Estados
Unidos ha dado un paso que guarda una mayor significación que la asignada por
algunos analistas y partidos políticos. Independientemente del provecho que le
saca el chavismo, se trata de un asunto serio. A su vez, ciertamente su
atención política es bastante compleja y controversial. Veamos.
El paso dado
por el gobierno estadounidense se ajusta a los tiempos y se corresponde con
asuntos cuyo desarrollo ha alcanzado tal escala que lo fuerzan a responder con
el impulso propio de un imperialismo que ve perder espacios, áreas de
influencia, fuentes de materias primas entre otros aspectos. En el mejor de los
casos, se trata de espacios que se han convertido en áreas en disputa con otros
imperialismos o bloques imperialistas. Sería tonto pensar que se trata de un
desliz al estilo Bush o que es una decisión personal del Presidente que no se
ajusta a los requerimientos de la política estadounidense ni de la venezolana.
Aun cuando puede ubicarse en una perspectiva multipropósito, se trata de un
asunto bien pensado y cuyo costo y eficacia política han sido calculados.
Es en esencia
una respuesta a la tendencia a la nivelación operada desde el asiento nacional
del imperialismo estadounidense que ve claramente perdida la competencia frente
a China en varios tópicos: manufacturero, financiero y de mercados y fuentes de
materia prima, producto, a su vez, del desarrollo desigual de las potencias
imperialistas. China —joven imperialismo, en el sentido leninista— desplaza a
los avejentados imperialismos estadounidense, europeo y japonés en esos y otros
aspectos, por lo que puja de manera firme hasta la eventualidad del encuentro
militar, aunque hasta ahora de manera parcial, estimulando conflictos bélicos
entre países sojuzgados contra otros, o armando al país que requiera de sus
servicios, e incluso a grupos creados por ellos mismos. Esto lo hace uno u otro
imperialismo.
Los
estadounidenses en alianza con los europeos mediante la guerra recuperan áreas
en disputa, o penetradas parcialmente del punto de vista económico por imperialismos
que integran bloques rivales, como Libia e Irak. Más recientemente buscando
conquistar nuevos espacios, como en el caso del conflicto en Ucrania y la
guerra en Siria. Por su parte, China y Rusia pasan a defender espacios propios
o conquistados. No respondieron ante la invasión, bombardeo y genocidio
perpetrado por el bloque imperialista liderado por EEUU contra Irak y Libia,
seguramente por tratarse de países en los cuales la consolidación de sus
capitales no había permitido aún mayores articulaciones políticas y económicas,
o que negociaron el reparto, o ambas. Cuando algún imperialismo “defiende” a
algún país víctima de agresiones de otro imperialismo, no está motivado por la defensa
de los intereses de las áreas o de los países penetrados por sus capitales,
sino de sus propios intereses imperialistas. El teatro de la guerra, por lo
pronto, son las áreas en disputa. Preparan el terreno a un nuevo reparto del
mundo.
La tendencia
guerrerista no se realiza en torno únicamente de áreas ricas en materias primas
o mercados que permitan la expansión del comercio para colocar sus productos.
Es así como puede darse el caso de conflictos en torno de áreas cuya
importancia económica es subalterna pero, con tal de reducir los espacios del
rival, se crean conflictos cuya resolución puede apuntar a la confrontación
bélica. O bien, la “ayuda” que prestan a sectores adversos desde la perspectiva
ideológica, religiosa, entre otras, con tal de crearle conflictos a un
imperialismo u otro. Esta es una tendencia dominante en el imperialismo.
Pero la
conflictividad guerrerista no es el comportamiento exclusivo de los imperialismos
en este proceso. La lucha por espacios, el desarrollo de la pugnacidad permanente
en medio de la articulación de capitales y la realización de negocios, supone
el uso de otras formas de confrontación que incluyen la amenaza, la respuesta
eufemística mediante la diplomacia, la infiltración de movimientos subversivos
que siembran la inestabilidad, entre otras. De todo ello ciertamente no escapa
Venezuela atizados estos desarrollos por el Departamento de Estado de EEUU,
como tampoco escapan de esas políticas espacios “propios” de los yanquis, pero
atizados por imperialismos rivales.
