jueves, agosto 25, 2011

YO SEGUIRÉ DESTRUYENDO A VENEZUELA



El presente régimen, encarnado en una tal revolución bolivariana y socialista, pretende ahora exhibirse como la máxima expresión de lo que a lo largo de 200 años se conoce como independencia.

Pero es a la vez  una política destinada a pisotear todo proyecto independentista. Y esto tiene que ver con la  capacidad de destrucción de  que ha hecho gala este régimen y, en particular, su máximo conductor, el golpista-presidente (GP).

Herma Marksman, su compañera de vida y conspiración en la década de los 80 y comienzos de los 90, señala lo que muchas veces le confesó el personaje: me deprimo porque yo todo lo que toco lo destruyo. (ABM, Chávez me utilizó, 2004, p. 114)

Y esta ha sido su mayor obra: la destrucción de las instituciones para acabar con toda pretensión de país-nación y  democracia e imponer un supuesto modelo internacional y socialista.

Sin embargo, el régimen se empeña en vender la idea de que ahora si la independencia logró su verdadero cauce. Su auténtica grandeza. Desde Bolívar a esta parte nadie había podido lograrlo.

El bolivarianismo de López Contreras o la llamada Revolución de Octubre de 1945 aludieron a la segunda y definitiva independencia. Pero aquello no pasó del discurso.

En esta oportunidad si va la vencida. Al fin la independencia-libertad-país-nación-pueblo.

Por ello, el nuevo Libertador marca la diferencia con el viejo ideal de independencia: “Nosotros representamos, que nadie lo dude, la Voluntad Patria de Poder. El Poder Ser. El Poder Existir como país, como Nación. Como Patria, como Venezuela pues…” Es lo que nunca antes había existido. Llegó, al fin, la hora de los verdaderos patriotas.

Y frente a estos patriotas está el antipatriotismo  de la supuesta polarización: “los voceros opositores representan precisamente lo contrario, y vaya que lo demuestran sin duda: es la voluntad imperial de poder, la voluntad sin patria, el no-país, la no-Venezuela. La nada, pues…” (Correo del Orinoco, Notas de Retaguardia,  20-08-11, p. 1)

El GP deja correr la confusión de manera interesada. Las oposiciones no asumen la confrontación radical  para hacer frente a quienes destruyen hoy a Venezuela. Lo de ellos es el aparato electoral para tratar de conseguir más fracciones de poder a la par que avalar el fraude-trampa del régimen.

El GP, a conciencia de que aquí el juego por el poder lo adelantan las dos minorías, se siente obligado a ignorar la otra Venezuela: la constituida por la inmensa mayoría.


Y es precisamente esta tercera posición la que más preocupa y mortifica al GP. Porque sabe que allí están ubicados los no dispuestos a conciliar ni a negociar a cambio de otros espacios de la supuesta administración democrática.


Hemos mantenido que aquí sigue la independencia sin independencia y que en este momento es muy poderosa la posición de y para la destrucción.

Aquí ha desaparecido la legalidad de las instituciones.  Y sólo procede  la concentración de todos los poderes en manos de un Jefe que merece todo el respeto, la veneración, el culto. Él es nuestro nuevo Padre Libertador.

Por ello aquí todo tiene su sello, su tono y guión. Hasta hace poco se dijo que se construía la patria socialista o la muerte. Y ante la alerta de su enfermedad, el GP y Libertador cambió la consigna y ahora junta su independencia a su socialismo y clama por la vida para vencer.

Y vencer significa imponer el llamado socialismo cuyo fracaso nadie hoy niega. A la hora de la caída del régimen Gadafi está más claro aún el destino de estas prácticas. Su derrocamiento está ligado al imperio norte, la comunidad europea (Francia, Alemania, Italia), la OTAN, ONU con el apoyo de las potencias ex socialistas Rusia y China.

Entonces, en este contexto ¿cuál independencia-socialismo-revolución definitiva? ¿La que se financia en términos populistas a punta de petróleo con el agregado del patrón oro?

¿Pero de qué país puede hablarse desde una realidad que ha sido institucionalmente destruida para dar paso a la Confederación de Venecuba?

Por eso Venezuela no existe hoy en nación. Pasamos a ex Venezuela, ex República de Venezuela. A un ex país.

Este señalamiento, por no hablar de denuncia, l0 hacemos desde la perspectiva de la gran mayoría de los venezolanos, que no forma parte de las dos minorías que juegan al negocito electoral, con miras a continuar la falsedad de una democracia que ni ha sido ni es.

Comprensible en este contexto que las oposiciones  se lancen hoy a la farsa de unas elecciones primarias para imponerle a la gente “democráticamente” el candidato partidista previamente escogido en las conocidas Jornadas Panameñas.

Esta es la pieza clave escogida en el evento de y para la relegitimación del Libertador de la definitiva independencia-socialista-revolución que nos convirtió en venecubanos y ex venezolanos.

Estamos a la espera de las nuevas cédulas de identidad firmadas por Fidel Castro. ¡Que historia Amigos!


El Universal, 26 de agosto del 2011.

1 comentario:

Anónimo dijo...

NUNCA NADIE DIJO TANTA VERDAD SOBRE SU CAPACIDAD DE DESTRUCCIÓN

Felipe Casas