MÁSCARAS Y TRUEQUES POLÍTICOS
Agustín Blanco Muñoz
Juan de Mairena lo
explica claramente a Antonio Machado: la política es, ante todo, un carnaval de
caretas y trueques. Y por eso al político hay que exigirle el cumplimiento de
la máxima virtud pública: ‘ser fiel a su propia máscara’. Obra vuestra que no
debe ser impuesta ni rígida. Porque en algún momento el político ‘tendrá que
dar la cara’, aunque sea para admitir que todo lío en ese terreno se resuelve a
nivel de trueque.
Y este trueque consiste en el cambio de un servicio público, o cualquier otro, por un bien material, efectivo o electrónico. Es la práctica de la consabida corrupción, viviente y activa a nivel mosca. Esto significa que se entiende la necesidad de dar la cara, pero ante el posible “quedar al descubierto”, se repone la necesaria y confundidora máscara.
¿Pero es que las caretas tienen fecha de caducidad? No. Nacieron con la política propiedad-riqueza. Han recorrido los imperios de faraones, emperadores, reinados desde Cristo a los zares y a los príncipados socialistas, revolucionarios y ‘republicanos- democráticos y dictatoriales’.
En este subcontinente, la careta la extiende el criminal invasor que intenta esconderse en la máscara de supuesto descubridor y civilizador. Sin embargo, 500 años después queda al desnudo, cuando el movimiento de los No Descubiertos le arranca la careta.
Pero son centenares las máscaras a reventar: la nombrada como guerra humanitaria por la paz, la que alude a DDHH, solidaridad y amistad, la que refiere una tal democracia liberal-burguesa, otra socialista popular y la marxista-leninista-estalinista destructora-criminal.
Y para encontrarnos con la verdadera historia, se impone derribar, además de la descubridora, la máscara patriotera portadora del engaño de la independencia, soberanía, autonomía, libertad e igualdad para todos, la máscara republicana (¿cuál cosa pública?), la democrática del hambre y la miseria en general, el crimen y toda inseguridad.
En el caso de este ex país, la diferencia es el monto del robo. ¿Quién es el más o menos ladrón? Cada politiquero aspira una careta adicional que dé registro legal-institucional, para ejercer el vandalismo con pleno derecho. Para ser fiel a su propia máscara y no valerse de una acuñada para confundir y dominar sin derecho ni razones.
Por eso en este momento gobernantes y cómplices están dictando una clase magistral a nivel doctoral, como base para un buen título, a los más y mejores ladrones-corruptos que ya actúan con mayor descaro, y con o sin máscaras.
Sancho, ¡llevamos más de cinco siglos enmascarados con la máxima fidelidad que impone nuestra continua destrucción!
@ABlancoMuñoz
01 de mayo del 2021
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