Este proceso
alcanza dimensiones significativas en el caso que nos ocupa, toda vez que la
articulación de capitales chinos y estadounidenses ha alcanzado tal dimensión
que resultaba complejo ubicar claramente su desarrollo. La articulación de
capitales conduce a que se compartan intereses. Capitales estadounidenses
interesados en el mayor beneficio. Lo chinos también sacan su tajada. Esto es,
la explotación de los obreros chinos brinda una plusvalía que permite ganancias
a los inversores vengan de donde vengan y van dejando una cuota que los chinos
van invirtiendo en desarrollos propios. Aprovechan el asiento nacional donde se
produce la acumulación de capitales que ha conducido a la formación de la clase
obrera más numerosa del mundo; asimismo, la burguesía alcanza la misma escala
en comparación con las del resto de naciones imperialistas. Solo que en estos
nuevos tiempos, dado el desarrollo alcanzado por China, la consolidación del
bloque Brics (Brasil, Rusia,
India, China y Sudáfrica) es tal que sus decisiones económicas ya fuerzan a la
asunción de decisiones políticas en terrenos que ponen en claro su ambición de
convertirse en factor hegemónico del planeta, empujado principalmente por la
supremacía mundial alcanzada por China en varios aspectos, principalmente en
manufacturas, importación de materias primas y finanzas.
Para
Venezuela este episodio puede convertirse en un hito de nuestra historia toda
vez que nos coloca en el centro de las disputas interimperialistas sin haber
alcanzado niveles de desarrollo en correspondencia con las riquezas con las que
cuenta el país y los ingresos obtenidos mediante ganancias extraordinarias en
el negocio petrolero.
China
China, en
definitiva, pugna por convertirse en la potencia hegemónica. Lucha a muerte con
Estados Unidos y otras potencias imperialistas por la hegemonía mundial. Su
desarrollo desde el triunfo del revisionismo y la restauración capitalista le
permite jugar ese papel. Contando con las ventajas que le brinda a la
oligarquía financiera internacional, logró adelantar el proceso de acumulación
de capitales más grande de la historia. Su
alianza con Estados Unidos le permitió atraer capitales de las grandes empresas
estadounidenses y, luego, japonesas y europeas, hasta lograr tal nivel de
centralización que los fuerza a la consolidación de su asiento nacional. La
concentración y centralización de capitales es de tal magnitud que “El número
de multimillonarios chinos, aquellos que poseen un mínimo de 500 millones de
yuanes (unos US$81 millones), ha alcanzado un récord, al superar los 17.000,
según un estudio publicado hoy por la prensa oficial del país asiático”. http://www.eldiariodecarlospaz.com/mundo/2015/4/7/china-llego-millonarios-rompio-propio-record-10981.html.
Bajo ese estímulo, China haya alcanzado espacios de significación planetaria y,
en América Latina, Venezuela ha sido pieza clave de la penetración de los
capitales del gran gigante asiático, cual punta de lanza o cabeza de playa.
Aparte de que
la deuda estadounidense en manos chinas supera los 1,2 billones de dólares y
otro tanto se encuentran en manos de Japón ─que a su vez cuenta con grandes
capitales articulados a China─, al depender los asiáticos del mercado de EEUU
para realizar sus mercancías, se ven impelidos a sostener esos elevados niveles
de tenencia de papeles de deuda pública yanqui para que conserven la capacidad
de consumo de los bienes asiáticos. Circunstancia que busca ser superada por
parte de China mediante la expansión de sus mercados exteriores. Cuestión que
se hace más urgente cuando EEUU sufre procesos recesivos, lo que ha llevado a
China a ampliar su mercado interno ─lo cual propicia una mayor caída de su
cuota media de la ganancia─ y sus mercados exteriores. Cae la cuota media de la
ganancia ya que la ventaja que suponen bajos salarios se ve mermada por la
elevación del poder adquisitivo de los chinos para que consuman mercancías nacionales.
Ello es lo que explica, por ejemplo y no únicamente, que China haya superado a
Estados Unidos a escala planetaria en su PIB a paridad de poder adquisitivo
(PPA). De allí que: “El Fondo Monetario Internacional ya ha declarado a China
como la mayor economía del mundo: representa el 16,479% del PIB mundial medido
en Paridad de Poder Adquisitivo, frente al 16,277% que supone EEUU”
(http://actualidad.rt.com/economia/view/147462-aspectos-economia-mundial-china-superar-eeuu).
