viernes, febrero 02, 2007

UN TESTIMONIO PARA LA HISTORIA


El libro de nuestra autoría: Habla el que se fue: Mensaje de Carlos Ortega (Caracas, CPT-CEHA-UCV, 2006, 504 p.), recorre las calles a pesar de los tropiezos que arman diferentes poderes que parecen inclinados a obstaculizar esa palabra. Y no hablamos de censura gubernamental. Más lamentable y perversos son los signos de autocensura que apreciamos en algunos ‘paladines de la democracia’ que por intereses encontrados, temores-miedos o complicidad implícita o manifiesta, actúan a favor del silencio de un texto que se vuelve expediente inexcusable para muchos.

Porque esa es la virtud y lo grave del texto. No es un simple examen del acontecer de un 11A-02, los paros o un 15Ag.-04, sino de ver esos momentos en términos auto-críticos y señalando los acuerdos-pactos y complicidades. De esto no escapan agentes políticos organizados en la CD, figuras de partidos o de medios de comunicación implicados en manejos no siempre claros.

Y este sentido, CO dice nombres y apellidos, sin dejar de mencionar a compañeros de partido que se colocan en plan de sospecha o complicidad. Una actitud que mantiene para examinar incluso las salidas a la crisis política que padecemos. De allí que anuncia una y otra vez que aquí la hegemonía establecida cierra cada vez más la vía electoral. La secuestra y domina hasta el punto de convertirla en simple compendio del mecanismo fraude-trampa que sea capaz de garantizarle al GP todos los triunfos que haga falta para garantizar su estabilidad.


Y no estamos ante un entrevistado que hace gala de formación doctrinaria en lo político e ideológico. Permanentemente señala que no es político sino un dirigente sindical prestado a tareas políticas y que por eso sus apreciaciones están basadas más en la experiencia que en juicios de orden teórico. A él le interesa el bienestar de los trabajadores y por ello enfrenta un régimen que considera pernicioso para los pobres y para Venezuela en general. Y llama a una lucha pacífica que debe reunir a todos los comprometidos para la tarea de detener el proceso de destrucción vigente.

El sentido del libro, en esa dirección, radica en contribuir a esclarecer lo actuado, en llamados tiempos de lucha abierta, pasando por errores, improvisaciones, negociaciones y complicidades, para tratar de avanzar en un deslinde con toda destrucción gubernamental u opositora.

Por ello afirma, al finalizar la entrevista : “Asumimos en todo caso nuestra responsabilidad. Estamos conscientes que Venezuela no necesita más falsificaciones. Ésta, hoy más que nunca, necesita de conductores que actúen con honestidad, firmeza, voluntad, valentía y desprendimiento. Atrás tienen que quedar los mercaderes de la política, incluyendo a los traficantes de la llamada revolución socialista del siglo XXI. Esto ya no tiene razón de ser.”(Op.cit, p. 494.)

Sin embargo, Carlos Ortega está consciente de las dificultades que comporta esta tarea. Venezuela, a su decir y pensar, está regida por la acción de los mercaderes de la política tanto de las oposiciones como de un régimen que califica, una y otra vez, de delincuente. Y por ello insiste en que si no sabemos donde estamos parados, es imposible producir una acción que rompa con los moldes impuestos por la historia mesiánica-caudillesca que tan buen representante tiene en el actual GP.

Y esa es la doble trampa a la que está sometido el colectivo de este expaís. La del socialismo siglo XXI, que es sólo un mecanismo para garantizar la pervivencia y continuidad en el poder del hegemón, y la de quienes pretenden hacer creer que vivimos en un régimen de libertades democráticas que habrá de dar espacio al querer y sentir del colectivo.

De ese modo se llevó a la gente al 03D-06 que sirvió no sólo para legitimar al GP sino para desechar las dudas sobre el RRP, quedando el camino libre para que este régimen autoritario pueda seguir utilizando la trampa-engaño electoral para consolidar su hegemonía, a sabiendas de que cualquier contabilidad electoral pasa por las cifras establecidas por el fraude.

En la última entrevista, ante de la fuga, Carlos Ortega afirmó: “Y si un buen día llego a montar tienda en la calle, no será para comprar y usar un chinchorro, sino para luchar contra esta dictadura disfrazada de democracia para engañar a los pendejos. Porque yo tengo conciencia de que aquí hay que prepararse para una dura y larga pelea contra estos delincuentes convertido en gobernantes.” (Idem)

Hoy, Carlos Ortega, condenado a 15 años de cárcel por el delito de rebelión civil, en un juicio sin precedentes en la historia de esta justicia amañada, está en la clandestinidad. Muchas son las cuestiones que le cobran. Este testimonio le devuelve la palabra en un tiempo de silencios, pasividad y profunda frustración.

Hoy, como lo hicimos ayer a la hora de entrevistar al hoy GP, en su encierro de Yare, o los jefes guerrilleros de la década de los sesenta, o a un Pedro Estrada, le abrimos espacio a la otra perspectiva de la historia actual: la de los actores-protagonistas. Ojalá y sirva para desenredar entuertos, clarificar lo vivido y contribuir a avanzar en una dirección distinta.

Donde quiera que esté, le enviamos un saludo fraterno al dirigente sindical, al ‘preso del presidente’, como se autodenomina, al hombre hoy sometido a persecución por el delito de defender lo que él entiende como los intereses de los trabajadores y que régimen califica como actividades golpistas y desestabilizadoras.

Hoy habla el que se fue. Mañana aspiramos ampliar sus declaraciones con la relación de cómo se fue, y qué hace y hará ahora que está ido. Tlfs 6052536 / 0416-6387320 / abm333@gmail.com

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