Esta cita de Albert Einstein, que nos llegó por los asombrosos cauces de la tecnología actual, tiene la importancia de ponernos a pensar sobre el sentido de la historia que vivimos. En general, hemos vivido de crisis en crisis, buscando siempre responsables ajenos a nosotros y salidas que otros deberán encontrar.
Nos involucramos cuando el grado de la crisis alcanza nuestra individualidad. No solemos tener conciencia de que la mayoría del planeta vive una crisis sostenida y continuada, materialmente, desde que el hombre insurge para imponerse a otros hombres.
Hoy esa crisis, que tiene parientes tan lejanos y raíces tan profundas, adquiere rasgos catastróficos porque comienza a tocar los cimientos de una humanidad inexistente y a cuestionar las salidas propuestas como otras formas de mantener con vida un dominio y un padecimiento que amenaza ya con extinguir planeta y hombre en su totalidad.
De allí que lo que nos dice Einstein cobre particular relevancia. ¿Dejaremos de nuevo correr designios impuestos sin inmutarnos? ¿O comenzaremos por hacernos responsables de alicuotas de esa crisis gigantesca y, por consiguiente, actuar para detenerla, enfrentarla o al menos reconocerla como tal?
El propósito, en esta ocasión, es convocar al colectivo a una reflexión creadora sobre este tiempo, para que el aporte de todos contribuya a construir respuestas, a ‘trabajar duro’ y contra ‘la tragedia de no querer luchar por superarla’.
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