Asimismo, el
avance chino en materia manufacturera también la impulsa a expandir sus
mercados, tanto por aquello de que el desarrollo y crecimiento capitalista está
sujeto a la dimensión del mercado, como por ser mecanismo fundamental para
frenar la caída de la cuota media de la ganancia. Es así como China es la
potencia imperialista más interesada en el librecambio a escala planetaria.
Siendo la nación capitalista más competitiva del planeta, buscan los chinos que
todas las economías se abran a sus mercaderías y a sus capitales. En eso
Venezuela ha sido un socio consecuente que ha derruido buena parte de su
aparato productivo para recibir las bondades del producto chino a cambio de
brindarle materias primas de carácter estratégico.
Consecuente
con lo anterior, buscan los chinos hacerse de mercados, fuentes de materias
primas y receptores de sus inversiones directas e indirectas. Los capitales chinos,
al ser más competitivos, dan ventajas y facilidades para penetrar economías y mercados.
Productos más baratos y créditos con plazos más flexibles que los que impone la
competencia, exigencias menos rigurosas que los que exige el FMI, entre otras
“bondades”, le permiten conquistar mercados en todo el planeta.
A tal escala
se ha producido el desarrollo chino que hoy día pugna por convertir al yuan en
moneda de cambio internacional y de reserva. Por lo que esta tendencia lleva a
que: “China tiene listo su sistema internacional de pagos, conocido como CIPS,
para transacciones transfronterizas en yuanes. Será una realidad en septiembre
u octubre de 2015”, informa Reuters
(http://actualidad.rt.com/actualidad/168600-yuan-amenaza-dolar-china-lanzar-analogo-swift).
Esta ya es una realidad en buena parte de Asia, en la relación con Rusia e India,
entre otras. Venezuela parece trabajar en esta dirección.
Visto el
desarrollo chino, cabe recordar las palabras premonitorias que al respecto nos
dejara el dirigente albanés Enver Hoxha:
En estas condiciones, para llegar a superpotencia, China tendrá que
pasar por dos fases principales: la primera, solicitar créditos e inversiones
del imperialismo norteamericano y de los otros países capitalistas
desarrollados, adquirir tecnología moderna para explotar las riquezas de su
país, la mayor parte de las cuales pasará a título de dividendos a los
acreedores. La segunda, invertir la plusvalía obtenida a expensas del pueblo
chino en Estados de diversos continentes, como hacen en la actualidad los
imperialistas norteamericanos y los socialimperialistas soviéticos.
Los esfuerzos de China por convertirse en superpotencia consisten, en
primer lugar, en escoger los aliados y crear las alianzas. Hoy en el mundo existen
dos superpotencias, el imperialismo norteamericano y el socialimperialismo
soviético. Los dirigentes chinos han pensado que deben apoyarse en el imperialismo
norteamericano, del cual tienen grandes esperanzas de obtener ayudas en el terreno
económico, financiero, tecnológico, organizativo y también en el aspecto
militar. El potencial económico-militar de los Estados Unidos de América es,
efectivamente, superior al del socialimperialismo soviético. Los revisionistas
chinos lo saben bien, aunque digan que América está en decadencia. En su
camino, no pueden apoyarse en un socio débil, del cual no pueden sacar gran
provecho. Precisamente porque los Estados Unidos de América son poderosos, los
han escogido como aliado” (Enver Hoxha, El
imperialismo y la revolución).
Por su parte,
la pérdida de hegemonía de Estados Unidos no supone que se encuentre en minusvalía.
Conservan, en primer lugar, la supremacía en la producción de bienes bélicos.
Ocupa el primer lugar como consumidor y productor de armamentos, acaparando con
ello 34% del mercado mundial. Es de reconocerse que sus más cercanos competidores
son Rusia y China. El ritmo de crecimiento de China es muy superior al que refleja
el de EEUU. De otra parte conservan el control de buena parte de los movimientos
financieros a escala mundial. El dólar sigue siendo la principal moneda de
cambio y de reservas. “El economista y exempleado del Banco Mundial Peter
Koenig, en un artículo publicado por Global
Research, recuerda que actualmente seis bancos estadounidenses gestionan
las dos terceras partes de todos los activos bancarios del mundo” (http://actualidad.rt.com/economia/view/148162-banco-brics-primer-paso-desdolarizacion-economia).
