Mucha gente que, lamentablemente, sigue colocada en una posición que corresponde a muchas de las organizaciones políticas que sobreviven y que hicieron de la verticalidad su máximo estandarte. Militantes que aprendieron la lección de atender a la línea del partido, de la dirección y cumplir las órdenes correspondientes.
Pero a la vez un universo que ya no quiere saber de partidos por lo erráticos y nauseabundos que han sido y que se colocan hasta en plan de críticos, sin llegar a crear una nueva posición.
Por ello hoy, a falta de dirigentes políticos con credibilidad, andan atentos a cualquier planteamiento que les diga lo que deben -y tienen- que hacer para aprovechar la coyuntura del cierre de RCTV y proceder a la liquidación del régimen.
No se advierte que la participación significa el concurso de todos, o por lo menos de muchos. Y por ello es que hoy estamos ante una falsa participación que sólo sirve para contribuir a encubrir el autoritarismo-militarismo con inclinación y capacidad totalitaria que tenemos por delante.
Y lo único que uno podría señalar como imperativo es la necesidad de marcar un claro deslinde con lo que hemos llamado los dos polos de destrucción. Si ese deslinde se hubiese hecho, las oposiciones no hubieran podido llevar a la gente a la trampa del ‘ganar y cobrar, con lo cual legitimaron un gobierno ilegítimo.
Y tampoco el régimen podría comprar, como lo hace, a otra parte de ese colectivo en base a la tarifa y regalía miserables, que lejos de elevar sus condiciones materiales de existencia lo que ha hecho es nutrir ese status de necesidad para que la tarifa cumpla su función de vasallaje y dominio.
Un caso como el de RCTV no puede ser conducido por partidos que carecen de ascendencia en la sociedad ni por los gerentes-propietarios que actúan, no como defensores de la libertad de expresión que se vería afectada por el cierre de la planta televisiva de mayor antigüedad, sino como parte interesada en un conflicto entre el gobierno y una de las empresas de expresión (EE) que hasta el momento no ha asumido una defensa política de la planta.
Toda su actuación pública se basa en el reclamo de sus derechos constitucionales, pretendiendo hacer valer de este modo la existencia de un Estado de derecho que aquí está reñido con una realidad en la cual prevalece la acción de corte totalitaria, que emana de manera vertical y que tiene su origen-fuente en una voluntad todopoderosa que está personificada en un jefe único, en un césar democrático, dictatorial o socialista, que hoy asume el mote de revolución socialista del siglo XXI.
En este sentido, y al igual que en el período liberal-positivista, no hay nada por encima de la decisión del individuo padre-madre de todos los acontecimientos. Por ello en este caso percibimos desde un inicio la confrontación de dos posiciones asumidas individualmente por dos jefes únicos, el de este ex-país y el de la ex-RCTV .
Y al actuar de esta manera se permitió el avance expedito de todos los planes de y para la implantación de la hegemonía comunicacional que decidió y proclamó el régimen hace un buen tiempo. Se le dio espacio a una pelea desigual partiendo de la creencia de que se contaba con el recurso legal.
Y esta actuación individual de lado y lado es la misma que se aprecia en muchas de las expresiones de la desesperación que reclaman que un ‘elegido’ le diga al colectivo lo que tiene que hacer.
En este sentido y dirección hay que partir de una premisa: este régimen del saqueo-destrucción, materialmente montado en la tarea de acabar con lo poco que queda de país, no puede enfrentarse por la vía político-partidista porque no existen partidos-militancia-doctrina, ni por la vía de la fuerza porque en ese campo quien detenta el poder ha declarado muchas veces que está es una ‘revolución pacífica pero armada con fusiles, ametralladoras y tanques’ para defenderse de todo tipo de conspiradores-golpistas.
Y esta fuerza armada está en el propio fundamento de un aparato violento del Estado que a esta hora está lanzado a cerrarle todas las vías a una protesta que se agota en las manifestaciones individuales.
De allí la permanente apelación que hemos hecho a la convocatoria y organización del colectivo, hoy sólo tomado y manipulado por el hegemón y su maquinaria oficialista para llevarlo a una misión, una brigada, círculo, consejo comunal o a inscribirse en el partido único.
Pero esta apelación hasta el día de hoy no tiene ningún eco entre quienes detentan posiciones contrarias a este régimen más allá de las que asumen ‘las oposiciones partidistas’.
RCTV deja dudas en relación a la forma como no se puede actuar si es que se quiere hacer frente al monstruo supuestamente democrático y socialista.
Este medio actuó ahora como seguramente lo hizo por muchos años: jugando a la legalidad-negociación. Al acuerdo-arreglo y sin percibir que estamos en manos de un ‘hegemón de todos los poderes.
Lo más probable es que RCTV haya recordado que lo usual de los medios ha sido el adecuarse a las exigencias de un jefe que ha ejercido su poder en plan de concertación.
Tal vez pensó que todo podía resolverse por las viejas vías de la compra-venta, la aplicación, por ejemplo, de la autocensura, haciendo algunos ‘sacrificios’ que permitieran lograr un acercamiento entre ese medio y la entidad gubernamental.
No se cayó en cuenta que ante un régimen que ya trazó la orientación totalitaria respecto a lo que será la comunicación socialista del siglo XXI, habría que actuar de manera colectiva y a sus aportes, no como un ente pasivo de y para la manipulación sino como una fuerza que entendiera la planta como suya y la defendiera, no desde afuera sino desde sus propios espacios.
Y se propuso precisamente que allí fuese convocada esa comunidad-audiencia que debía ejercer el reclamo por la calidad de la programación ante los administradores y ante el régimen por el respeto, no a la empresa de expresión (EE) sino a la libertad de una expresión que tuvo el valor de incorporar al colectivo en su justa y obligada defensa.
De eso se le habló a RCTV pero aún a esta hora su equipo conductor sigue apegado a la salvación legal. El cierre en consecuencia es un producto totalitario y permitido. La lección tiene que ser asimilada y aprovechada por quienes piensen en un futuro de auténtica libertad.
Y lo deseable es que ante el escenario del atropello totalitario no se responda con el emocional que llama a la toma improvisada de la calle sino con el escenario de la sensatez que signifique la preparación para luchas de fondo, capaces de avanzar sin el histórico baño de sangre, hacia una historia diferente. abm333@gmail.com
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