jueves, agosto 23, 2012

¿ALGO BUENO ESTÁ PASANDO EN VENECUBA?




Cuando se pregunta sobre lo bueno que está pasando se dice que hay un camino de futuro y progreso que se impondrá a partir del 7-0. ¿Pero cómo ocurrirá esto? ¿Operará una especie de magia que haga posible la aparición de una nueva realidad?

¿Quedará atrás la polarización-fanatismo que enfrenta a las dos grandes posiciones que actúan en la pugna electoral? ¿Los fangos se convertirán en pozos de paz, tranquilidad y entendimiento?

En ese escenario los derrotados reconocerán la victoria del adversario, la festejarán y se producirá el olvido de enconos y  diferencias.

Iremos así hacia una mejor democracia establecida sobre las estructuras de un Estado de Derecho que regresará del aplastamiento a que fue sometida por lo que se ha dado en llamar ‘la revolución bolivariana y socialista’ que es hoy hermana y continuación de la cubana.

Se abrirá el espacio para la reconciliación política, punto de partida para la siembra de un futuro de progreso.

Cesaría la guerra de intereses económico-clasistas y por todas partes alumbraría la paz, la concordia, el entendimiento entre fuerzas contrapuestas.

Sin embargo, hay que dejar el registro de que ese planteamiento comporta una enorme falsedad. El llamado modelo del  “progreso socialista”, ha fracasado en todos sus intentos por imponerse. El modelo que se le opone es una variante de otro fracaso, el capitalista. Estamos, en consecuencia, ante una pelea entre derrotados que portan proyectos con más similitudes que diferencias.

A la fecha, para la mayoría de la sociedad no ha habido un bienestar entendido como progreso ni en el capitalismo ni en el  ex socialismo real.

Las experiencias socialistas del siglo pasado, se devolvieron hacia las relaciones de producción capitalistas. Y la inexistencia de un nuevo pensamiento condujo a una disgregación mucho mayor, cuyas terribles consecuencias las podemos advertir en el cuadro mundial actual.

Aquí en Venecuba, el desarrollo del llamado socialismo del siglo XXI no va más allá de la promesa de construir un capitalismo menos salvaje.

Aquí prevalecen las estructuras y relaciones de producción capitalistas y seguirán vigentes, por más que se hable de comunas  y ‘trabajo solidario’.

Una práctica que no puede encuadrarse en los lineamientos de la llamada ortodoxia marxista. Por el contrario se expresa como una especie de convivencia entre reformismo y revolución, positivismo y marxismo, que se impone por la vía de la violencia electoral o de las armas.  

A la larga, la revolución, como hija de la ‘violencia-partera de la historia’ no ha triunfado, y por ello el esquema reformista de Augusto Comte prevalece hoy sobre el de Marx.

Aquí se enfrentan hoy dos maneras de asumir el capitalismo: de la manera abierta expresada en los contenidos que pondría en práctica Capriles y la forma encubierta que asume el golpista-presidente (GP).

Las maldiciones del GP al ‘capitalismo salvaje’ son permanentes. Pero a la vez llama a los ricos a ponerse a su lado porque sólo él garantiza la estabilidad. En el mejor de los casos apela a la conciliación, alejada de la dictadura de una clase y del pleno ejercicio de la hegemonía del poder.

Este es el mismo socialismo del siglo XXI, profundamente antiimperialista que a la vez tiene las mejores relaciones con el mercado  capitalista y al cual desde un inicio ‘la revolución’ le eliminó la doble tributación.

Es la revolución que alcanzó, al fin, la independencia y que dice salir (sin salir) del mercado yanqui para caer en lo que Toby Valderrama, uno de los máximos teóricos de este ‘proceso’, alude como “ese monstruo del capitalismo emergente que es el mercado capitalista del Sur”… (Vea, 03/08/12, p. 09) El capitalismo de la potencia brasilera.

¿Pero cuál es la diferencia que marcan las oposiciones y en particular su candidato?

A estas alturas queda claro que no hay diferencias esenciales entre los dos proyectos en pugna.

Y  para que no se dude de esto  vemos que el caprilismo, aunque no hace mención de cuestiones doctrinarias, se identifica con los lineamientos del capitalismo. Y aunque se aparta del disfraz socialista de la ‘revolución bolivariana’, se pronuncia a favor de  la continuación, marcando algunas diferencias, de las políticas económicas y sociales de la revolución.

Así por ejemplo, no se regalará ni una gota más de petróleo a Cuba pero a sus médicos que operan en nuestras misiones se les pagará un sueldo digno. Se mejorará las misiones para que sean estables, sin sesgo partidista y se elevará las pensiones.

Otra dimensión del populismo Se olvida que no hay tal regalo porque hoy somos Venecuba, dos países y sus revoluciones en una sola unidad geopolítica.

 ¿Y que hay de bueno en todo esto?

En los días que siguen cada vez estará más claro y firme lo que significa un futuro enmarcado en el “capitalismo dependiente”. Se seguirá sintiendo el peso del petróleo como salvador de todas las situaciones. Y la sociedad seguirá alejada de lo que debería ser su principal tarea: la producción.

Seguiremos viviendo  del petróleo y bien alejados de la tantas veces mencionada diversificación de la economía. Los imperios de cualquier norte o sur seguirán marcando nuestro destino en estos tiempos definidos por la primacía de una global-explotación que ha puesto en minusvalía los propios centros del alto capitalismo.

Esto quiere decir que nos esperan tiempos muy difíciles que no pueden enfrentarse con fórmulas como esa que reza que “yo como presidente repartiré más”.

El día en que toda la población sea integrada a la educación para la vida y la producción, comenzará a pasar aquí, al fin, algo muy bueno. Habrá comenzado la construcción de una Venezuela independiente y el fin de Venecuba.

Pero mientras estemos anclados en las gastadas y vacías consignas de siempre, que sólo sirven al engaño y la distracción, nada bueno pasará. Y el camino estará totalmente ocupado por las huestes y realizaciones venecubanas. ¡Que historia amigos! Twitter: @ablancomunoz abm333@gmail.com

Agustín Blanco Muñoz
El Universal, 24 de agosto del 2012.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Profesor, con todo respeto, yo no acepto que se le cambie en nombre a mi país, al que usted, por cierto, tampoco considera un país sino ex país.

Anónimo dijo...

Profesor, con todo respeto, yo no acepto que se le cambie en nombre a mi país, al que usted, por cierto, tampoco considera un país sino ex país.