A su vez,
Estados Unidos y la Unión Europea, desde 2013, vienen negociando la
configuración de la Asociación Transatlántica de Comercio e Inversión (TTIP),
que pretende una integración librecambista que busca consolidar un bloque capaz
de enfrentar al Brics. Desde la
perspectiva europea, se busca romper el principio del “Buy American”, “compre
americano”, que obliga a distintas entidades a comprar productos “Made in USA”,
esto es, protegidos por el Estado. Desde la perspectiva estadounidense, buscar
en el mercado europeo nueva capacidad de demanda de sus productos, vista la
caída que se produce en su mercado interior dadas las políticas que buscan empobrecer
al trabajador. Solo que en la Unión Europea las cosas no son distintas, sobre
todo en Grecia, Italia y España. Por lo que estas negociaciones parecen un poco
complicadas, de allí que la asociación no alcanzará metas concretas en el corto
y mediano plazo. Mientras, en Brics da pasos agigantados estableciendo acuerdos
estratégicos en Latinoamérica, Asia y África. Lo que fuerza a Estados Unidos a
defender espacios, sin contar con la capacidad financiera ni de producción de
otros tiempos, como no sea en la industria bélica. Se trata entonces de
procesos en desarrollo que aceleran la competencia y la rivalidad por mercados
y fuentes de materia prima.
Todo lo cual
nos permite concluir en que se vienen acelerando los preparativos para un nuevo
reparto de un mundo ya repartido. Entretanto, se presentan apenas conflictos
que expresan las perspectivas hacia este dantesco escenario, fruto de las leyes
de desarrollo del capitalismo en condiciones de monopolio.
En
definitiva, las contradicciones interimperialistas transitan de manera más acelerada
hacia la confrontación. Todo nos hace pensar que nos aproximamos a un salto
cualitativo, dado el desarrollo del imperialismo chino y sus más cercanos aliados
inscritos en primera instancia en el Brics,
al cual Argentina pronto se unirá, vistos varios indicadores y actitudes. Se
trata del principal bloque imperialista que supera en producción, mercado y
capacidad financiera al imperialismo estadounidense, el cual se aferra a la
industria bélica, a la especulación y a la preservación de su capacidad de demanda
interna.
Cobra plena
vigencia la afirmación de Stalin según la cual ley económica fundamental del
capitalismo actual es:
... asegurar el
máximo de beneficios capitalistas explotando, arruinando, empobreciendo a la
mayor parte de la población de un país dado, esclavizando y despojando de
manera sistemática a los pueblos de otros países, sobre todo de los países
atrasados, por ultimo desencadenando guerras y militarizando la economía
nacional, con vistas a asegurar el máximo de ganancias.
Las
teorías propagandas durante décadas acerca de la morigeración del sentido nacional,
de las fronteras, la teoría de “El Imperio”, entre otras, lucen tontas de cara
a las tendencias en desarrollo. Cobran vigencia sí, de manera palmaria, las
tesis leninistas acerca del imperialismo. Es más, solo a partir de ellas es
como podemos analizar y comprender la circunstancia actual. No se trata de un
acto de fe. Por el contrario, la corroboración empírica, como último criterio
de verdad, es lo que a fin de cuentas le brinda plena vigencia al planteamiento
leninista.
La perversa relación China-Venezuela
Refiriéndonos
al mentado decreto de Obama, hay que decir que tendrá repercusiones durante un
tiempo cuantioso ya que representa una “jugada” estratégica de Estados Unidos,
que atiende también cuestiones colaterales del asunto: consolidar la penetración
de capitales con asiento estadounidense —expresada en la ofensiva de la Exxon
en aguas territoriales en querella entre Venezuela y Guyana—, atender la propia
situación interna de Obama, como es la pérdida de aceptación de su gestión en
la ciudadanía y la respuesta a los republicanos, que buscan ofensivas menos
eufemísticas en las disputas interimperialistas, de momento, como la que se da
en torno de Venezuela y en general de América Latina. De allí una necesaria respuesta
desde la perspectiva marxista-leninista.
