Agustín Blanco Muñoz
El Gran Reinicio, que
parte de la “preocupación” que embarga a muchos Estados por la dura situación
creada por el COVID-19, se toma como pretexto por los imperios para avanzar en
el reacomodo de la dominación. Es la lucha por una nueva hegemonía. Y todo
huele a guerra, destrucción y a un gran e inmenso caos. Tragedia mayor. Plena
oscuridad.
El imperio yanqui tiene claro el panorama. Sabe de la contienda montada por las instancias del capital financiero del tiempo de la ‘cuarta revolución industrial’. Y en este cuadro China juega el papel central asistida por importantes aliados. Es el bloque emergente dispuesto a confrontar con el orden imperial vigente.
EEUU se siente amenazado, herido en sus planes y esperanzas. Esto tuvo un gran peso en la decisión sobre la designación del candidato para las recientes elecciones. Se requería un presidente que se amoldase a las decisiones de la alta economía sin egocentrismo ni desobediencia. De allí la escogencia del sensato y apacible Biden.
El panorama que plantea el nuevo mandatario refiere un presente duro y un futuro copado de tragedias. Las amenazas que se ciernen sobre EEUU no tienen precedentes. Una hegemonía en jaque vía mate. Muy difícil salvar al Rey. Por ello el llamado de Biden a la unidad de todos para sumar las fuerzas necesarias para superar el oscuro invierno.
Necesario comenzar de nuevo, pero todos juntos. Obligado poner fin a la guerra civil que registra el enfrentamiento del rojo con el azul, de los conservadores con los liberales, las supremacías y el terrorismo interno.
Y al lado del Gran Reinicio de las fuerzas imperiales emergentes, EEUU pone en práctica su renacimiento: todos unidos para enfrentar un poderoso enemigo que avanza con fuerza y decisión depredadora.
Y ante este escenario Biden agrega ‘sus planes’ para recuperar aliados con miras a recomponer la principal casa del bien en el mundo y para mejorar la situación interna en todos los órdenes. Indispensable superar el actual modo y contenido de la vida. Por esto su prédica en general se considera apegada a los lineamientos de la paz, el entendimiento y la reconciliación.
En este contexto resulta fuera de foco la declaración de Anthony Blinken, Secretario de Estado, abriendo fuego contra Maduro y anunciando que el gobierno entrante mantendrá reconocimiento a la AN legítima y a Guaidó como presidente, para agregar de seguidas que se estudiará lo actuado hasta el presente, dado que no se ha alcanzado el objetivo perseguido: sacar de la presidencia al dictador y usurpador.
Los autoproclamados bolivarianos revolucionarios, marxistas-leninistas-maoistas-fidel-guevaristas no entran en este debate y se acogen a la línea planteada por Biden. Y Maduro le hace un llamado de rectificación profunda: abogamos por un nuevo comienzo en las relaciones bilaterales. Habla como un aliado que quiere hacer las paces con el imperio.
Sancho, ¡se avizora una confrontación entre imperios que puede ser la mayor siembra de muertos de la llamada historia de la humanidad!
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