EL ARTÍCULO ANTERIOR sobre la falsificación histórica produjo reacciones. Se pregunta si tiene sentido sacar a relucir situaciones que no nos ayudan hoy a ser mejores. Consideramos que, ante el bolivarianismo establecido como fundamento ideológico y político de y para la manipulación del colectivo, se impone seguir en el esfuerzo de clarificación que en algún momento enfrente la permanente falsedad. Por eso, cuando el hilo de la bandera nos devuelve a la ‘guerra de independencia’ y nos coloca específicamente ante los casos de Miranda y Piar, no es posible quedarnos en el discurso interesado.
En un inicio se supo que la inclinación del mantuano-coronel en 1812 es mandar a fusilar a Miranda. ¿Tuvo esta actuación como propósito eliminar al jefe natural, tomando como motivo expreso la capitulación ante Monteverde? El comportamiento ante el Generalísimo es humillante y criminal. Y luego se cambia por una medida que disfraza la pena: entregarlo al Estado Metropolitano que lo tiene en la lista de sus peores enemigos. De antemano se sabe que su condena es a cadena o ‘muerte perpetua’. Pero entregarlo permite obtener algunos beneficios para la continuación de la guerra, porque las fuerzas extranjeras entienden que los patriotas con la ausencia del jefe máximo es muy poco lo que podrían adelantar.
Y CUANDO EL MISMO Bolívar ordena el juicio contra el Gral. Manuel Piar, luego de la emancipación de Guayana en 1817, tiene plena conciencia de que la condena es a muerte porque el tribunal de incondicionales no podía decidir otra cosa. En ambos casos se pone en juego la negociación y el poder. La liquidación del curazoleño, a la vez, le evitaba el peligro que significaba un verdadero jefe militar alzado desconocedor del ‘jefe único’ y, además, ‘desertor y traidor’. Este es el mismo Bolívar que en 1813 condena a españoles y canarios a la muerte aun siendo inocentes.
En 1814, contando con poderes dictatoriales, ejecuta 800 ‘realistas’ detenidos en La Guaira. Es el Bolívar que en 1817 se prepara para asumir poderes para formar ‘otra república’. En febrero del 19 el Congreso de Angostura lo nombra presidente de Venezuela y su labor prosigue entre apoyos y disidencias.
ASPIRA AFIRMAR SUS glorias por encima de toda ambición distinta a la suya. Por ahora logra controlar a Mariño, Bermúdez, Anzoátegui. ¿Pero hasta cuándo? Otros poderes-caudillos ganan espacio. Para 1827 la anarquía es indescriptible. A raíz de la Convención de Ocaña Bolívar asume la dictadura para enfrentar el poder santanderista. Conspiradores intentan asesinarlo.
El 04/06/28 cae asesinado Sucre en Barruecos. El Congreso Constituyente de Valencia ratifica la liquidación de Colombia, desconoce a Bolívar y nombra a Páez presidente. El ‘nuevo poder’ sigue por la senda de intrigas, confrontaciones, trampas, negociaciones. Algo parecido a lo que ocurre hoy. Sin embargo, se nos obliga a tomar partido por un ‘bolivarianismo’ que participa en la creación de la república que registra las leyes del reparto-engaño, la masacre y la negociación permanentes que inciden hoy en la llamada ‘revolución’ o falsificación-destrucción de este ex-país. ¿Podremos deslastrarnos de estas imposiciones en la construcción de nuestro propio e irrenunciable futuro?
Agustín Blanco Muñoz
Publicado en El Universal, 24/03/06
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