Para ubicar
en su esencia la relación China-Venezuela y el decreto Obama, comenzamos por
afirmar que sin comprender el significado del revisionismo moderno en sus
distintas manifestaciones o expresiones no es posible atender el problema de
manera rigurosamente científica. Hemos insistido en este largo período en que
el chavismo ha orientado los destinos de Venezuela desde una perspectiva
antinacional y antipopular. Que se trata de un régimen despótico que se
sustenta en una expresión del revisionismo. De raíces más en correspondencia
con el revisionismo de izquierda, por su sustento irracional y mitológico. Ubiquemos
que la estructura económica venezolana se ha configurado en buena medida ha estado
determinada por la producción petrolera, recurso propiedad del estado venezolano.
Base objetiva para que el despotismo sea una tendencia dominante en la
superestructura política. En este sentido, el revisionismo, como
superestructura burguesa, debe crear una forma de falsa conciencia en torno del
socialismo, para lo cual la fraseología es un aspecto de primer orden. Ello es
lo que permite crear la percepción que estamos frente a una forma de
realización del socialismo. A su vez, estimulando el resentimiento en su
sentido primitivo y de revancha, recrea tesis revisionista en todos los
aspectos, junto a una mitología que rescata figuras de la historia venezolana y
del proceso revolucionario nacional y latinoamericano. Junto a esto se propaga
una cultura identificada con el lumpen, su base social más importante que le
permitió, en buena etapa de su historia un importante grado de legitimidad.
Se trata de
un régimen político que ha cumplido con tareas fundamentales en el orden
económico y jurídico que favorecen a la oligarquía financiera internacional y
sus expresiones nativas. Que ha profundizado el papel de Venezuela en la división
internacional del trabajo, afianzando la dependencia y el freno al desarrollo
de las fuerzas productivas. Asimismo, logra el chavismo darle grado
constitucional a demandas del capital contenidas en los Acuerdos Multilaterales
de inversión como el trato igual a los capitales internacionales.
En esta
última etapa bajo la teoría de propiciar un mundo multipolar, de enfrentar a
“El Imperio” —teoría revisionista en este período de la modernidad—, ha
propiciado una política económica de entrega de nuestras riquezas a China a
cambio de préstamos que permiten en buena medida adquirir productos
provenientes del acreedor, muchos de los cuales han venido a sustituir la
producción nativa. Una política que nada tiene que ver con la defensa de la
soberanía. Por el contrario, bajo la tesis de que la soberanía se conquista con
el desarrollo de las fuerzas productivas de manera autónoma, podemos decir que
Venezuela, al hacerse todo lo contrario, ha lesionado seriamente su soberanía
al entregarse a la voracidad del imperialismo chino y de manera más general del
bloque Brics. Buena parte de las
importaciones de textiles, calzados, carnes, entre otros, proviene de Brasil.
El parque militar ha sido nutrido con bienes provenientes de Rusia. Una de las
cuestiones más lesivas de la soberanía nacional lo constituye son dudas el
acuerdo número 12 firmado con la empresa china “… Citic para la certificación,
exploración y protección geológica de reservas minerales en Venezuela, para la
elaboración del mapa minero del país” en febrero de 2012 entre el presidente Chávez
por Venezuela y la República China, que les permitirá a los asiáticos conocer
de nuestras riquezas antes que los propios venezolanos. La deuda contraída con
China supera 60 mil millones de dólares. El parque automotor tiende cada vez
más a ser nutrido por vehículos chinos. La entrega de la importante beta
aurífera “Las Cristinas”, entre las más importantes del mundo, es otra muestra
de esa relación. Esta entrega, eso sí, le ha permitido al gobierno obtener
recursos para mantenerse en el poder.
China penetra
en Venezuela, además de afincarse en las leyes del desarrollo capitalista, por
la oportunidad que le brinda Estados Unidos, dada su debilidad para penetrar de
manera más competitiva en la economía venezolana. La capacidad de exportación
de China es muy superior a la de los gringos. El endeudamiento estadounidense
con China los lleva a hacer concesiones significativas en la materia.
