Rafael Olbinski
¿CÓMO ORGANIZAR LA CONSTITUYENTE-CALLE?
Agustín Blanco Muñoz
La cuestión no tiene precedentes en este expaís. Porque a lo largo de
203 años de ficción de independencia y república, aquí no ha habido intento alguno por organizar
la fuerza-movimiento del colectivo, con miras a lograr un nivel de conciencia
que le permita avanzar hacia la toma del
poder.
Al pueblo-colectivo sólo se le ha utilizado para ponerlo al servicio de
intereses ajenos y al margen de la
posibilidad de convertirse en actor de
su propia historia.
Y ante este cuadro, regido por el padecimiento y la frustración,
levantamos la proposición de una Constituyente Originaria (CO) como una manera de impulsar una nueva
realidad que vaya más allá de acabar con el gobierno. Lo esencial es conformar una
organización social e institucional que sea el fundamento de un nuevo Estado y una
verdadera democracia.
Pero ante esta proposición surgen
voces de alarma: ¿Otra constituyente para que nos pase lo mismo que cuando
Chávez y Maduro se afiance y fortalezca definitivamente?
Hay quien elabora más y señala: ¿Cómo negar que aquí las constituyentes sólo han
servido para legalizar usurpaciones provenientes de golpes de Estado y crear
constituciones a la medida de las, apetencias del nuevo caudillo?
Este es el caso de la impulsada, celebrada y aprovechada por el
golpista-presidente en 1999 cuando se apropia del conjunto institucional y lo
pone a su servicio y de una causa internacional supuestamente socialista que
tendrá como actor principal al régimen cubano. Se lleva a Venezuela así a la
condición de un expaís que ahora forma parte de Venecuba, integración de dos supuestas revoluciones.
En esto juegan papel destacado unas oposiciones agotadas que se limitan a
la convalidación negociada y productiva. A esta hora son suficientes e
irrefutables las manifestaciones de la conchupancia entre las fuerzas de una
supuesta polarización.
Esto quiere decir que por la vía electoral estas dos minorías, que viven
a expensas de la renta petrolera, seguirán el trazo de sus
acuerdos-pactos-negociaciones.
Pero la verdadera mayoría no puede seguir jugando el mismo papel que le
impuso el Congreso Constituyente de 1811 o
la Constituyente de 1830. Entonces se creó y ratificó el mismo Estado de
hoy para que cuidara y beneficiara las minorías privilegiadas.
En 1830 los esclavos siguieron siendo esclavos. Y en los actos
constituyentes posteriores, por encima de lo declarativo, se resguarda y mantienen las más penosas desigualdades en medio del
disfraz de la trampa-engaño electoral
que se une a la manipulación de la compra-venta de conciencias.
Imposible admitir, en consecuencia, que de actos regidos por el fraude
pueda surgir nada que se pueda considerar como democracia. Ésta no existió en
el pasado ni existe en el presente republicano “democrático o socialista”.
La pregunta entonces es esta: ¿Cómo trascender esta triste y lamentable
realidad? ¿Seguiremos en la práctica del electoralismo para darle continuación
a las dictaduras disfrazadas de democracias o de socialismo democrático?
Mientras no se rompa con la burla electoral, nuestra política seguirá
anclada en las más nefastas situaciones del pasado. Y hoy, frente a un cuadro
tan desolador, las mayorías tienen que hacer acto de presencia y acción para
imponer una nueva política.
Y advertimos claramente: la constituyente sólo tendrá sentido y validez
si se acoje a la condición de originaria. Es decir, la que no tiene como
propósito el cambio de un gobierno y su
respectiva constitución, sino la construcción de un nuevo Estado con la
correspondiente organización e instituciones democráticas.
Una realidad dispuesta para hacer
del pueblo-colectivo el actor histórico fundamental. Y esto, insistimos, es lo
que no se ha hecho en el curso de esta historia.
¿Y cómo lograrlo? Esto requiere disposición y toma de conciencia del
pueblo-colectivo. Cortar con el ciclo de sometimiento de que ha sido objeto por
parte de los altos intereses económicos, políticos-partidistas y mediáticos.
Necesario tomar la comprensión de
la realidad como punto de partida para organizar
el colectivo para que emprenda su transformación. Y no a través del gastado esquema cupular-partidista, sino con el movimiento que
nace de su propio seno.
Es a esto a lo que denominamos Movimiento de Movimientos. Grupos que
estudian la situación nacional, su proceso de formación-desarrollo y su
proyección en la hora actual, que intercambian con otros movimientos, en
función de proponer temas para el debate y acciones concretas para avanzar en
la lucha contra lo establecido.
Cada miembro de un Movimiento está obligado a proyectarse con miras a
multiplicar los grupos-movimientos. De un movimiento de 20 miembros deben
surgir otros 20 grupos. En cada movimiento aparecerán los respectivos
liderazgos horizontales. Serán centenares o miles. La propia confrontación al
caudillismo.
De esta organización del colectivo hablamos a la hora del inicio de la
constituyente del 99 para ver la disposición a imponer cambios. Luego nuestra
Cátedra ‘Pío Tamayo’ recoge su experiencia sobre el trabajo y necesidad del
colectivo, en el proyecto Movimiento de
Movimientos, bajo la coordinación del profesor Manuel Rodríguez Mena.
Y así, en un momento determinado la lucha-constituyente pacífica de
calle estará convocada, respaldada y ejecutada por miles de actores que actúan
en forma de una red de Movimientos que mantienen su autonomía en medio de una diversidad de pensamiento
pero con un propósito común: hacer una nueva historia.
Visto de esta manera, la Constituyente Originaria se promoverá y
ejecutará desde la calle. Sin firmas ni CNE .
La fuerza social-pueblo-colectivo será el arma impulsora de otros tiempos. No
irá por lo circunstancial sino por lo trascendente. Sus resultados no serán
para “ya” pero si para otra historia.
Del ciudadano, que no de la simple individualidad, depende lo que se logre para la construccion de un mañana diferente. En la CPT se debatirá sobre esta materia el 23-09.
En la CPT se debatira sobre esta materia el 23/09. Te invitamos a participar. !Qué historia amigos! Twit: @ablancomunoz abm333@gmail.com
El Universal, 30 de agosto del 2013.