José Pío Tamayo (1898-1935)
le solicitamos a un amigo del alma, un artista extraordinario,
un trabajador incansable
y un mago para convertir los rostros en hebras de luz,
que nos diseñara un afiche para esa ocasión.
Apenas le enviamos una foto antigua que,
en blanco y negro, trazaba los rasgos tocuyos de Pío.
Su respuesta fue este rostro que hoy,
Su respuesta fue este rostro que hoy,
antes de que se acabe este octubre de despedidas,
reproducimos como homenaje a Pío
y como gesto hondo de afecto al artista,
Antonio Cabezas,
porque, como entonces, parecen ser infinitas
las líneas de arcoiris que se vuelven espiral
sobre la sonrisa del floricultor de hazañas.
octubre del 2005
cuando se cumplen setenta años
de su asesinato
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