El régimen
chavista ha convertido al país en cabeza de playa de la ofensiva china y ya se
prepara para nuevos convenimientos que pudiesen servir de base para toda América
Latina en la estrategia de convertir al yuan en moneda de cambio y patrón de reservas.
Sin embargo,
fruto de que el mundo imperialista se desarrolla con base en acuerdos y
negociaciones y rivalidades hasta llegar a la confrontación bélica, el régimen
chavista se hace la vista gorda frente a los negocios que adelanta Guyana con
Exxon para la explotación petrolera en aguas territoriales en disputa. La
coincidencia del decreto Obama con el inicio de estas actividades, hacen
suponer que, siendo uno de sus propósitos brindarle un espaldarazo a esta clara
penetración de capitales estadounidenses, indique una negociación EEUU con
China y Guyana que deriva en el pronunciamiento de la Comunidad del Caribe
(Caricom), en favor de Guyana en el impasse presentado. De ser así, sería una
clara demostración acerca de que el imperialismo se mueve con base en una
perversa dialéctica en la cual los afectados son los pueblos del mundo y los
países débiles y semicoloniales.
Todas estas
consideraciones sirven para poner en evidencia que se trata de la realización
de la competencia interimperialista en torno de un área de influencia en
disputa. Un imperialismo avejentado como el estadounidense que ve perder una
zona importante, que forma parte de su “patio trasero”, que ha sido consecuente
con la consigna Monroe de “América para los americanos”, y que ahora busca el
cobijo de otro imperialismo.
La respuesta revolucionaria y la respuesta
revisionista
El decreto de
Obama, como era de esperarse, ha concitado la reacción de rigor en el mundo
entero. Más dentro de la política venezolana. En América Latina, como era de
esperarse, gobiernos y variados factores políticos han brindado el apoyo incondicional
al gobierno y pueblo venezolanos. En el escenario venezolano, la respuesta de
sectores opositores —por su naturaleza de clase o por la poca profundidad en el
análisis de la circunstancia, siempre superficial— en unos casos hace el juego
al gobierno y en otros afirma torpemente cuestiones que los colocan al lado del
imperialismo estadounidense.
Por su parte,
el gobierno de Maduro busca sacarle el mayor provecho político recreando un
discurso “antiimperialista”, desde la perspectiva del revisionismo claro está,
que le permite nuclear fuerzas, en especial entre lo que podemos denominar el
núcleo más comprometido con el gobierno, independientemente del descontento
producto de la tragedia venezolana.
Además, su
repercusión es mayor ya que esta circunstancia se produce en medio de la crisis
más profunda que haya vivido la sociedad venezolana desde que comenzara la explotación
de la riqueza petrolera hace más de un siglo. Se trata de una crisis general,
de esas que pueden hacer época. Que puede desembocar en un verdadero cambio
revolucionario. De superación de las relaciones de producción y de cambio
imperantes y de una nueva inserción de Venezuela en el sector externo basado en
la autonomía e independencia nacional y no dependiente o alineado, a favor de
un imperialismo u otro. La tesis leninista indica claramente que de lo que se
trata es de aprovechar las contradicciones interimperialistas. No favorecer un
imperialismo para enfrentar a otro.
La tesis del
régimen, propagada inicialmente por el propio Chávez, del mundo multipolar como
alternativa frente al mundo unipolar, así como la tesis de “El Imperio”, esto
es, la tesis de un mundo dominado por varios imperios, en vez de estar dominado
por uno solo, resulta cuando menos una inconsecuencia y un engaño para los
pueblos y países semicoloniales y dependientes y para los propios de las
naciones imperialistas. En vez de luchar por la independencia, la autonomía, la
soberanía nacional y el desarrollo, condicionan la economía a los intereses del
imperialismo bajo el cual se “cobija” un país determinado para enfrentar a
otro. Vaya salida “nacional”. Es condenar a un país a la dialéctica
imperialista de acuerdos y negociaciones, de pugna y rivalidad por la hegemonía.
Parecen creer los chavistas en la idea de que hay imperialismos buenos y malos.
China y Rusia serían imperialismos (“imperios” en la jerga revisionista)
buenos.
