EL
EXTRAÑO MUNDO DE OBAMA
Luis
Marín
El
presidente Barack Hussein Obama II firmó un Acta de defensa de los derechos
humanos y de la sociedad civil de Venezuela el pasado jueves 18/12/14 de
acuerdo con la cual se podrían aplicar sanciones a ciertos funcionarios
involucrados en violaciones sistemáticas de los derechos humanos ocurridas a
partir de febrero de este mismo año.
Además del
resurgimiento de la diplomacia secreta, se observa que no son sanciones
propiamente dichas porque otorgar o revocar visas es lo que se llama un acto
soberano, de los que no requieren motivación, por lo que millones de solicitantes
no las reciben en todo el mundo sin que hayan hecho nada malo; como nada bueno
para recibirlas.
En el
pasado, cuando era fácil la vida de los profesores de Derecho Internacional, la
admisión en el territorio era un ejemplo típico de acto discrecional, de los
que no puede pedirse justificación legalmente, porque no cabe derecho, sino a
lo sumo esperar el tiempo reglamentario para volver a intentarlo. A lo mejor
simplemente se llenó un cupo burocrático y habría que esperar para un próximo
período.
El bloqueo o
la prohibición de realizar todo tipo de transacciones con bienes situados en el
territorio nacional también es una sanción impropia, que no implica ningún caso
criminal, porque puede tratarse de simples medidas de aseguramiento o embargo
que no revistan necesariamente carácter penal.
Finalmente,
ambas medidas prevén su no aplicación (waiver), exención o excepción, según sea
el interés de EEUU, por supuesto, a juicio del Ejecutivo.
Sin ignorar
la importancia del esfuerzo legislativo, visto así, no parece gran cosa,
excepto por su oportunidad, firmada el día después del anuncio de
restablecimiento de relaciones con Cuba, con lo cual se revela un cálculo
oportunista: aprovecha aquella medida, impuesta por el Congreso, para hacer
pasar ésta, que había sido largamente acariciada por el Ejecutivo.
La
Administración Obama en su forcejeo con el Congreso cambia un peón por un
alfil, evita una derrota y que le impongan una política en la que no cree, a la
vez que toma venganza contra los molestos legisladores anticastristas,
favoreciendo al izquierdismo radical; algo que se ve paradójico, porque en
Latinoamérica el liberalismo es la bestia negra, pero en EEUU a los comunistas
les gusta llamarse “liberales”.
Para la
resistencia venezolana esto es una sobredosis del absurdo que ya creíamos que
no se podía superar: ocurre que para la Administración Obama el régimen de los
Castro no tiene nada que ver con la violación de los DDHH en Venezuela, no
gratuitamente rebautizada Venecuba.
Se pueden
anunciar sanciones que no son tales contra agentes venezolanos, omitiendo la
presencia de cien mil cubanos en el territorio nacional y que las políticas,
tácticas y procedimientos aplicados en Venecuba son importados y teledirigidos
desde La Habana, en el contexto político subcontinental del Foro de Sao Paulo.
Para los
genios asesores de Obama no es cierto que las violaciones de DDHH sean
consecuencia del empeño de imponer a sangre y fuego en nuestro país un régimen
calcado del castrocomunismo, extraño completamente a la idiosincrasia del
venezolano y al que se ha resistido tenazmente desde el inicio de la tiranía de
Chávez en 1999.
Para ellos
Chávez no desapareció en Cuba en manos de los Castro que impusieron la
sucesión, Ramiro Valdez nunca ha venido a Venezuela, el G2 es una leyenda
urbana.
Ante la
opinión americana, los chicos malos estarían si acaso en Venezuela, Cuba es
algo así como la tierra de Nunca Jamás.
SOPORTAR AL TERRORISMO
También debe
evaluarse la pertinencia de mantener a Cuba dentro de la lista de los Estados
que patrocinan el terrorismo. Quizás ayude un poco la historia de las
guerrillas en Latinoamérica, en África, Medio Oriente y el Sudeste Asiático.
Si puede
atribuirse alguna doctrina política a Fidel Castro ésta es, sin duda, la de la
Lucha Armada, que ha sostenido tenazmente durante toda su larga vida política.
Cuba ha respaldado, adiestrado, armado y financiado absolutamente a todos los
movimientos guerrilleros de la segunda mitad del siglo XX en Latinoamérica incluyendo
a los de Puerto Rico, que tuvieron su etapa más sangrienta precisamente en
1982, cuando la Administración Reagan incluyó a Cuba en ese registro.
