viernes, agosto 17, 2012

EL FENÓMENO CAPRILES



  
La expresión se escucha con frecuencia: Capriles es el fenómeno de esta campaña. ¿Pero por qué se alude al candidato de esa manera?

Por lo general se presenta como fenómeno todo aquello que llega más allá de lo que inicialmente se cree o dictamina.

En lo que se conoció como primarias, muchos pensaron en un comienzo que el triunfo  correspondería al candidato de los partidos de mayores raíces populares: Acción Democrática y su derivado Un Nuevo Tiempo. Se daba por descontado que el abanderado de la MUD sería Pablo Pérez.

Pero los intereses nacionales e internacionales que se cuadran alrededor de HCR permiten adelantar una campaña  que le lleva a una buena ubicación en el escenario político planteado.

Y ante esta realidad, el bloque adeco-un nuevo tiempo se convence de su inferioridad, en cuanto a recursos e imagen de su candidato y se repliega y negocia.

Desde entonces, los dirigentes y sus respectivos partidos parecen comprometerse a no participar en la campaña electoral, con la única excepción de algunos candidatos a gobernadores y alcaldes.

 En general, esta es la campaña de un protagonista contra otro. Un caudillo consolidado  frente a un aspirante. Por ello, en cuanto a la MUD, sólo el candidato puede hacer acto de presencia en todo escenario. Los partidos deben permanecer en silencio y detrás del aspirante. Algo sin precedentes en nuestra política.

Esto denota la permanencia del  vacío-agotamiento que pesa sobre nuestros partidos políticos y que en su momento sirvió de espacio para que se montase el neocaudillo Hugo Chávez,  ya ubicado al frente de  una buena parte de lo que fue la militancia de AD y Copei.

Y cuando la realidad política que se conforma alrededor de la figura mesiánica de HCF, da señales de un alto nivel de cansancio, ineficiencia, burocratismo y corrupción, las oposiciones impulsan un neocaudillo que intentase enfrentar y vencer al actual Jefe Único. Y la figura que tiene a mano es la de HCR que sin  buscarlo se convierte en el fenómeno que muchos refieren.

Al mismo tiempo se llega a la conclusión de que ningún proyecto que enfrente de manera frontal al chavismo podrá salir triunfante.

Por ello las oposiciones toman el camino de la identidad que les permite presentarse como continuadores de la obra del chavismo sin HCF.

Se ofrece continuar las políticas sociales del golpista-presidente (GP) aunque con algunas correcciones que las conviertan en permanentes y seguras. Para ello, habrá una Ley de Misiones o el mejoramiento de las pensiones.

De modo que el reparto social crecerá pero no se regalará nuestro petróleo a países como Cuba.

Una táctica que no sólo refiere pobreza programática e ideológico-política, sino una práctica insostenible por cuanto no es posible invertir el petróleo a lo interno, contando con una tal independencia, autonomía y libertad de decisión que no existe.

Para tener alguna soltura en el manejo del mercado petrolero hay que disponer de una política de alianzas que garantice la correspondiente defensa.

Y en este caso ese Chavismo sin HCH termina en un Caprilismo de inclinación hacia un petróleo  que sólo  contaría con el mercado yanqui de siempre.

Esto coloca la situación a nivel de una confrontación creciente e irreversible. Para el chavismo real, el petróleo es un arma de lucha para la independencia suramericana,  caribeña y de más allá. Para el caprilismo el  petróleo debe ser aprovechado sólo por los venezolanos.

Lo que está en juego no es la simple adrenalina de los fanatismos y las emociones, sino los gruesos intereses de una u otra posición.

De modo que no se trata de un simple 7-0 que sólo tiene como actores a unos candidatos y un CNE. Hay dos posiciones claramente marcadas sobre el destino de “nuestras reservas  petroleras”.

Estamos ante  un poder estatal con gran fuerza y proyección que se enfrenta a un aspirante a  beneficiario del  poder petrolero. El triunfo, en principio, corresponderá al aparato estatal.

Pero no falta quien observe que hay mucha gente, pueblo por pueblo, al lado del candidato opositor y que a pesar de lo que señala la mayoría de las encuestas, puede ganar.

Este presupuesto parece desconocer lo que es el poder de un Estado. Estamos ante un ‘socialismo petrolero’ que no va hacia la tal dictadura del proletariado’, la eliminación del Estado o las clases, sino que plantea un socialismo militarista a la cubana que mantendrá el control de este ex país mientras lo permitan las circunstancias.

Y para alargar ese poder el GP no vacila en avanzar en las alianzas de clases. Y por eso el 11/08/12 dijo en San Cristóbal que “a los ricos les conviene que este soldado siga gobernando porque es garantía de estabilidad”. Él garantiza la estabilidad a punta de capital y plomo, haciendo incluso del voto un fraude-trampa que tiene el mismo poder-potencia de una bala.

Ante este cuadro, y dado lo lejos que ha llegado el fanatismo, no debe perderse de vista que la violencia que se pueda ejercer de un lado, no va a quedar sin respuesta. Por ello, a la hora de los resultados electorales del 7-0, es previsible pensar en situaciones indeseables.

El oficialismo, hora a hora, habla de un tal plan desestabilizador, con apoyo exterior, hasta del narcotráfico, llamado a desconocer los resultados de las elecciones presidenciales.

¿Qué saldrá de este cuadro? ¿Tiene algún espacio el escenario de una derrota del GP? ¿Hasta dónde llegará el fenómeno Capriles? ¿Llamará simplemente a reconocer el triunfo del ‘Otro Candidato’? ¿Cómo dejar de pensar que viene avanzando una disidencia cada vez más creciente?

Un triunfo, vía fraude-trampa del GP, nos llevará indefectiblemente a una nueva situación y, en consecuencia, ante la necesidad de hacer una verdadera política para los tiempos y circunstancias que vivimos. De no ser así, seguiremos en el espectáculo de los fenómenos que se van y vuelven. ¡Que historia amigos! @ablancomunoz / abm333@gmail.com

Agustín Blanco Muñoz
El Universal, 17 de agosto del 2012

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