¡TIEMPO DE MUERTE!
Agustín Blanco Muñoz
Estas horas siguen siendo terribles. Al igual que hace 200 años. Porque
aquí la muerte apenas ha cambiado de actores y circunstancias. Entonces se
señaló que la Guerra
tenía que ser a Muerte, porque así lo exigía la lucha que se adelantaba para la
reconquista de un poder que apuntaba hacia el mantenimiento de una tal independencia.
Un avance que permitió manejar la república como algo propio. Pero el ejército
‘realista’ había conseguido su soldadesca entre los propios venezolanos. Y por
esto los dirigentes patriotas tuvieron que acudir a la antigua coacción del
invasor para equilibrar sus fuerzas: o forman parte de nuestras filas o serán
fusilados.
Por ello, a la hora de la
Batalla de la
Victoria , José Félix Ribas obliga a estudiantes y
seminaristas, sin preparación alguna, a alistarse en su ejército. Y allí
quedaron sembrados en el campo de batalla.
Es la misma causa de muerte presente en cualquiera de los eventos de la
burla de las mayorías y la ambición de poder a lo largo del período. La primera
gran mortandad desembocó en otra experiencia de destrucción material y
humano-espiritual. La guerra federal deja un legado mortuorio continuado luego
por dictaduras o supuestas democracias o revoluciones.
Hoy nuestro tiempo de muerte no se detiene. No hemos podido borrar las
huellas del tránsito sangriento de los primeros invasores ni los acometidos por
toda la herencia del destrozo. Independencia, repúblicas, dictaduras o
revoluciones tienen su registro de masacrados, exterminados, desaparecidos.
Aún están frescos los recuerdos de una lucha armada que en la década de
los 60’
asume el camino guerrillero a la cubana para la toma del poder. La mayor parte
de los jefes quedaron con vida y se devolvieron a la negociación, el acomodo,
el acuerdo para cooperación y el reparto burocrático. Muchos combatientes
de arrojo, valentía y desprendimiento quedaron en el silencio.
Hoy, esta revolución venecubana, suma de pasados y fracasos, apela al viejo y lamentable tiempo
de muerte. Juan Montoya, Bassil Alejandro Da Costa y Robert Redman no pueden ser simples continuadores de
una misma historia de masacres y frustraciones.
Es hora de sincerar este tiempo de polarizaciones y odios. Y detener
esta estampida indetenible de disparos. Sancho, quien no hace tiempo de vida es
simple sembrador de muerte!
@ablancomunoz abm333@gmail.com
Últimas Noticias, 15 de febrero del 2014.
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