Tibisay Lucena
Mucha gente se pregunta sobre la validez, procedencia
y hasta seriedad del Acuerdo que firmaron los candidatos presidenciales en el
CNE para cumplir con la Constitución y las leyes, reconocer los resultados
del 7-0 y para que “no se desconozca la
voluntad del pueblo de Venezuela con hechos de violencia o de cualquier otro
tipo que atenten contra el bienestar del país”.
Por donde se le mire, lo acordado tiene olor a
engaño, burla o disimulo. Y la secuencia de su elaboración deja el asunto al
descubierto.
Ya en plena campaña, el Comando Tricolor/Venezuela y
su candidato se dan cuenta de que hay ventajismo en el proceso, que el
candidato del oficialismo es el golpista-presidente (GP) y que les toca competir
en condiciones de abierta desigualdad con el Jefe de Estado, Jefe del Gobierno,
Jefe de todos los Poderes, Jefe de las FAN, Jefe del Erario Público y del
Primer Partido Nacional.
Caen en cuenta además que no hay limitación
constitucional alguna en el caso de la reelección presidencial, ni norma del CNE que impida la utilización
de los mecanismos e instituciones del Estado, con fines que se pueden
considerar como propagandísticos.
Y ante este panorama Capriles propone un Acuerdo al Árbitro
Electoral para que se regule el uso de los fondos públicos y las Cadenas de
Radio y Televisión.
La respuesta del GP fue inmediata: en el ejercicio
del mando-poder nadie me puede impedir que utilice la maquinaria a mi cargo por
mi condición de Presidente. ¿Qué quieren, que el Jefe de todos los venezolanos viaje,
por ejemplo al interior en transporte público y sin escoltas?
Y de las cadenas dijo: yo tengo la potestad para
decidir cuando un evento gubernamental debe ser trasmitido por todos los medios
al país. Y finalizó diciendo que no había necesidad de ningún acuerdo porque
todo estaba pautado en la Constitución y las leyes.
Horas después apareció la Presidente del CNE proponiendo un Acuerdo que incorporara lo relativo a la necesidad de
detener la violencia.
Pero de esta materia sólo había hablado el
oficialismo. En muchas oportunidades, tanto el GP como sus parciales, señalaron
y señalan que a diferencia de la oposición, ellos han expresado su decisión de
acoger y respetar los resultados que dé el árbitro de las elecciones del 7-0.
Y en cada caso han hecho una observación: que no se
les ocurra desconocer los resultados que proclame el CNE ni acudir a un plan B
porque se arrepentirían para siempre.
A un supuesto asomo de violencia se le responde con
una carga dimensional. Y lo que sigue es
la conexión con el CNE para que proponga un acuerdo mediante el cual se
deja en claro que una de las dos partes
de la contienda polarizada tiene un plan violento.
Pero ninguna de las partes al ser convocadas por el
CNE alude a la violencia. Cada quien actúa en términos de yo no fui ni seré.
La síntesis del absurdo es que el compromiso entre
las partes es a reconocer los ‘resultados perfectos del árbitro’ y no acudir a
la violencia por ninguna circunstancia.
De esta manera queda claro que hay un escenario de
violencia que se pretende detener con un Acuerdo.
Y esto se desprende del cuadro de polarización
prevaleciente y según el cual una parte ya canta victoria, armada de los votos
duros que aseguran las tarifas y de su dominio CNE para
todo tipo de manejo en el orden del fraude.
Las oposiciones a la vez dicen actuar en desventaja,
dando la pelea contra todo ventajismo y enfrentando a todo aquel que haga
denuncias de fraude-trampa, porque eso ahuyenta a muchos votantes que
desilusionados se convierten en abstencionistas.
Esto ha llegado tan lejos que voceros de la
MUD han considerado que quienes hacen este tipo de denuncia son simples
‘delincuentes electorales’.
Esto se une a la llamada lucha contra los llamados
Ni-Ni, que no suscriben una u otra candidatura, y apuntan más bien hacia la
disidencia que ve, en la superación de esos dos frentes, la única posibilidad
de avance de un proyecto que se encargue de la construcción de una nueva
Venezuela.
Y situados en este punto ¿qué ocurrirá el 7-0 luego
del cierre de las mesas electorales? ¿Vendrán los resultados CNE a media noche
y de inmediato el reconocimiento del perdedor al ganador en un clima de paz,
concordia y entendimiento?
¿Tomará la calle la oposición el mismo 7-0 para resguardar sus votos y asegurar la
existencia de un ambiente electoral de respeto a la decisión del ‘soberano’?
¿Cómo negar que esta toma de la calle sería vista por el chavismo y sobre todo
por sus radicales como un desafío?
¿Cómo dudar que el oficialismo ante cualquier
movilización que considere desestabilizadora se sentirá autorizada por la Constitución, las leyes y el Acuerdo-CNE, para ‘garantizar el orden
público’ y la pervivencia de la ‘democracia revolucionaria’?
En realidad por ninguna parte se observa un
transcurrir colmado de tranquilidad y sosiego. La violencia no está por
comenzar. Ha sido y es una constante en el proceso social venezolano y no es
este el momento que surgirá una excepción.
Esta polarización, de no mediar acuerdos y negociaciones,
podría estallar y en ese caso se podrá aplicar la llamada violencia del Estado
y obligar a los derrotados a negociar una salida. Pero por todas partes la
violencia se exhibe como enseñoreada y triunfal.
Y es este precisamente el escenario que la fuerza
social y organizada de la disidencia estaría obligada a enfrentar, porque la
neurosis electoral que tiene afectada a buena parte de los exvenezolanos, no
puede convertirse en simple territorio de las muertes que son capaces de
sembrar los Acuerdos para la violencia, la falsificación y la mentira. ¡Qué
historia amigos! Twitter:@ablancomunoz / abm333@gmail.com
Agustín Blanco Muñoz
El Universal, 20 de julio del 2012
estamos entre los polarizados que pretenden expriminos. En ese acuerdo no hay nada que garantice la imparcialidad del arbitro, cuya tarifa de lealtad y fidelidad esta pagada por el ejecutivo.
ResponderBorrarQue mas violencia que el manejo de nuestros destinos a través de una burda obra de teatro
Maria Eugenia Gil Beroes
Profesor: Muy bueno su artículo, sabio y real. Yo pienso igual que usted y ya me sé de memoria el final de este proceso.
ResponderBorrarMaría Ferras
Siempre negativo, compadre. Su asunto es llevar la contraria.
ResponderBorrarOuluj Rasec