Comentario al libro del Profesor Agustín Blanco Muñoz
domingo, junio 24, 2012
PABLO BRITO ALTAMIRA - SOBRE: VENEZUELA UN PAÍS PODRIDO. HABLA ELÍAS MANUITT CAMERO
Comentario al libro del Profesor Agustín Blanco Muñoz
Para un civil que nunca ha disparado un arma, como yo, el tema de este libro y de este conversatorio
no puede tener un enfoque objetivo. Las
razones de lo que se ha denominado lucha armada, si las hay o las hubo, son
tema sobre el que nada puedo aportar, como no sea desde una óptica total y
completamente subjetiva. Pero Elías Manuitt Camero, a quien hoy se rinde
homenaje a través del excelente libro del Profesor Blanco Muñoz, no era sólo un
hombre de esa lucha armada, era también un poeta. Esto me permite hacer un
breve comentario sin sentirme demasiado extranjero, demasiado intruso en esta
mesa donde todos tienen algo que decir con más pertinencia que yo.
¿Qué ha sido y qué es en este país la política revolucionaria? ¿Tenemos hoy
lo que nos corresponde como herencia revolucionaria? El libro de Agustín
plantea y sugiere una larga serie de
preguntas, muchas de ellas sin respuesta. ¿Cómo hacer, pregunta también, para
quitarnos esa parte de la memoria y
dejar de un lado ese tiempo que sólo nos dejó errores, fracasos, frustraciones?
Estamos en una situación, pareciera decirnos, que tal vez no justifica pero
sí explica el suicido del poeta guerrillero, del guerrillero poeta. Porque si uno se pregunta y se pregunta y no
obtiene respuesta se encuentra de pronto, irremediablemente, en una calle ciega
-real y textualmente ciega- donde los
ojos quedan al fin abiertos para siempre, como dos golondrinas.
Agustín parte de esa imagen de Miguel Hernández, poeta de la guerra o poeta en guerra y
establece que cada uno de los muertos por la libertad queda con los ojos en la
vida.
Pero de las preguntas sin respuesta, de los callejones sin salida que
llevaron a Manuitt Camero al abismo, surgen hoy otras preguntas que son las que
le hacemos a la época que permitió que esto ocurriera.
Dice Mery Sananes en el prólogo a los “ sueños de amor y libertad” de
Manuitt:
“ Tu disparo, Elías, es un nuevo
expediente a esta sociedad, a esta historia dolorosa, a este proceso donde
todos, como decía Pío hace más de cincuenta años , nos hemos convertido en
culpables y cómplices de las armas asesinas. Tu vida y tu muerte son
radiografía e historial de un tiempo y una sociedad que hay que cambiar ”.
¿Es una sociedad criminal? ¿Es una sociedad enferma? ¿O es, como declara en
el título el libro de Agustín y Elías, un país podrido?
Lo que permite, y exige, proponer esta otra cuestión: ¿Qué clases de
personas forman, formamos un país así?
Estas no son preguntas fáciles, de esas que podemos responder sin pensar.
No pretendo hacerlo yo en esta breve intervención.
Manuitt se jugó su respuesta, que no es la mía, cuando escribió:
Cada vez que salgo al viento
Me pongo a considerá
Qué será de Venezuela
Su futuro cuál será
Y la única respuesta
Que yo he podido encontrá
Es que pa’arreglá esta vaina
La solución es PELIÁ
Pero esta respuesta remite a otras preguntas, tal vez anteriores. Pelear…
¿Contra quién? ¿Contra el tirano o
contra la tiranía, contra el sistema o contra los que lo imponen… o contra los
que lo toleran…contra los otros o contra nosotros mismos?
Preguntas difíciles que tal vez nadie a solas pueda responder, puesto que
no es un problema de la soledad sino de lo colectivo. Yo no tengo las
respuestas. Solo quiero comentar, siempre desde la subjetividad, siempre más
cerca del poeta que del hombre de armas, que huir de las preguntas, por
difíciles de responder que sean o parezcan,
es huir de nuestra condición humana. Yo no soy historiador pero sé que
desde hace mucho tiempo en Venezuela se dispara primero y se pregunta después. En
el sentido más literal y sangriento, ese
que produce un muerto cada media hora, y también en muchos otros sentidos
igualmente sangrientos a la larga, igualmente inhumanos, por banales que
parezcan.
Aquí se habla antes de pensar, se
gasta el dinero antes de sudárselo, se hacen hijos antes de amar, se publican
leyes antes de discutirlas y se ganan elecciones antes de contar los votos.
