Carlos Marx
La Cátedra
Pío Tamayo de Historia Actual ha replanteado la polémica entre comunismo y
socialdemocracia bajo la pregunta de si serán dos fantasmas que todavía
recorren a Venezuela. Intentan responder Jesús Hermoso por el partido Bandera
Roja y Carlos Canache Mata por Acción Democrática.
Basta
escuchar sus disertaciones para obtener una visión completamente ortodoxa de
ambas posiciones, coincidentes punto por punto con la polémica tradicional,
escenificada hace ya más de un siglo en Europa central.
La pertinencia
y actualidad del pensamiento de Marx se demostraría, según Jesús Hermoso, en la
inestabilidad intrínseca del capitalismo, que lo lleva de crisis en crisis,
hasta su fatal desaparición en algún día postrero.
La causa de
las crisis periódicas es la concentración de capital en pocas manos paralela a
la depauperación progresiva de los trabajadores, por lo que la creciente
producción, por un lado, contrasta con la incapacidad de consumo por el otro,
generando la superproducción y la miseria simultáneas, ínsitas al capitalismo,
contradicción que debe llevarlo, inevitablemente, al colapso.
El sistema
capitalista se destruye a sí mismo mediante un proceso dialéctico. Esto lo
certifican, no autores marxistas, ni los líderes de los indignados, sino
columnistas del Wall Street Journal y Business Week, refrendados por algunos
premios nobel de economía “burgueses”.
¿Por qué AD
fracasa en Venezuela, pese a la inspiración marxista de Rómulo Betancourt; lo
mismo que fracasará el “revisionismo” de Chávez? Porque no entienden una
cuestión esencial. Que la clave está en la propiedad de los medios de
producción; que no deben caer en ningún caso en manos del Estado sino en manos
de los trabajadores. Eso sí sería auténtico socialismo.
Carlos
Canache Mata centra su exposición exactamente en el mismo punto, citando al
padre del revisionismo, Eduardo Bernstein. Ciertamente, él constató hace más de
un siglo que la profecía de Marx de la depauperación progresiva no se había
cumplido, así como que “durante muchos años el número de ricos había aumentado
en vez de disminuir”. Esto es “un hecho que ya no es posible seguir poniendo en
entredicho”.
Aunque CCM
no lo haya citado en estos términos, la posición de Bernstein es histórica y no
puede ser negada ni siquiera por Jesús Hermoso quien, no obstante, sigue
sosteniendo, con fe de carbonero, que la depauperación de la población es un
hecho inequívoco y que la clase media no crece en ninguna parte, ni siquiera en
EEUU.
Lo que sí
cita CCM son las consecuencias de este raro sentido de la realidad de la
socialdemocracia, en oposición al aventurerismo comunista: desechar la
revolución violenta, a favor de avanzar en elecciones parlamentarias, lo que
debe conducir a la toma del poder por medios pacíficos, para poner el Estado al
servicio de la causa de los trabajadores, mediante una legislación apropiada.
En lo
económico, no es necesario estatizar todo, debe optarse por la economía mixta,
con participación privada, bajo la súper vigilancia del Estado.
En lo
político (esto es sorprendente) acogen al liberalismo; pero con un Estado
corrector, porque es bien sabido que dejada a su libre juego la competencia
produce muchas magulladuras y abandona a no pocos a la vera del camino.
El mercado
es la medida de la máxima libertad posible, con el mínimo control
indispensable, puesto que es imposible que un concilio de burócratas pueda
decidirlo todo, qué producir y a cuánto.
El doctor
CCM no cita a Norberto Bobbio; pero la suya es una versión de “socialismo
liberal” que quizás se encuentre en más mentes de lo que se supone en Venezuela
que, como se sabe, es el territorio de lo imposible.
VENEZUELA
AUSENTE
Lo primero
que sale a relucir a la hora de los comentarios es la gran ausencia de
Venezuela en estas teorías; pero sobre todo la carencia de ideas propias e
innovadoras, que es lo que nos exige el país en la actualidad.
La
inspiración del foro provino de la Proclama publicada en la Revista La
Alborada, en 1910, al inicio de la era gomecista; coincidencialmente cuando se
desarrollaba en Europa la disputa arriba reseñada entre reforma o revolución.
La exigencia
de aquellos pioneros eran las “ideas”, sanas, fuertes, fértiles, las únicas que
pueden sembrarse y dar frutos para el porvenir. Es decir, de lo que sigue
careciendo lastimosamente Venezuela hasta el día de hoy.
Un hecho
curioso es que, pese a lo contrastante de las exposiciones, tanto los
revolucionarios como los reformistas forman parte de la llamada Mesa de la
Unidad Democrática y marchan hombro a hombro hacia la salida electoral. Incluso
el doctor CCM sugirió que sí hay ideas ¡en el programa de gobierno de la MUD!
Pero aquí
hay una confusión que es conveniente aclarar. Los programas de gobierno, que se
dan al menudeo y hay muchos en el mercado, deberían ser consecuencia de las
ideas, los pasos y medidas para alcanzar los fines últimos que éstas proponen;
pero no son las ideas que aquí se están reclamando, que son
las que les servirían de inspiración.
