jueves, marzo 27, 2008

¡ATURDE TANTA MUERTE!!


La expresión se la escuchamos a una señora que conversaba con otra sobre los muertos que nos dejó la Semana Santa: ‘¡Tanta muerte aturde! Está bien que nos hayamos acostumbrado a la muerte. Pero aquí las estadísticas son demasiado elevadas’. La resignación es evidente.

A ese estado llegamos en una sociedad que alcanzó su mayor estado de descomposición y que carece, en consecuencia, de capacidad para apreciar, evaluar y corregir adecuadamente sus miserias, carencias y tragedias.

El ciudadano común, ante la impotencia, admite simplemente que se aturde. Pero a los encargados de dirigir esta sociedad les ocurre hoy algo similar.

Las declaraciones del Ministro de Interior y Justicia el 24/03/08 muestran desesperación. Su lamento termina con estas palabras: ¿Cómo se puede evitar que ocurra tanto accidente, tanta muerte? ¿Habrá que poner un guardia cada metro? Bueno, si hay que hacerlo se hará.

Y en la misma fecha el Gobernador de Anzoátegui señala: Bueno, tu puedes poner guardia por todas partes, pero si la gente sale borracha a manejar no hay vigilancia que pueda impedir tanto accidente.
Este es el mismo boletín que se ha repetido por mucho tiempo. Y tampoco ahora falta el señalamiento de que este año fue menor el número de accidentes, lesionados y fallecidos. En pocas ocasiones se reconoce, por ejemplo, que ha sido mayor las cifras de la tragedia.

La Semana Santa, como el conjunto de asuetos, está concebida como un lapso en el cual es inevitable que se produzcan muertes debido a la cantidad de desplazados. Imposible, se dice, impedir los accidentes de tránsito, la muerte en carretera.

Sin embargo, y tal vez para cumplir con la tranquilidad de la conciencia del gobernante, se toman las denominadas ‘medidas preventivas’. Toda una farsa que consiste en repetir hasta el agotamiento que cuando se maneja no se debe ingerir licores ni llegar a exceso de velocidad.

Se pone vigilancia en las carreteras y hasta se anuncia que quien no respete las normas de tránsito le podrá ser suspendida la licencia, porque se quiere evitar por todos los medios que muchos más ciudadanos puedan amanecer en hospitales o en la morque.

Pero lo cierto es que en ningún momento se toca el fondo del asunto. Por ello el desarmado ministro piensa en poner un policía cada metro y el gobernador quisiera exterminar a los borrachos y no las condiciones y circunstancias que los producen.

Se pierde de vista en este sentido que en los autos a la hora de estas ‘fiestas’ se monta gente angustiada, que lleva consigo problemas que ni siquiera le permiten compartir. Para ellos lo importante es vencer rápidamente las distancias y llegar a la meta para proceder a disfrutar de un supuesto descanso, que por lo general se vuelva evasión alcohólica o de otra naturaleza.

Es evidente, en consecuencia, que la única manera de intervenir en este mal es mediante su directo y específico control. Hay que tocar y proceder a atacar los asuetos colectivos que se producen en la actualidad, debido a que su organización persigue equivocadamente disminuir la angustia-desesperación que se monta sobre ruedas con tanta frecuencia en este ex-país.

Inevitable entonces terminar con lo que hasta hoy ha sido una experiencia de y para la muerte. Digamos entonces adiós a esos carnavales, semana santa, puentes, vacaciones de y para la aglomeración, navidades y año nuevo y promovamos una fórmula diferente.

Si se juntan los asuetos de los períodos vacacionales y se arman planes turísticos en base a una adecuada planificación, los trabajadores podrán disfrutar de un esparcimiento caracterizado por la seguridad y el alejamiento de las cotidianas situaciones de stress. De modo que irían quedando atrás las aglomeraciones que están unidas a la tragedia.

Se pondría en práctica la descentralización de los asuetos y vacaciones. La industria, el comercio, la banca, la administración pública no se paralizarían en ningún momento si organizan diferentes planes para que el personal disfrute de un plan vacacional de máximas garantías en esparcimiento y seguridad.

Se trata, en síntesis, de organizar el tiempo libre para lograr el mayor beneficio y sacarlo de las situaciones que lo acercan al desgaste y la tragedia. La angustia sobre las ruedas de la improvisación sólo puede conducir a la lesión o la muerte.

Sobre esta temática, y desde el Centro de Estudios de Historia Actual y la Cátedra Pío Tamayo de la UCV hemos hecho proposiciones desde fines de la década de los setenta. Pero entonces como ahora sólo interesa establecer si la estadística de la muerte hoy es menor o si esta república registra menos muerte en carretera que la anterior.

Ya tenemos bastante muerte en estas repúblicas, con la inseguridad, los abatidos, exterminados, hospitalarios, carcelarios. ¿Es qué alguna vez se iniciará aquí una reflexión sobre las tantas formas de morir que prevalecen en la Venezuela Actual?

Es hora de dejar de escribir la misma historia de las mismas muertes e imponer medidas para lograr el cese del aturdimiento y el inicio de una comunicación colectiva, dirigida a lograr una salida a este tiempo y circunstancias que nos lleva a abrazarnos con todo tipo de destrucción-suicidio-asesinato. Estamos obligados a llevar a la vida esta terrible sociedad de la muerte. abm333@gmail.com
El Universal, 28 de marzo del 2008.


1 comentario:

Anónimo dijo...

PROFESOR YO LO HE COMBATIDO MUCHAS VECES PERO ACEPTO QUE EN ESTO TIENE RAZÓN: DERROTAMOS LA RAZÓN PERO ES IGUAL QUE HUBIERA TRIUNFADO.