jueves, agosto 30, 2012

OMAR OSORIO AMORETTI SOBRE ELÍAS MANUITT CAMERO



 Omar Osorio Amoretti




 
La siguiente noticia ha de ser grata para aquellos interesados en conocer a fondo el proceso histórico de la Venezuela de mediados del siglo XX. Y no es para menos, pues se trata de la publicación de Venezuela, un país podrido, libro número veintitrés de la serie Testimonios Violentos dirigida por el doctor Agustín Blanco Muñoz.

En esta ocasión le tocó hablar a Elías Manuitt Camero, militar que desde joven participó en la conspiración de Hugo Trejo contra la dictadura perezjimenista y luego cambió el cuartel por la montaña para, así, llevar a cabo la prédica de la lucha armada contra el sistema democrático recién instaurado. Estamos, pues, ante la voz de un dirigente que formó parte de la lucha política en la llamada “década violenta”, uno de los períodos históricos más polémicos en la actualidad.

A diferencia de otras personalidades entrevistadas que demandan mayor cultura histórica o agudeza analítica, la discusión entre Blanco Muñoz y Manuitt Camero carece de rodeos, de circunloquios. Da la impresión de estar oyendo hablar a dos compañeros sobre acontecimientos trascendentales, aunque presenciados por ambos. Una conversación que oscila desde la reflexión sobre los sucesos capitales de su época hasta los detalles de la vida guerrillera.

Sin duda, el testimonio de Manuitt Camero es la visión de un sector derrotado militarmente que halló en la violencia la única vía posible para la solución de los problemas del país. Pero, además, constituye una autocrítica severa a las fallas y vicios que presentó esa izquierda alzada en armas, problemas que, desde su punto de vista, incidieron notablemente en la victoria de la democracia. De esta manera, a través de 264 páginas (uno de los textos menos voluminosos si tomamos en cuenta sus entrevistas anteriores), nos adentramos en el conocimiento directo de un proceso histórico-social que, a decir de Blanco Muñoz “(…) se extendió mucho más allá y cuyas huellas aún se sienten en nuestro hacer político”.

Diario 2001,  26 de agosto del 2012, p. 26

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