viernes, marzo 17, 2006

¡LA FALSIFICACIÓN HISTÓRICA ACTÚA!

LA PREGUNTA de la descendiente sobre el caballo nos ubica hoy en un escenario de confusión-contradicción que tiene como actor principal la octava estrella que alude a la emancipación de Guayana. Para nada se menciona al Gral. Piar, el verdadero artífice de esta operación y sobre quien recaen acusaciones que conducen a su fusilamiento el 16 de octubre de 1817, en circunstancias muy oscuras que comprometen directamente a Simón Bolívar, quien, un mes después del exterminio del “mulato de Curazao”, decreta agregar la nueva estrella a la bandera.

La emancipación de Guayana, según la historiografía comprometida con la falsificación, es obra de Bolívar, quien “la completó” y no del “sedicioso, desertor y traidor”. Es la misma historia que pasa por encima de la delación y negociación-entrega de Miranda. El gran responsable del proyecto emancipador es puesto en manos del enemigo por quienes, encabezados por Bolívar, veían en él un peligro para sus propios planes. Y su entrega, con connotación de traición y asesinato, produce evidentes beneficios.

HOY NO SE PUEDE admitir que todo fue el producto de un ingenuo error o que Miranda no muere el 14 de julio de 1816 en la prisión de Cádiz sino que está vivo en la Bandera que nos legó. Tampoco es cierto que los principios y aspiraciones de Miranda y Bolívar son los mismos. Este es un debate necesario para clarificar un proceso lleno de Dioses-Héroes de la discordia, el enfrentamiento-polarización. ¿Quién puede negar, por ejemplo, que los planes de independencia de Mariño obligaron a Bolívar a diferentes negociaciones y acuerdos?
¿Cuál es entonces el real significado de la ‘nueva estrella’? Un cambio de símbolos en el contexto de una “revolución” que comenzó por imponer a este ex-país la calificación de República Bolivariana de Venezuela. En este caso, la ‘res pública’, es bolivariana en la misma medida en que Cuba y la totalidad de las repúblicas que derivaron de la o las ‘revoluciones marxistas-leninistas’ fueron calificadas de socialistas.
Pero aquí quien define su contenido es Fidel Castro, el presidente de Venecuba: ‘lo que ustedes llaman bolivariano, nosotros lo llamamos socialismo’. Es entonces una manera tramposa de vender el fracasado-atrasado socialismo. Antes, no se atrevían a declararlo abiertamente. Ahora lo proclaman y hasta crean sus fuerzas para la guerra ‘expansiva y antiimperialista’.

SE ASPIRA REIMPONER la lucha frontal contra el poder imperial-unipolar para imponer la multipolaridad. Y como ya Rusia y China no están en esa posición se afilia este ex país al bloque de la nueva revolución que junta a los viejos proyectos socialistas con otros de militancia islámica. Y para ello nada mejor que conjugar la ‘historia heroica’ con los planteamientos ‘auténticamente socialistas’. De allí surge el menjurje de la estrella-bandera y escudo con símbolos para el socialismo del siglo XXI.

Esto ratifica la existencia de una república exclusiva para los oficialistas o ‘revolucionarios’. Para el resto no hay patria a menos que se devuelvan. Se les entrampa en la perversión de unos símbolos que pertenecen al siglo XIX a pesar de que se les comercialice como del siglo XXI. El atraso, mientras pueda, se disfraza de progreso, perspectivas y futuro.
abm333@gmail.com
Agustín Blanco Muñoz
Publicado en El Universal, 17 de marzo del 2006.

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