Venezuela ha
vivido la experiencia directamente sufriendo invasiones provenientes de Cuba
desde el inicio mismo de la revolución que han sido relatadas y documentadas
por sus protagonistas, por lo que no es necesario abundar en ellas.
Las razones
para incluir a Cuba en la lista son su manifiesto apoyo a las FARC y otros
grupos guerrilleros colombianos, así como a la ETA de España. ¿Algo ha cambiado
desde entonces? Parece un hecho cierto e incontrovertible que los jefes
negociadores de las FARC viven como reyes en Cuba mientras desarrollan las
supuestas negociaciones de paz con el gobierno de Santos.
Cualquiera
puede desvelarse las noches que quiera pensando: ¿Cómo es posible que el
gobierno de Colombia haya abandonado la política comprobadamente exitosa de
Álvaro Uribe, de Seguridad Democrática, para embarcarse en la mil veces
fracasada que ensaya otra vez Santos? Y no podrá llegar a ninguna otra
conclusión sino que la administración Obama repudió el Plan Colombia a favor de
su doctrina universal de negociaciones incondicionadas.
Así como
siempre se ha dicho que un factor del fracaso de EEUU en Vietnam fue, entre
otros, la ideología de sus teóricos decisionistas, expertos en teorías de
juegos y modelos matemáticos; tendrá que decirse hoy que el fracaso de Obama es
consecuencia de los expertos en negociación, convencidos de que hay que darle
satisfacciones al contrario, porque las guerras no se ganan nunca del todo si
no todos ganan siempre. El problema es que no se puede satisfacer al enemigo
sin defraudar proporcionalmente a los amigos.
Los
decisionistas eran fríos y cínicos; los negociadores están obnubilados por
la creencia invencible de que la hostilidad contra EEUU es culpa de los
propios EEUU; olvidando que el antiamericanismo tiene idéntica raíz psicológica
que el antisemitismo: comunistas e islamistas odian a EEUU e Israel porque esa es
su decisión, la base de sus respectivas políticas, su factor de unificación y
organización.
Nada le
produce más repugnancia a un negociador que las ideas del “eje del mal” tipo R
Reagan o GW Bush, por su confianza dogmática en la racionalidad de los actores que
no pueden buscar otra cosa que su propio bien, lo que los hace naufragar en el
pantano del buen salvaje y el buen revolucionario.
Pero quienes
sí conocen a los salvajes y a los revolucionarios porque tienen que sufrirlos a
diario saben que el mal radical existe, que hay sujetos resentidos, cegados por
el odio, que están movidos por un deseo insaciable de venganza, que abrigan un
placer perverso en la destrucción, que saben que nunca superaran la miseria
porque la llevan dentro; pero en cambio sí pueden arruinar a quienes saben que
son mejores que ellos.
Solamente
hay que ver ese intercambio del rehén Alan Gross, trabajador social judío, por
los espías castristas de la conocidísima red avispa, convictos y confesos,
juzgados y condenados legalmente en los EEUU, para darse una idea de lo que es
un régimen malvado, inhumano, mentiroso, perverso y cruel.
Las
acusaciones contra Gross fueron haber pretendido instalar un sistema de acceso
a internet para la comunidad judía de Cuba que, por cierto, se ha reducido a un
décimo de lo que fue, de más de quince mil almas antes de la revolución o menos
de mil quinientas hoy en día. Las evidencias incriminantes: teléfonos celulares
y ¡unas tarjetas SIM!
Idéntica
política que aplican Hamas y Hezbollah en los intercambios de un rehén judío
por miles de terroristas de manos ensangrentadas que son recibidos como héroes
en ese festín de tergiversaciones que son los asentamientos árabes en Israel,
tal cual como ha ocurrido hoy en Cuba, donde reciben estruendosamente a
criminales devolviendo a cambio un despojo humano, desdentado, con cincuenta
kilos de peso menos que cuando fue secuestrado, agradecidísimo por la bondad de
los cubanos.
No en balde
Fidel Castro recibía a Yaser Arafat con honores de Jefe de Estado y rompió
relaciones con Israel desde 1973, Chávez lo hizo en 2009, los han seguido Evo
Morales y Daniel Ortega.
