación dueña de sus
riquezas, próspera y feliz, un país libre y soberano.” Argimiro en ese sentido, no sólo fue
derrotado por el enemigo que le puso precio a su cabeza, sino desde adentro. Desde aquellas noches donde a la montaña no
llegaba ni un caramelo ni un terrón de azúcar. Desde aquellos días de sembrarse
entre las filas y los ríos, mientras abajo se debatían las mejores formas para
congraciarse con el poder. Y abatido en aquella bala absurda que lo alcanzó.
NO FUE DERROTADO EN SUS IDEAS VIGOROSAS
Pero Chimiro no fue
derrotado en el enfrentamiento, en el combate, en el mantenimiento de sus ideas
vigorosas, en la convicción de código de deberes, en la perseverancia en su
ideario vital. Y eso es lo que debemos rescatar
y es lo que está condenado al silencio.
¿A quién importa o convoca Argimiro Gabaldón hoy en día? ¿Qué significa y dice a estas generaciones
para quienes ni siquiera es una referencia?
¿Qué diremos de esta universidad que se conmovía hasta sus cimientos
cuando caía uno de los nuestros?
¿QUE HICIMOS CON TODOS ESOS SUEÑOS
DE CAMBIAR EL MUNDO?
En 1966, a dos años de la
muerte de Argimiro, la promoción de la Escuela de Letras de ese año, llevó su
nombre. Una promoción dividida, porque apenas siete estudiantes asumimos el
compromiso de llevar esa bandera. Y aquí
en estos espacios estuvo el General
Gabaldón y se plenaron del entusiasmo de una juventud que sabía llorar a sus
muertos y que tenía coraje para irse a entregarse a una causa. ¿Qué hicimos con toda esa rebeldía, esos
sueños de cambiar el mundo, esa capacidad para el sacrificio, ese valor para
enfrentar la muerte? ¿Qué ocurrió con
los padres que tuvieron que enterrar a sus hijos, con los hijos que enterraron
a sus padres? ¿Qué ocurrió con una sociedad que vio morir a tantos en una pugna
entre la fiereza de un enemigo claro en sus objetivos y unas directrices
contradictorias y despedazadas? ¿Cuál es
el balance actual de aquella terrible y costosa guerra?
¿QUE CUANDO PREVALECE HOY EN ESTA
SOCIEDAD?
No podemos hablar de
Argimiro sin preguntarnos por lo que
hoy hacemos. ¿Cuál es el cuadro que prevalece en esta
sociedad? ¿Cuáles son los valores de una
juventud sin ni siquiera un ideal por el cual luchar? La vida de Argimiro significa el rescate de
un modo de vivir, consecuente con un pensamiento y una acción. Significa la decisión de no traicionar
nunca aquellos sueños en los que se
cree, así estén despedazados por un enemigo muy poderoso. Significa perseverar en la utopía de
convertirnos en transformadores de esta historia, sin detenernos a pensar en el
balance contable de ganancias y pérdidas,
Por ello tiene razón Edgar cuando dice, que si la biografía de Chimiro
no se considera merecedora de estudio y examen, no sabe nadie quién vale aquí
nada. Porque salir al aire limpio y frío de las tierras, exponer la vida propia
por un ideal, será siempre lo más noble y alto que pueda hacer un hombre en
esta pobre tierra.
PROPUSO EL CAMINO DEL PUEBLO
Pero además en Argimiro
se juntan muchas otras cosas. Poeta,
novelista, pintor, periodista, historiador, fue librando la experiencia y la
teoría para dejar testimonios de un camino que calificó de duro, muy duro, pero
como el camino que debe recorrer el pueblo, para hacerse al fin constructor de
su destino. Y en este aspecto Chimiro fue fiel a su palabra. No entendió las guerrillas como aquel arroz
con pollo, sin pollo, como lo calificara Rómulo Betancourt, sino como un
trabajo junto al pueblo.
FORMAR AL PUEBLO PARA CONVERTIRLO EN
VERDADERO ACTOR DE SU PROPIA HISTORIA
Argimiro había nacido y
andado por esos caminos del pueblo.
Había vivido y compartido con la gente que vive de la tierra, y había
probado el café amargo de los campesinos.
No como alguien que va de paso,
sino en comunión con ellos. De allí la importancia que le asignaba a ese
trabajo de convivir para crear conciencia.
De participar para poder clarificar.
En otras palabras, estar preparado para vivir sencillo de aquellos
hombres, canteras de alegrías y
hallazgos maravillosos. Tenía conciencia
de que si la guerra era larga y prolongada, lo fundamental no radicaba en echar
unos disparos aquí o allá, o proclamar la toma de un caserío, o un pueblo, sino
formar aquella gente para convertirlos, no en dirigidos sino en actores de su
propia historia.
ARGIMIRO ENRIQUECIO EL IDEARIO
PIOTAMAYISTA
En otras palabras,
Argimiro enriquecía aquella formulación que hacia Pío Tamayo, casi cuatro
décadas atrás: todos nuestros males
residen en que no hemos tomado en cuenta al pueblo como agente histórico fundamental. Pero ese es un planteamiento que ha sido
dejado de lado y que ha estado ausente en la práctica de los partidos y grupos
de izquierda en este país. Al pueblo no
se le incorpora a sus propias luchas, se
le utiliza, manipula, domestica y finalmente se le derrota una y otra vez. Con la muerte de Argimiro, se quiebra una voz
y acción que se ubica en la perspectiva de la historia del pueblo, que parece ser la única garantía de echar
adelante una verdadera transformación en estas latitudes. Porque hay que decirlo, Chimiro como Pío, no
dejan escuela ni alumnos. Por el
contrario, a la muerte que los arrebató, se le suman muchas otras formas de
muerte y todo el silencio de una vida política signada por la complicidad, la
descomposición y el cinismo.