Huimos hacia adelante a toda la velocidad que la gasolina barata nos
permite para no detenernos ni un
instante a preguntarnos quiénes somos, para qué somos, cómo somos…morimos,
muchas veces, antes de preguntarnos si estamos vivos.
Huimos de nuestra propia humanidad, como si ser humanos fuera un peso
demasiado grande, tal vez porque para serlo en plenitud tenemos que
preguntarnos por nuestra condición más radical y más básica, nuestra condición
de mortales.
Parece, en efecto, que nos regodeáramos en la paradoja funesta de irnos
matando por el camino para escaparle a la muerte, al punto de que los caciques
míticos de la tribu se declaran obscenamente inmortales, brutalmente vencedores
de la debilidad, la enfermedad y el miedo, condiciones humanas por
excelencia, que están proscritas del
lenguaje oficial como si se tratara de cosas pecaminosas y perversas.
De ello, como de todo lo demás, debemos
responder también como ciudadanos, acostumbrados a colocar en los
líderes que nosotros mismos entronizamos la suma del cielo y del infierno
mientras escondemos como avestruces la cabeza dejando expuesta nuestra parte más vulnerable. ¿Idiotas? ¿Cómplices?
¿Inconscientes?
El puer ataernus, el eterno
adolescente, es nuestro ícono, nuestro arquetipo y nuestro prototipo de ser
humano. No tratamos a nadie de usted, no decimos señor o profesor o maestro ,
decimos chamo, pana, amorcito… mostrando
, aceptando o refrendando la superioridad de todo lo que es juvenil o nuevo o
reciente o flamante y suplantando así lo esencial por lo aparente, porque la
juventud no es una condición sino una circunstancia pasajera que sólo puede
hacerse definitiva dándole muerte al que la ostenta.
Y así están muchos, paralizados en unos años sesenta en los que ya estaban
atrasados y convertidos en momias del
funcionariado que se dice revolucionario. Con esta trampa, con esta cirugía
estética de la teoría social, la sociedad entera pierde la memoria, la serenidad,
la sabiduría, la prudencia y el sentido de lo trascendente, que son todos
atributos de lo añejo, lo curado, lo decantado. Atributos de la Historia, en
fin.
Como púberes congelados, estamos detenidos, retenidos, suspendidos siempre
a un minuto de cumplir la mayoría de edad por miedo-terror de convertirnos en
responsables de nuestros actos. E
incapaces, por tanto, de salir de una
vez por todas de esta prehistoria contemporánea.
Estamos, como Sísifo, intentando burlar a la muerte con argucias para
terminar condenados a golpearnos eternamente con la piedra que debemos cargar
una y otra vez hasta la cima de la montaña
que se viene abajo siempre con el nuevo deslave de cada temporada de
lluvias.
Venezuela es un país podrido a costa de no haber querido madurar nunca.
Como en el retrato de Dorian Gray, el
pacto con el diablo, firmado con la sangre negra, bituminosa del inframundo,
nos permite vernos siempre apuestos, jóvenes y modernos, mientras que la
realidad, oculta en el desván, desborda por las cloacas, los subsuelos y las
morgues.
Aquí yace la Pequeña Venecia
Muerta por negarse a crecer
Abrió los ojos, la muy necia
Cuando era ya muy tarde para
ver.
Pablo Brito Altamira
Exposición en la CPT, el
lunes 18 de junio del 2012, en el marco de la presentación del Tomo No. 23 de
los TV de Agustín Blanco Muñoz, Venezuela, un país poido. Habla Elías Manuitt
Camero. Caracas, CPT-CEHA-UCV,
2012, en la Sala E de la UCV.
Información sobre el libro
Tlfs 0414 333 6515 / 0416 638 7320 / 212 605 2536
abm333@gmail.com / dbarrolleta@gmail.com / merysananesqgmail.com
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1 comentario:
Considero que mientras los venezolanos creamos que derrocando gobiernos y con guerras se resolverán los problemas, seguiremos retrocediendo. Educación es lo necesario y un poco de verdadero amor por esta tierra, multiplicar eso hasta que ya los que valoramos lo que tenemos seamos mas que los oportunistas y psicópatas que han sembrado tanto odio, y generación tras generación van consumiendo tiempo y recursos en guerras o confrontaciones sin sentido que dejan al país arruinado y luego lo paga la población, esa gran población parda que lo que espera es vivir en paz y disfrutar del país donde Dios los puso.
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