A Venecuba
arriban cientos de fedayines importados directamente del Medio Oriente con el
argumento de que vienen a hacer cursos de medicina comunitaria. Nadie esboza la
menor alarma, menos que nadie EEUU. El sistema interamericano presidido por un
esbirro como Insulza no ve en ello ningún peligro a la estabilidad y seguridad
de la región. Ni siquiera Santos advierte ninguna amenaza de sus nuevos mejores
amigos.
Ya puede
preverse cuál será el resultado de la Comisión Kerry sobre si Cuba soporta o no
al terrorismo internacional.
DE BLOQUEO A EMBARGO Y VICEVERSA
Uno de los
temas más recurrentes de la mitología castrista, que es más delirante que la
mitología griega, es el del embargo, que ellos llaman cuando les conviene
“bloqueo”.
El embargo
es culpable de todos los problemas sobre todo económicos de Cuba, un pretexto
perfecto para el estado de guerra permanente y el estado de sitio a que tienen
sometida a la población, como también para la paranoia de Estado.
Cualquiera
que alce la voz en Cuba se convierte ipso facto en un agente del
“imperialismo”, otro tema recurrente de la mitología castrista, que es como
llaman a los EEUU, para no ofender a la izquierda americana a quien tanto le
deben.
El caso es
que bloqueo propiamente dicho sólo lo hubo durante la crisis de los cohetes y
por menos de un mes, de octubre a noviembre de 1962. De resto, Cuba nunca ha
estado bloqueada y utilizar esa expresión es una falsedad generalmente
malintencionada.
Se ha hecho
moneda corriente también en Venecuba hablar de “bloqueo”, incluso entre la
oposición oficial, para acentuar el colaboracionismo con el discurso
totalitario y con los mismos propósitos que se usa en la metrópolis.
Pero lo
verdaderamente desquiciante de la izquierda americana enemiga del embargo es
que eran los campeones de las sanciones económicas en el caso de la
confrontación con Rusia, recientemente, pero también con Irán en el pasado y
mucho antes con Corea del Norte; lo que nadie se explica es por qué habría de
funcionar allá lo que no ha funcionado aquí o por qué no funciona aquí lo que
debería funcionar allá.
La cuestión
es simple, cuando las negociaciones diplomáticas parecen agotadas y se trata de
evitar la opción militar, lo que queda es jugársela a las sanciones económicas;
pero cuando éstas no logran su objetivo, no parece que lo sensato sea echar
para atrás y rendirse, sino entrar en lo que tradicionalmente se llamaba “una
escalada”.
Lo casi
cómico en el caso de Cuba es que se argumenta pragmáticamente la falta de
resultados en cuanto a lograr la liberalización de la isla; pero en lugar de
subir la presión, se opta por lo contrario, pasar a colaborar con el enemigo
como si nada hubiera pasado en medio siglo.
La verdad, a
los latinoamericanos no nos sorprende que EEUU apoye dictaduras militares en el
subcontinente porque es lo que ha hecho siempre, pero aquellas al menos eran
pro-norteamericanas; lo inquietante es que lo haga con una dictadura militar
comunista manifiestamente hostil no solo a sus intereses sino a los valores que
dice defender en el mundo y que son el fundamento de su grandeza y prestigio.
Los enemigos
del embargo olvidan las razones que los trajeron hasta aquí. Ninguno menciona a
las empresas americanas expropiadas sin indemnización, las confiscaciones, los
abusos y atropellos contra los derechos humanos, los robos, los fusilamientos,
en fin, el terror rojo, la cárcel y extrañamiento de millones de cubanos.
Hoy, cuando
todavía se ven casos de pagos de compensación, devoluciones de obras de arte y
otros bienes robados por los nacionalsocialistas a los judíos durante la
segunda guerra mundial, parece que son los cubanos los únicos que tienen que
resignarse a no recibir nunca ninguna satisfacción por lo que han sufrido.
No debe
ignorarse que otros regímenes avanzan por el mismo camino que ha trazado la
familia Castro, hay otros aprendices de tiranos depredadores y la aspiración de
todos los socialistas es que los daños que causan se vuelvan irreversibles.
Los Castro
tienen que pagar lo que deben antes de irse al infierno, incluso deben servir
de ejemplo para aquellos que pretendan seguir ese camino.
Es una deuda
histórica y la póliza para un futuro más seguro.
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