La expresión se escucha con frecuencia: Capriles es
el fenómeno de esta campaña. ¿Pero por qué se alude al candidato de esa manera?
Por lo general se presenta como fenómeno todo aquello
que llega más allá de lo que inicialmente se cree o dictamina.
En lo que se conoció como primarias, muchos pensaron en un comienzo que el triunfo correspondería al candidato de los partidos de
mayores raíces populares: Acción Democrática y su derivado Un Nuevo Tiempo. Se
daba por descontado que el abanderado de la MUD sería Pablo Pérez.
Pero los intereses nacionales e internacionales que
se cuadran alrededor de HCR
permiten adelantar una campaña que le lleva
a una buena ubicación en el escenario político planteado.
Y ante esta realidad, el bloque adeco-un nuevo tiempo
se convence de su inferioridad, en cuanto a recursos e imagen de su candidato y
se repliega y negocia.
Desde entonces, los
dirigentes y sus respectivos partidos parecen comprometerse a no participar en
la campaña electoral, con la única excepción de algunos candidatos a
gobernadores y alcaldes.
En general, esta es la campaña de un protagonista contra otro.
Un caudillo consolidado frente a un
aspirante. Por ello, en cuanto a la
MUD , sólo el candidato puede
hacer acto de presencia en todo escenario. Los partidos deben permanecer en
silencio y detrás del aspirante. Algo sin precedentes en nuestra política.
Esto denota la permanencia del vacío-agotamiento que pesa sobre nuestros
partidos políticos y que en su momento sirvió de espacio para que se montase el
neocaudillo Hugo Chávez, ya ubicado al
frente de una buena parte de lo que fue la
militancia de AD y Copei.
Y cuando la realidad política que se conforma
alrededor de la figura mesiánica de HCF, da señales de un alto nivel de cansancio,
ineficiencia, burocratismo y corrupción, las oposiciones impulsan un neocaudillo
que intentase enfrentar y vencer al actual Jefe Único. Y la figura que tiene a
mano es la de HCR que sin buscarlo se
convierte en el fenómeno que muchos refieren.
Al mismo tiempo se llega a la conclusión de que
ningún proyecto que enfrente de manera frontal al chavismo podrá salir
triunfante.
Por ello las oposiciones toman el camino de la
identidad que les permite presentarse como continuadores de la obra del
chavismo sin HCF.
Se ofrece continuar las políticas sociales del
golpista-presidente (GP) aunque con algunas correcciones que las conviertan en
permanentes y seguras. Para ello, habrá una Ley
de Misiones o el mejoramiento de las pensiones.
De modo que el reparto social crecerá pero no se
regalará nuestro petróleo a países como Cuba.
Una táctica que no sólo refiere pobreza programática
e ideológico-política, sino una práctica insostenible por cuanto no es posible invertir
el petróleo a lo interno, contando con una tal
independencia, autonomía y libertad de decisión que no existe.
Para tener alguna soltura en el manejo del mercado
petrolero hay que disponer de una política de alianzas que garantice la
correspondiente defensa.
Y en este caso ese Chavismo sin HCH termina en un
Caprilismo de inclinación hacia un petróleo
que sólo contaría con el mercado
yanqui de siempre.
Esto coloca la situación a nivel de una confrontación
creciente e irreversible. Para el chavismo real,
el petróleo es un arma de lucha para la independencia suramericana, caribeña y de más allá. Para el caprilismo
el petróleo debe ser aprovechado sólo
por los venezolanos.
Lo que está en juego no es la simple adrenalina de
los fanatismos y las emociones, sino los gruesos
intereses de una u otra posición.
De modo que no se trata de un simple 7-0 que sólo
tiene como actores a unos candidatos y un CNE .
Hay dos posiciones claramente marcadas sobre el destino de “nuestras
reservas petroleras”.
Estamos ante un poder estatal con gran fuerza y proyección
que se enfrenta a un aspirante a beneficiario del poder petrolero. El triunfo, en principio,
corresponderá al aparato estatal.
Pero no falta quien observe que hay mucha gente,
pueblo por pueblo, al lado del candidato opositor y que a pesar de lo que
señala la mayoría de las encuestas, puede ganar.
Este presupuesto parece desconocer lo que es el poder
de un Estado. Estamos ante un ‘socialismo petrolero’ que no va hacia la tal
dictadura del proletariado’, la eliminación del Estado o las clases, sino que
plantea un socialismo militarista a la cubana que mantendrá el control de este
ex país mientras lo permitan las circunstancias.
Y para alargar ese poder el GP no vacila en avanzar
en las alianzas de clases. Y por eso el 11/08/12 dijo en San Cristóbal que “a
los ricos les conviene que este soldado siga gobernando porque es garantía de
estabilidad”. Él garantiza la estabilidad a punta de capital y plomo, haciendo
incluso del voto un fraude-trampa que tiene el mismo poder-potencia de una bala.
Ante este cuadro, y dado lo lejos que ha llegado el
fanatismo, no debe perderse de vista que la violencia que se pueda ejercer de
un lado, no va a quedar sin respuesta. Por ello,
a la hora de los resultados electorales del 7-0, es previsible pensar en situaciones
indeseables.
El oficialismo, hora a
hora, habla de un tal plan desestabilizador, con
apoyo exterior, hasta del narcotráfico, llamado
a desconocer los resultados de las elecciones presidenciales.
¿Qué saldrá de este cuadro? ¿Tiene algún espacio el
escenario de una derrota del GP? ¿Hasta dónde llegará el fenómeno Capriles?
¿Llamará simplemente a reconocer el triunfo del ‘Otro Candidato’? ¿Cómo dejar
de pensar que viene avanzando una disidencia cada vez más creciente?
Un triunfo, vía fraude-trampa del GP, nos llevará
indefectiblemente a una nueva situación y, en consecuencia, ante la necesidad
de hacer una verdadera política para los tiempos y circunstancias que vivimos.
De no ser así, seguiremos en el espectáculo de
los fenómenos que se van y vuelven. ¡Que historia amigos! @ablancomunoz /
abm333@gmail.com
Agustín Blanco Muñoz
El Universal, 17 de agosto del 2012
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