Veamos, por
ejemplo, alguna “idea” en que parece inspirarse la MUD.
Here is the beginning of my post.
LA IDEA DE
PROGRESO
La única que
ha esbozado y que repite como un leitmotiv el candidato único es que cree en el
progreso, que es “progresista”. Por si cupiera alguna duda, añade que el modelo
con que simpatiza es Brasil; en cuya bandera, por cierto y no por casualidad,
puede leerse el slogan: “Orden y Progreso”.
Ahora bien,
¿qué idea es ésta? ¿Qué se quiere decir cuando se habla de “progreso”? Además
de la percepción intuitiva de que todo cambia para mejor, entraña una confianza
absoluta en la Razón, que guía a la ciencia y la técnica, para transformar el
medio físico, por lo que podemos mirar al futuro con sobrado optimismo.
Esta es la
esencia de la filosofía positiva de Augusto Comte, cuyo esfuerzo intelectual
consistió en unir dos corrientes hasta entonces irreconciliables: el orden (del
partido reaccionario) y el progreso (de los revolucionarios).
Su mayor
aspiración era reconciliar una sociedad fracturada por la revolución para
edificar otra sociedad orgánica, cuya esencia es la unidad y unanimidad. El
punto de partida de la sociedad positiva es la educación de los jóvenes, pues
la organización intelectual y moral precede y dirige a la reorganización
política, cuyo fin es la estabilidad, la solidaridad y el orden.
No en balde
el de Comte ha sido descrito como el sistema más completo de despotismo
espiritual y temporal que haya salido nunca del cerebro de un ser humano, con
la probable excepción de Ignacio de Loyola, en palabras atribuidas a John
Stuart Mill.
La fe en el
progreso sucumbió en las trincheras de la Primera Guerra Mundial, el optimismo
positivista evaporado en las chimeneas de Auschwitz; hoy nadie cree seriamente
en la perfectibilidad indetenible del ser o la sociedad humana.
En verdad,
el positivismo tiene un hermano bastardo en el decadentismo, porque tan pronto
se cree en uno como se cae necesariamente en el otro.
Basta pensar
que los malos de ahora son más malos que los malos de antes, con lo que se
llega a la consecuencia necesaria del progresismo, que la maldad también
progresa, en cuyo caso, no marchamos hacia un futuro promisor sino todo lo
contrario, hacia la más horripilante decadencia.
Quien sacó
las consecuencias necesarias del positivismo fue el marxismo y bajo sus
banderas se cometió la primera matanza burocrática que signó al siglo XX, la
matanza de Katyn. La
racionalidad técnica para el asesinato masivo.
El
nacionalsocialismo llevó la matanza a escala industrial, usando exactamente los
mismos métodos que se utilizarían para fabricar automóviles o embazar
alimentos. La ciencia y la tecnología puestas al servicio del exterminio.
Venezuela es
el último país en que alguien puede plantear con seriedad la idea de progreso. Un
bromista de la Web se dio a la tarea de elaborar listas de los ilustres
venezolanos que han estado a la cabeza de Instituciones del Estado para
terminar en esto que tenemos hoy en día.
El Congreso
de la República en manos de Cilia Flores y Dario Vivas; el tribunal supremo de
justicia, Luisa Estela Morales; la Contraloría, Clodosbaldo Ruffian; la
Fiscalía, Luisa Ortega Diaz; el Consejo Nacional Electoral, Tibisay Lucena; la
Procuraduría, Carlos Escarrá y ahora no se sabe quién; tantos y tan ilustres
cancilleres, para terminar en Nicolás Maduro. ¿Y la Presidencia de la
República? ¿Las Fuerzas Armadas?
Si fuera
cierta la leyenda que tanto infla el espíritu nacional y este país ha sido cuna
de libertadores y si es que ellos fueron como los pinta la historiografía
oficial, que ahora lícitamente puede ponerse en duda, ¿cómo se pasa de Miranda,
Bolívar y Sucre, a Diosdado Cabello, Henry Rangel Silva y Cliver Alcala
Cordones? ¿De Carabobo, Boyacá y Pichincha, al asalto de la Pepsi Cola, la toma
del escuadrón motorizado de la Policía Metropolitana y el Plan Bolívar 2000?
¿Cómo hacer
una operación de este tipo y seguir creyendo en el progreso? La verdad es que
Venezuela es un país decadente sin pasar por ningún período de esplendor, como
solían creer los historiadores naturalistas, tan enamorados de las “etapas”.
Sigue, pues,
en pié el reto lanzado por la Cátedra Pío Tamayo: ¡Muestren una idea, una sola idea original e inspiradora! A 100 años de
la desesperada Proclama de La Alborada, seguimos esperando las ideas que
puedan sembrarse como semillas para que florezca el porvenir.
Pero el
único fantasma que nos acompaña siempre, es el Silencio.
Luis Marín
And here is the rest of it.
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