Indispensable abrir cada vez más nuevas vías de comunicación con el colectivo, con el lector que se asoma a una página indagando respuestas para preguntas comunes, formulando interrogantes sobre padecimientos que a todos nos tocan.
De allí surgen estos atisbos para que sirvan de diaria reflexión sobre esta devastada historia de hoy que clama imperiosamente ser aprehendida, organizada, aglutinada, para convertirse en conocimiento-praxis, en palabra-acción, en gesto hombre-humano en busca de la construcción de una sociedad humana que tenga por horizonte el cielo del futuro.
El estudio de la historia no es para y por el ayer, Lo que define esta disciplina es su capacidad para tocar el futuro. Por ello, para nosotros la historia debe ser la ciencia del futuro. Ciencia para la construcción de un mundo diferente. Ciencia, con palabras de Marc Bloch, para contribuir al mejor vivir del hombre. No se espere entonces, en esta ocasión, refritos de historia. Nos ocupamos más bien de los problemas de ese acontecer que nos permitan accionar sobre la posibilidad de construir un mundo diferente.
Historia hoy es un mundo convulsionado y cada vez más difícil de aprehender científicamente. De allí el esfuerzo por objetivar las posibilidades de comprensión y trascendencia de los propios problemas. No es cuestión, simplemente, de estudiar la problemática Venezuela, sino de captar, a la vez, los medios a aplicar para superar los entuertos que nos tocan tan de cerca.
Por ello nos dedicamos en esta columna a volar hasta donde sea posible y en ese punto tomar la decisión de seguir volando hasta alcanzar las verdades indispensables para tocar el cielo del futuro.
1 comentario:
Enigma solamente
Pablo Mora
Ay del que piense que puede la poesía ser entendida. Sombra antigua puede ser la más cercana y almácigo el horizonte más sentido. La queja de mujer sobre la arena, el grito del hombre frente al mar o el mar en fuga apenas. Escuchar vivir la muerte, el soñar de la cigarra en celo. Las armas de la noche, los ángeles en vela. El oleaje, una mujer que sube y llega. La paz de las aguas, la gaviota en guerra. Sabor de virgen en la amante, el agridulce en cierne. Costa desierta, el viaje que regresa. Antigua costa, el limo original de lo viviente.
Ay de quien piensa que la poesía entenderse pueda. La sombra de la llama, el corazón de pie. La loca sombra, la última sonrisa. La embestida del rayo, el arribo del amor. Soledad sonora, claridad candente. La del pájaro en el árbol lluvia al hombro. Dulce rosa, la canción del desvelo. Risa grana, unos ojos verdes. Campo sin nombre, el desierto corazón. Mayo crudo, en acecho un almendro. Sueño del agua, rosa del cielo. Alma bien podada, una flor mujer. Rosa desnuda, tú en mi cuarto plena. Mujer desnuda, el alma en noche encuandecida. Verdad desnuda, quedarse eterno, muerto. Desnuda estrella, la costa del ocaso. La desnudez, la gracia, el agua, el alma.
Ay de aquel que piense que la poesía sea entendida. Viento ardido, el sol rosa y puro. Viento alegre, el canto del riachuelo. Manso viento, el alma en pena. Viento de amor, la maravilla que se tiene. Torre abierta, el mundo en sueños. Placer eterno, la noche de tu rosa. La negra, ciega, sorda, antigua sombra. Alto abril, alta vigilia, lejana, silenciosa, larga sombra, nocturna sombra sola, nocturnamente yendo. Aprendizaje eterno, el secreto infinito de la muerte.
En verdad, en verdad, la poesía no se entiende, Se pierde o se gana. Es un relámpago, lluvia de palabras silenciosas, bosque de latidos y esperanzas. Presagio, peligro, miedo. La luna con gatillo. Cambiar al mundo de una vez. Justicia elemental. Arañar hasta rabiar. Sonreír debajo de los árboles, aligerar los ríos y los soles. El periódico con sangre igual que de costumbre. El amor, la muerte, la redención del hombre. Enigma solamente. Estancia sin salida. Lugar vacío. Espera ciega. Imposibilidad feroz de lo posible. Aúpa el sufrimiento armado, mientras amaga un golpe que nunca inflinge.
Ay de quien piense entender la poesía. El río en la mar, el hombre en duelo. El gran dolor, el hombre, poseer la tierra. El hombre pequeñito, de papel. Renacer, entrenacer, piedra, viento, ola, fuego, hombre, vida verdadera. Hombre solo, simple niño andando. El amor, la muerte, la redención del hombre El hombre, el cuerpo, un volumen, un sistema, una máquina, un mapa negro, un hueco negro, sin tierras, sin ojeras, gesto reflejado; arrastrado por el río, dolorido, en la arena sepultado, más allá una frente, un brazo, el pecho; un remolino de plumas, un aullido, una humedad morada, asoleada cuerda. Cuerpo divino, de Dios abandonado, llama anaranjada, luz negra, arena quemada, por el muro, a lo largo del muro, hierve, sangra, cayendo, uno a uno, serpiente ondulando, aullando, reverso de la luz para medir la exactitud del agua. Cada hombre contiene una palabra retenida en el interior de su pupila, un canto inexprimido que ha entrelazado en su garganta un torrente de suspiros. Pasto de perros y de aves, somos hombres calcinados, cortezas vacías de lo que antes éramos.
Agranda, Enigma, tus portones, entraremos, de cabeza contra el dolor, contra la muerte, fuego encendido contra la noche oscura, golpe de amor en la cara del miedo. www.poiesologia.com
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