Para muchos de los ganadores del No, o no-triunfadores, es hora de rectificar la profunda e incalificable injusticia que se había cometido con el CNE y proceder a la inmediata reconciliación con el organismo rector de la cuestión fundamental de una democracia: el voto.
Por mucho tiempo se le cuestionó y atacó con base a la creencia de que los males de la oposición provenían de un tal fraude-trampa que montaba el árbitro electoral. Entonces se le veía como uno de los peores centros de corrupción de este ex-país por cuanto traficaba con la voluntad del ‘pueblo’ que se expresa a través del voto. El discurso de la reconciliación que nos sirve un No triunfador permite observar que con la reivindicación del voto y el CNE, queda materialmente reivindicada la ‘democracia bonita’.
Hoy, favorablemente, sabemos que no es cierto nada de lo que se había dicho del CNE. Todo obedecía a una falsa percepción del organismo que hoy, gracias a Dios, hemos rectificado con la ayuda del propio CNE que nos ha dado esta gran enseñanza. En esto fue clave la derrota de nuestro candidato de la ‘unidad nacional’ el 03D-06. Después que él reconoció que había perdido en limpios y transparentes comicios, entendimos colectivamente que el CNE siempre había actuado con la verdad por delante.
Supimos así que este es un organismo regido por el profesionalismo y la honestidad. Quedan libres de toda sospecha funcionarios del pasado como el ex-presidente Jorge Rodríguez a quien injustamente se señaló como artífice de lo que se llamó el gran fraude del 15Ag.-04.
Hoy se sabe que el presidente Chávez siempre ganó limpiamente porque era mayoría y que hoy perdió porque empezó a ser minoría.
Y esto es algo que acaba de certificar con toda objetividad este poder electoral, que puede ser una envidia para la mayoría de los países del planeta. Es la democracia y la estabilidad institucional. Por eso hoy tenemos que decir con mucha humildad, desprendimiento y honestidad: Gracias CNE por brindarnos la posibilidad de reencontrarnos con el voto y la democracia.
Y todo ocurre oportunamente. Porque estamos apenas a 10 meses de las elecciones para gobernadores y alcaldes. Y esta victoria nos abre la posibilidad de lograr un triunfo que nos permita mantener las pocas posiciones que tenemos y multiplicarlas en gobernaciones y alcaldías. De esa manera crecerá la reconciliación democrática y desaparecerá definitivamente todo asomo de autoritarismo.
Muchos creían que los partidos políticos de la mal llamada cuarta república estaban liquidados. Pues ha quedado demostrado, gracias al CNE, que eso era una gran mentira. Nuestras organizaciones son hoy de nuevo las conductoras de la oposición a este régimen.
Hubo el apoyo-participación de estudiantes y sociedad civil a esta causa. Y en el camino nos conseguimos con otros aportes como los de Podemos, Marisabel, Baduel y los medios de comunicación. Pero hay que recordar que sin partidos políticos no hay democracia. Y por ello el propio régimen estaba obligado a contribuir con nuestra recuperación.
Por supuesto que mucha gente duda de la autenticidad de un triunfo que queda registrado por tan escaso margen. Es un triunfo del uno por ciento. Pírrico primero, “una mierda” un poquito después y quién sabe cómo se le calificará más adelante.
A la una y media del 03/12/07 ‘las oposiciones’ experimentamos la inmensa alegría, en el momento en el cual la presidenta del CNE dijo que el No había ganado por un 1% y que esa diferencia, una vez escrutadas el 88% de las actas, era irreversible.
El 12% de un electorado de 9 millones es más de un millón de votos que pueden cambiar tan precaria diferencia. Pero la presidenta, actuando con la solvencia, sabiduría y honestidad que siempre la han distinguido, señaló de manera enfática y terminante: es un resultado irreversible!
Y la grandeza del CNE no se quedó en ese punto: convenció a todas las partes de que era necesario aceptar que el reñido resultado, tal y como horas antes lo habían reconocido Julio Borges y Jorge Rodríguez. Un uno por ciento que tiene incorporada una especie de magia que le convierte en inamovible.
Y la tesis-versión del uno por ciento, aceptada por todos, es lo que permitirá que haya un ganador que puede admitir ganar por un escaso margen que le permita su ‘recuperación democrática y salir del foso-laberinto del olvido’.
La revolución no se puede dar ese lujo de ganar por tan reducido margen porque habría protestas y se le acusaría de querer imponer la reforma para implantar el socialismo del siglo XXI.
El gobierno prefiere entonces permitir el triunfo de ‘las oposiciones’, con la condición o acuerdo-negociación de que se mantenga que fue una contienda ‘cabeza a cabeza’ por culpa de los fanáticos de la abstención, de quienes no cumplieron con su deber democrático o revolucionario. Un enemigo común que deberá ser enjuiciado y liquidado a como dé lugar, por enfrentar incluso las nuevas formas del fraude-trampa al uno por ciento.
Y este discurso obliga a pensar en el enigma del 02D-07: ¿Quién fue el verdadero ganador? ¿Quiénes buscarán ahora alcaldías y gobernaciones? ¿La sociedad civil, los estudiantes y el ‘grupo Baduel’?
Hasta el 01D-07 estábamos ante un régimen autoritario. Ahora ¿cómo negar que el 02D-07 le otorga la calificación de demócratas a quienes son capaces –poderes en mano- de respetar una diferencia del un 1% (¡Irreversible!!!) con el adversario? Y esta reconciliación de ‘las oposiciones’ con la democracia-CNE ¿apunta acaso hacia el hundimiento del régimen?
Favorablemente este gobierno tiene en su seno los instrumentos para su propia destrucción. La Reforma lo llevaba a la creación de la Venezuela totalmente insostenible. Pero el CNE y el No hicieron el milagro de y para la salvación de la democracia y “nuestra revolución”. ¿Hasta dónde llegará esta reconciliación? abm333@gmail.com
http://opinion.eluniversal.com/2007/12/14/opi_1725_art_que-nos-perdone-el_14A1259321.shtml
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