martes, octubre 04, 2005

TU REGRESO A EL CALLAO



Para Clementina

Michina:
La noche aquella de tu fiesta escribí para ti un sencillo romance. ¿Lo recuerdas?
En él nos transportamos, sobre las alas de la poesía, hacia el pasado espléndido de tu niñez.
Y vinimos aquí, calladamente, sin que los invitados se dieran cuenta…
Tú y yo nos escapamos para venir un rato a esta tierra de gracia
que querías mostrarme; a tu casa bonita, a tu mundo, tu cielo.

Hoy regreso contigo, con tus cenizas, con tu espíritu noble,
con tu presencia inolvidable que nos acompaña.
Hoy regreso contigo a la región privilegiada donde viviste tus días más felices.
Y aquí te hemos traído; para que vuelvas a tus juegos, a tus andanzas de niña traviesa,
a tu risa de antes, a tus enredaderas, a tus lejanos soles.

Te trajimos aquí para que formes parte de la Naturaleza;
para que formes parte de este suelo tuyo, de las colinas y los colibríes que te engendraron;
y resplandezcas de frescura, cuando la Luna se levante y alumbre con sus rayos
los pequeños sembrados de los campesinos.

Y volverás a ser el clavel perfumado, el clavel colorado de los jardines;
la mañana de sol, el parquecito de tus añoranzas, el horizonte de tus sueños.
Volverás a ser luz que se acrecienta; volverás a las aguas,
a las raíces de los mangos y los tamarindos, para ayudarlos a crecer.
Volverás a volar entre las mariposas que conociste,
volverás a sembrarte en el tranquilo huerto.

Y serás libre nuevamente. Respirarás el aire puro que baja de los cerros.
Respirarás el canto de los pájaros. Volverás a ser tierra de El Callao:
el puñado de tierra que una vez te llevaste, después de la tormenta.
Y volverás a ser, para todos nosotros, esa pequeña flor que nunca muere.

Queda en paz, Clementina.
Amanece otra vez en las abiertas dimensiones de tu campo.
Crece de nuevo en el arroyo; regresa a los altares del dios de las cosechas,
para que te conviertas en mandarinas y naranjas, en guayabas y nísperos.
Regresa a las canciones de las serenatas, a la molienda de la caña dulce,
a las flores de octubre, que hoy te reciben.

Y permanece en El Callao, querida Clementina,
como semilla buena del cariño; como tesoro de la tierra.

Mariela Arvelo
Hacienda El Callao, domingo 2 de octubre, 2005.

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