Para Clementina
Michina:
La noche aquella de tu fiesta escribí para ti un sencillo romance. ¿Lo recuerdas?
En él nos transportamos, sobre las alas de la poesía, hacia el pasado espléndido de tu niñez.
Y vinimos aquí, calladamente, sin que los invitados se dieran cuenta…
Tú y yo nos escapamos para venir un rato a esta tierra de gracia
que querías mostrarme; a tu casa bonita, a tu mundo, tu cielo.
Hoy regreso contigo, con tus cenizas, con tu espíritu noble,
Hoy regreso contigo, con tus cenizas, con tu espíritu noble,
con tu presencia inolvidable que nos acompaña.
Hoy regreso contigo a la región privilegiada donde viviste tus días más felices.
Y aquí te hemos traído; para que vuelvas a tus juegos, a tus andanzas de niña traviesa,
a tu risa de antes, a tus enredaderas, a tus lejanos soles.
Te trajimos aquí para que formes parte de la Naturaleza;
Te trajimos aquí para que formes parte de la Naturaleza;
para que formes parte de este suelo tuyo, de las colinas y los colibríes que te engendraron;
y resplandezcas de frescura, cuando la Luna se levante y alumbre con sus rayos
los pequeños sembrados de los campesinos.
Y volverás a ser el clavel perfumado, el clavel colorado de los jardines;
Y volverás a ser el clavel perfumado, el clavel colorado de los jardines;
la mañana de sol, el parquecito de tus añoranzas, el horizonte de tus sueños.
Volverás a ser luz que se acrecienta; volverás a las aguas,
a las raíces de los mangos y los tamarindos, para ayudarlos a crecer.
Volverás a volar entre las mariposas que conociste,
volverás a sembrarte en el tranquilo huerto.
Y serás libre nuevamente. Respirarás el aire puro que baja de los cerros.
Y serás libre nuevamente. Respirarás el aire puro que baja de los cerros.
Respirarás el canto de los pájaros. Volverás a ser tierra de El Callao:
el puñado de tierra que una vez te llevaste, después de la tormenta.
Y volverás a ser, para todos nosotros, esa pequeña flor que nunca muere.
Queda en paz, Clementina.
Queda en paz, Clementina.
Amanece otra vez en las abiertas dimensiones de tu campo.
Crece de nuevo en el arroyo; regresa a los altares del dios de las cosechas,
para que te conviertas en mandarinas y naranjas, en guayabas y nísperos.
Regresa a las canciones de las serenatas, a la molienda de la caña dulce,
a las flores de octubre, que hoy te reciben.
Y permanece en El Callao, querida Clementina,
Y permanece en El Callao, querida Clementina,
como semilla buena del cariño; como tesoro de la tierra.
Mariela Arvelo
Hacienda El Callao, domingo 2 de octubre, 2005.
Mariela Arvelo
Hacienda El Callao, domingo 2 de octubre, 2005.
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