Por ello,
resulta una frivolidad con el marxismo-leninismo —por parte de aquellas
organizaciones que como tales se asumen— brindar solidaridad automática al
gobierno chavista sin ubicar las determinaciones de la circunstancia. Distinto
es ofrecer en su oportunidad solidaridad con los pueblos víctimas de políticas
que, además de conducir a la tremenda crisis que vive Venezuela, buscan vender
un país al mejor postor, a un imperialismo rival, a un bloque imperialista que
pugna por la hegemonía planetaria, que también frena nuestro desarrollo y
comprometen el futuro y soberanía con tal de salvar el pellejo, o las riquezas
mal habidas.
También
resulta una tremenda superficialidad que estas organizaciones se sigan guiando
por la propaganda chavista que condena a todo quien ose enfrentarlos de ser de
“derechas”. Mientras que todo quien los apoya es de izquierda o progresista.
Desde la perspectiva marxista-leninista, esto de izquierda y derechas siempre
ha resultado una cuestión concreta. Más en estos tiempos en los cuales cabe muy
bien lo señalado por José Saramago: “Antes nos gustaba decir que la derecha era
estúpida, pero hoy día no conozco nada más estúpido que la izquierda”. No toda,
decimos nosotros. Aquella que hurga en la esencia de los fenómenos es otra
cosa. Que ubica en la evidencia empírica el criterio de verdad, que no se deja
llevar por la frase sino que va a los resultados, esa es otra izquierda, la
reivindica.
Pero también
resulta prematuro aquello de manifestar disposición a defender la patria ante
la eventual invasión yanqui. En cualquier caso los revolucionarios siempre
estaremos prestos a brindar nuestros mayores esfuerzos y sacrificios para
defender el país, su tierra y riquezas y, sobre todo, nuestro pueblo. Pero,
antes que nada, de lo que se trata es de convertir este episodio en un elemento
más para desenmascarar al régimen y su naturaleza. En medio de la crisis
revolucionaria que vive la sociedad venezolana, debemos convertir este
incidente en un factor más para adelantar tareas para superar positivamente
este estado de cosas hacia el cambio revolucionario. Entregar a Venezuela a la
rapiña interimperialista es tan criminal como seguir siendo dependientes y sojuzgados
por un imperialismo u otro. La lógica del capitalismo es el despotismo del
capitalista sobre el obrero para que produzca la plusvalía con su fuerza de
trabajo, sea en la nación que sea y de donde sea el obrero. La lógica
imperialista le suma el sojuzgamiento de los pueblos y de la explotación y
saqueo de las naciones débiles, semicoloniales y dependientes por parte de
cualquier imperialismo, sea cual sea.
Así como durante la primera gran guerra los bolcheviques asumieron la
consigna de Lenin de “convertir la guerra imperialista en guerra civil revolucionaria”,
hoy los revolucionarios venezolanos nos aprestamos a convertir este conflicto
con Estados Unidos —que se convierte en un nuevo factor que profundiza la
crisis general— en evento que permita educar a las masas y propiciar el
programa de reconstrucción nacional, el programa para una nueva democracia
participativa cuyo sustento sean las asambleas populares.
El
revisionismo a escala planetaria —que ya ve a Rusia como una alternativa progresista
y favorable al desarrollo de los pueblos— y algunos sectores que se asumen
marxista-leninistas se apresuran a condenar el decreto de Obama que —viniendo
del imperialismo yanqui debe ser condenado—, extendiendo sus proclamas en un
apoyo incondicional al gobierno de Maduro. Parecen olvidar estos
marxista-leninistas la célebre consigna de Lenin de “todos contra Kornilov sin
apoyar a Kerenski”.
Estas
respuestas contribuyen, una vez más, a convertir a buena parte del movimiento revolucionario,
de la llamada izquierda, incluso a sectores que se asumen como
marxista-leninistas, y los apoyos que propician en los pueblos en reserva
estratégica de una farsa revisionista que mucho ha costado a los venezolanos,
produciendo un flaco servicio a nuestro proceso de cambio revolucionario. Son
sectores que se dejan “engañar” por la fraseología socialista y el altisonante
discurso “antiimperialista” del chavismo. Pues, en vez de convertirse en
reservas estratégicas del proceso de cambio en Venezuela, se convierten en
fuerzas al servicio del revisionismo en su expresión chavista. Quienes se obnubilan
con la fraseología chavista no merecen ser llamados marxista-leninistas.
