Una aldaba
un intento del porvenir
en el sueño
A lo largo de los 40 años de democracia representativa se
dijo y volvió a decir que el fraude era un actor permanente. Los grupos
opositores, fundamentalmente de lo que se ha dado en llamar ‘izquierda’
señalaban que la cuestión era tan descarada que las actas levantadas por los
partidos mataban, desviaban o asumían para sí los votos que les daba la gana.
Eran los tiempos de la votación manual.
Pero en el período de la automatización Indra- Smartmatic, y
a pesar de las denuncias formuladas, se va poniendo a un lado el nombrado
fraude electrónico.
Y esto se hace por una sencilla razón: si prosigue la
prédica del fraude se corre el riesgo de que la gente pierda la confianza en la
vía electoral.
Por esto las maquinarias electorales de uno y otro lado, han
llegado a la conclusión de que es necesario enterrar por siempre las tales
denuncias de fraude, para evitar que los “feligreses del voto” se decepcionen y
aparten del camino que le sirve de
materia prima a los agentes y traficantes electorales que actúan en función de
construir las estructuras políticas, legales e institucionales necesarias para
el libre desenvolvimiento de todo lo que tiene que ver con el mando-poder
fundamentales.
Esto significa, en definitiva y conclusión, que los poderes
usan al colectivo para ponerlo a votar de manera permanente por la legitimación
de los poderes constituidos. La vía electoral no aplica para derrocar un
régimen sino para convalidarlo, legitimarlo y apoyarlo.
Agustín Blanco Muñoz
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