Ya no es el palmario agotamiento-fracaso del llamado ‘modelo puntofijista’ o el comienzo de un vacío que a la fecha, lejos de superarse, se hace cada vez más profundo. Lo que tenemos por delante es una crisis que, en sentido estricto, es continuación de la que produce el levantamiento social del 27F-89 que con el tiempo ha adquirido un desarrollo consistente.
El 27F-89 quedó al descubierto que el ‘modelo democrático’ era una farsa-ficción que se agotaba en el grito y el ofrecimiento. El colectivo hambriento y angustiado se lanzó a la calle a reclamar sus derechos. Entonces el acaparamiento y la escasez eran incipientes. Las fuerzas armadas, encabezadas por el ministro Ítalo del Valle Alliegro y Heinz Azpúrua, fueron puntales en la represión. Buena parte de los futuros insurgentes del 04F-92 hicieron pasantía en esas acciones.
En el movimiento prevalece lo espontáneo. No hay una línea política trazada ni líderes dispuestos para conducir al colectivo hacia su logro. Desde ese momento las mayorías ni miran ni aceptan al viejo y gastado liderazgo. Lo ven como la materialización y representación de un gran fracaso. Son dirigentes sin ascendencia ni espacio porque ya no tienen tareas que cumplir. La mal llamada ‘cuarta república’ ya nada tiene que buscar.
Todo fue tan sorpresivo y espontáneo que las FAN no estaban preparadas para repeler protestas ni para atentar contra el mando-poder establecido. Por ello su actuación estuvo dirigida al mantenimiento del ‘Estado de Derecho’, que para el momento es un negocio rentable. La estabilidad paga los mejores dividendos a quienes, materialmente, forman parte de las estructuras dirigentes.
En sentido estricto hay que registrar que todas las fuerzas económicas, sociales o políticas, al sentirse amenazadas, se juntan para defenderse, detener y atacar el estallido social, conscientes de que este tipo de manifestación de la sociedad es impredecible en su alcance y proyección.
La defensa ante el eventual peligro es unánime. Funciona abierta y específicamente el interés clasista. En un inicio los principales medios televisivos jugaron al rating con el suceso. Pero al captar su posible proyección y ante el peligro que pudieran rodar hasta sus propias cabezas, se replegaron y cerraron filas con las fuerzas gubernamentales.
Por ello, a la hora en que se acometía la Masacre Venezuela, esos medios exhibían programas de distracción y congelaron su ‘deber de informar’. Desde entonces el miedo como entidad de violencia para controlar la disidencia ocupa un papel destacado en esta política.
Hoy, en consecuencia, y a pesar de estar dadas las condiciones para un estallido social de mayores proporciones que el ocurrido el 27F-89, tiene menos probabilidades porque el aparato represivo está entrenado y reforzado con un componente internacional socialista o simplemente aliado petrolero.
Allí se anota la participación cubana para hacer bueno lo de la unidad venecubana. Pero además se inscribe el aporte iraní, ruso, chino, el grupo Alba, FARC, ELN, brigadas, misiones, consejos comunales, círculos bolivarianos, frentes, mesas técnicas, reservistas, fuerza armada, ‘organismos de seguridad del Estado’ y las fracciones del PSUV, que se unirán para enfrentar la amenaza que pudiera representar su liquidación.
Y ante este cúmulo de defensores de la ‘causa bolivariana’ se exhibe el antiimperialismo más radical, a pesar de que el imperio en ningún momento ha visto en peligro el suministro diario de petróleo, lo que le ha producido al régimen los mayores ingresos de toda su historia. Ingresos para financiar la causa antiimperialista pero no para siquiera paliar la miseria y el descontento crecientes de unas mayorías lanzadas a su peor destrucción.
Juego peligroso que amenaza con volverse contra sus propios creadores. Y por ello el régimen, ante la evidente caída de su ascendencia y de la propia capacidad de convocatoria de su líder máximo, desde hace un buen tiempo aplica el programa del cuidado programado o preventivo, dirigido a enfrentar toda manifestación que se enfrente a lo vigente y a controlar las posibilidades de un estallido social.
Cuando el jefe único señala de manera reiterada que su gobierno está tras la pista de los ‘narcos’ infiltrados en los barrios, está creando un escenario en el cual puede presentarse la necesidad de disparar en contra de los alteradores del orden público allí instalados. En ningún momento se enfrentará la angustia o la disidencia encaramada en los cerros.
En reciente visita a Catia vimos esta pinta: ‘El Sacudón Viene’. Este es el anuncio de que puede acercarse algo parecido a lo del 27F-89. Y por ello se impone disparar, a la manera más betancouriana, fidelista y perecista, antes de que se cumpla la amenaza.
De esta manera quedaría establecido que el socialismo se defiende a paso de vencedor. Por una parte manifiesta su disposición a acometer el número de sacrificios que hiciera falta y, por la otra, hacer valer los mecanismos que proporciona la democracia en la que no se cree pero que le ha servido y sigue sirviendo para mantener la farsa revolucionaria.
Este es el caso de la maquinaria electoral dispuesta para controlar mediante la trampa-negociación a las ‘oposiciones’. Se les lleva a una ‘objetiva confrontación electoral’ cuando lo real es la existencia de mecanismos de negociación, como los aplicados a propósito del revocatorio del 02D-07, cuando oposiciones y gobierno producen el fraude de mayor profundidad de la historia de este ex-país.
Esto equivale a la unidad de las dos partes para disparar contra el ‘soberano’, como un 27F-89 cualquiera, actuando en escenarios electorales establecidos para someter la propia voluntad de las mayorías. Terrible destino para una Venezuela obligada a deslastrarse de seudodemocracias y seudorrevoluciones represivas y tramposas, para poder avanzar hacia una historia de nuevo signo. ¿19 años después vamos hacia otro estallido popular? abm333@gmail.com
1 comentario:
Felicito al autor por este certero análisis de nuestro terrible futuro. Que Dios nos agarre confesados y todo!!!
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