¡VENEZUELA: EL PAÍS QUE YA NO ES!
Agustín Blanco Muñoz
Por mucho tiempo se habló de un país independiente, autónomo, soberano y mucho más. Hoy es inevitable aceptar que formamos parte, como sociedad, de un ex país, ex patria, ex nación.
En un inicio fue la aspiración de conformar una organización social basada en un orden legal e institucional, por encima de los regímenes políticos dispuestos a circunscribir la acción de una sociedad a sus propios círculos e intereses. Eran los tiempos independentistas y de los comienzos de lo que se ha dado en llamar república.
Esas aspiraciones pronto se vieron frustradas, dando paso a un ciclo caudillista-autoritario-dictatorial, cuya continuidad alcanza a nuestros días. Sin embargo, en medio de estas vicisitudes ha permanecido ese anhelo mayoritario de tener patria- país.
Ese proceso alcanza ya 200 años. Y es ahora, en el denominado proyecto-proceso revolucionario, cuando se llega a un punto culminante en cuanto a destrucción de todo lo existente.
Al fin, la revolución, la transformación radical, la otra Venezuela, de la estabilidad y el apego a la acción para la solución de los grandes problemas de la mayoría. Al fin un proyecto de inclusión capaz de impulsar la creación de una nueva Venezuela.
Pero ocurre que lo postulado como proceso revolucionario no es más que la continuación de las repúblicas del fracaso. La llamada V República es así una síntesis de males. El acopio de derrotas en las que sólo ha prevalecido el triunfo de quienes ejercen labor de dirigentes y propietarios.
Por ello en la actualidad no se registra novedad sino suma de pasados. La república actual es la propia república de cualquier momento de los dos siglos anteriores, que reimpone la vieja consigna del borrón y cuentas con ‘nuevos hombres y nuevos procedimientos’, sin dejar de lado el ‘orden, paz y progreso’ gomecista.
Dos siglos en los cuales ha tenido plena vigencia el liberal-positivismo. Por ello la permanencia de un orden social controlado progresivamente por el mismo capital y la consecuente concepción histórica que no sabe de rompimiento sino de continuidad del mismo sistema.
Pero hasta 1999 no se había hecho mayores intentos por romper el ‘hilo constitucional’ que se puso a andar en 1830. Ni la Guerra Federal o cualquiera de las dictaduras que han azotado esta sociedad impusieron algún tipo de ruptura.
El proceso revolucionario castro-chavista se presenta como el iniciador de un nuevo período histórico. Y para ello se apeló al ‘poder originario’. Y se reúne una constituyente que pretendió echar las bases de una nueva república.
Pero apenas avanza este proyecto queda claro que el propósito es la destrucción de cuanto existe sin que se produzca una nueva realidad, ni se sienten las bases para una nueva estructura económica y social.
Por el contrario, utilizando viejos procedimientos, se va liquidando cada vez más la institucionalidad sobre la cual se erige la república, se destruye todo pensamiento o proyecto democrático, para dar paso una empresa mayor que se denomina socialismo.
Y es así como el país-nación-patria se desdibuja cada vez más para dar paso a Venecuba. Al principio, cuando a la altura del año 04 hablamos de nuestra condición de ex país hubo muchas reservas y no faltó quien nos tildara de exagerado.
Hoy, por desgracia, podemos constatar que somos cada día más un expaís, exnación, expatria. Y son ya muchas las voces que han asumido el mensaje para ir más allá de toda contemplación.
Una de ellas es Gabriela Montero, quien, en medio de este ambiente de preocupación por y para la lucha, utiliza no sólo la voz sino también el sonido para presentar su rapsodia Ex Patria que le da la palabra al corno francés, al piano y a la percusión para expresar un lamento único y desconsolado, que da a la audiencia una visión del desorden de una sociedad desmantelada y sofocada.
Una realidad que sólo podrá ser enfrentada por la manifestación pacifica y organizada de un colectivo consciente, dispuesto a avanzar hacia una historia de nuevos contenidos. T: @ablancomunoz