Dejarse caer en el encanto chavista y sus poderosos medios de comunicación es
de una inconciencia tal que refleja que no se ha comprendido para nada el significado
del combate al revisionismo en cualquiera de sus expresiones. Parecen olvidar
quienes así vienen actuando frente al chavismo que la verdad encuentra en la
realidad su corroboración. La crisis venezolana en todos los aspectos de la
reproducción social debe ser la guía para valorar al régimen y la circunstancia
actual. Pero las evidencias parecen no rendir el efecto propio de la
racionalidad marxista. Desconocer las leyes del desarrollo capitalista y dejarse
guiar por la fraseología revolucionaria refleja no tanto inmadurez teórica y
política sino la asunción del subjetivismo, el pragmatismo y el camino revisionista.
Dejarse
llevar por la fraseología revolucionaria parece una tendencia dominante en
estos tiempos en que sigue el efecto de la regresión producida por el derrumbe
del revisionismo en el poder a partir de 1989 ─heredera de la que se produce a
partir de 1954, y a propósito del XX Congreso del Pcus─, lo que ha devenido en
un debilitamiento de las fuerzas marxista-leninistas, del internacionalismo
proletario y en general de las fuerzas revolucionarias a escala planetaria,
sobre todo en el dominio teórico de los asuntos más importantes del desarrollo
del capitalismo mundial.
Sin embargo, todo ello no ha obstado para que la situación venezolana
marche hacia momentos trascendentes de su historia. Todo indica que se ha
abierto un período revolucionario. Esa es una de las razones por las cuales
quienes se asumen marxista-leninistas deben profundizar en la atención del
proceso político venezolano. Deben partir de hechos concretos. De hacer
abstracción de la fraseología y la propaganda gubernamental. Ubicar,
principalmente, qué cosas indican las estadísticas en materia de distribución
de la riqueza. Esa es la tendencia más importante para ubicar la naturaleza del
régimen chavista.
Pero,
repetimos, vivimos una situación revolucionaria, a ella debemos brindar todos
nuestros esfuerzos. Se presentan las condiciones que hacen posible hacer
realidad en nuestro país un cambio revolucionario, como indicara Lenin al
respecto cuando señalaba: “En otras palabras, esta verdad se expresa del modo
siguiente: la revolución es imposible sin una crisis nacional general (que
afecte a explotados y explotadores)”. Además, se presentan aspectos que
corroboran la tesis según la cual: “Sin estos cambios objetivos independientes
no solo de la voluntad de tales o cuales grupos y partidos, sino también de la
voluntad de estas o aquellas clases, la revolución es, por regla general, imposible”.
Por esto, de
lo que se trata es de alcanzar mediante la revolución, la conjugación del
inicio del cambio de las relaciones de producción y de cambio burguesas y la
liberación nacional de cualquier imperialismo. En eso no puede haber medias
tintas. Mientras, la táctica de los revolucionarios busca estimular el
descontento de las masas para impulsar un poderoso movimiento de cambio
aprovechando todas las formas de lucha en correspondencia con el momento
concreto.
Desde su
nacimiento en 1970, Bandera Roja ha
enarbolado el programa de Democracia
Popular, ubicado en el tránsito al socialismo de un país atrasado,
dependiente y semicolonial, con la visión de conjugar de una manera dialéctica
los objetivos nacionalistas, de soberanía e independencia, la profundización
del desarrollo económico y el crecimiento de nuestras fuerzas productivas y la
colocación de las bases para trascender con un salto cualitativo esta hecatombe
social construida durante décadas por una inconsistente e intrascendente visión
seguidista burguesa y remachada por este revisionismo de mala factura que se
adorna con una fraseología hueca pero altisonante. Hoy el programa de reconstrucción nacional asume las
banderas de una unidad nacional con contenido histórico, independientemente de
la convicción y trascendencia que pueda animar a quienes lo apoyan, que en absoluto
está en contravía con nuestro programa revolucionario. Es hora de elevarnos por
encima de nuestras miserias y debilidades y convertir el cambio revolucionario
como la verdadera salida a la destrucción progresiva y la entrega de nuestra patria.
Carlos
Hermoso, secretario general (adjunto) de Bandera Roja
Caracas,
abril de 2015
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