EL COMANDANTE CARACHE ESTA AUN
SEPULTADO
El Comandante Carache
está aún sepultado. Pero estos otros
treinta años de derrotas son tiempo suficiente para convocarlo a la tarea
colectiva de la historia del pueblo.
Tiempo para rescatar, dar a conocer, divulgar y difundir su ideario, su
pensamiento político para que su estudio pueda contribuir a la conformación de
ese pensamiento del pueblo del que aún carecemos como pensamiento del pueblo
del que aún carecemos como pensamiento orgánico y organizado, valido como
instrumento de transformación. Hasta
ahora seguimos divididos, fragmentados y dispersos. Cada cual dueño de una parcela, un
destino. No hemos sido capaces de
comprender que la acción que habrá de conducir al pueblo-pobreza hacia otra
historia, pasa porque nos despojemos de muchos vicios, porque asumamos una
perspectiva distinta, una práctica y un pensamiento cuyo norte sea, en verdad,
el mejor vivir del hombre.
LA FUERZA DE LA JUVENTUD
PARA FERMENTAR A LOS PUEBLOS
Argimiro significa, en
esa dirección, un ejemplo y una lección. Porque asumió el reto y el riesgo de ese camino duro y
prefirió, como él mismo decía, entre lo amargo y lo dulce, lo amargo.
Decía Argimiro: “Sólo una juventud impaciente, que se rebele contra el
mundo tradicional, que no reflexiona para escoger entre lo dulce y lo amargo, y
escoge lo amargo, es la sola fuerza capaz de hacer fermentar a los pueblos y
producir las grandes revolucionarias redentoras.” Entregó su vida a esa tarea y
nos dejó las señales para proseguir por esa vía, dejando en cada espacio, en
cada lugar que ocupemos, un aporte a esa lucha y a esa batalla.
LOS MENUDOS ARROYOS DE HECHOS HUMANOS
Decía Chimiro: “Es muy difícil mirando el arroyo, que como una débil
linfa se escurre entre las peñas, pensar que allí esta naciendo el Padre de las
Aguas. No es fácil darse cuenta de que
aquel hilo torpe de agua va a dar al mar, hundiéndose en su costado con una
grandiosidad que pasma. Acostumbrados a
las síntesis históricas, que nos presentan los grandes hechos, las grandes
batallas decisivas, los grandes héroes coronados de gloria, pocas veces
pensamos en que esos hechos, esas batallas, esos hombres, solo han sido
posibles, porque menudos arroyos de hechos humanos se pusieron un día a
correr. Pequeños hechos y pequeños hombres,
son los arroyos del río padre de la Historia, aunque sus linfas confundidas el
día de la victoria en su ancho cauce no las logremos distinguir. Aunque la
pequeña quebrada, sin nombre en la geografía, no figure en los mapas, su agua
es la madre del Padre de las Aguas.”
CHIMIRO FUE UNA QUEBRADA TUMULTUOSA
EN BUSCA DEL PADRE DE LAS AGUAS
Y Chimiro es ese arroyo de agua que va buscando al padre de las aguas,
es pequeña quebrada que hace posible el océano, en un tiempo de sequía y
devastación, donde ni siquiera existen aquellos pozos artesianos que con tanto
empeño Pío sembró en tierras tocuyanas buscando agua para las cañas. Así la
historia del pueblo, es suma y síntesis
de esos hilos de agua, de esas pequeñas quebradas, de esos hechos diminutos,
colectivos y anónimos que va tejiendo ese pueblo sobre la vida. Y es allí,
y en ellos, donde habremos de encontrar la razón, la causa y la fuerza
para que ese padre de las aguas, hechura de todas las quebradas que lo nutren,
sea hacedor de una historia colectiva, de una sociedad hermana, de un tiempo sin demarcaciones de propiedad, que
desvíen el curso de las aguas, hacia campos cercados. En esa perspectiva, y en esa óptica,
emergieron esas cascadas que fueron Pío Tamayo y Argimiro Gabaldon, con el
propósito de convocar a una acción colectiva de transformación y redención.
REVOLUCION FRENTE A REFORMISMO
Por ello su mensaje y perspectiva es revolucionaria frente a la
escuela reformista que ha tomado el país para su beneficio y usufructo. Escuelas que están por construir, multiplicar
y difundir. Argimiro Gabaldón significa
un momento, un combate librado en la tarea de enfrentar el reformismo, echar
las bases de un pensamiento
auténticamente revolucionario, una derrota temporal que sin embargo es anuncio
y predicción de las más altas victorias.
Un curso de agua, un manantial que se desborda sobre el infinito de la vida bordando la
canción anónima del hombre y que convoca a un coro numeroso para el día de la
gran sinfonía para flauta de pan, viola de amor y río de cuerdas, con la que el
hombre habría de celebrar al fin la fiesta de su auténtica resurrección.