miércoles, enero 17, 2007

HENRY MILLER

Insomnia / Henry Miller

Tal vez valga la pena detenerse de nuevo en este pensamiento. Y reflexionar sobre el contenido y significado de poder, en verdad, hacer cesar la pugna entre la colectividad y el individuo. Entonces, el esplendor del tipo humano no quedaría fraccionado, disgregado, dividido. Se multiplicaría en el individuo que a su vez es parte única de un colectivo que lo contiene, precisamente por su condición de ser humano.

Nos hemos acostumbrado -y buena parte de las ciencias sociales han contribuido con esta tarea- a pensar el mundo como una realidad dividida entre un colectivo que carece de individuos y unos individuos incapaces de comprender que nada son si su vida no se desenvuelve en armonía con el hermano, que es su complemento y su razón.

De modo tal que la política, dependiendo de los intereses que diga defender, hablará en nombre de unos y de otros, sin darse cuenta que en ello desaparece el esplendor del tipo humano. El hombre se convierte en mercancía o en ficha para la estadística. Desaparece como lo que es, para dar paso a lo que otros quieren que seamos.

Y para eso somos objeto de todo tipo de manipulación, trampa, engaño. Y es tan grave la distorsión de la realidad, que el capital no puede vivir sin los individuos y las revoluciones no sobrevivirían si dejasen de utilizar los colectivos como mayorías a quienes hay que ordenar, organizar, etiquetar y hacer que permanezcan en su condición, para que no se les ocurra querer alcazar la dimensión de individuos.

Y cómo haremos para acabar con esa pugna y restablecer el esplendor del tipo humano? A esa reflexión nos invita Henry Miller y nos convoca esta realidad-espejo que no encuentra su identidad sino en la imagen de sí misma que le otorga un cristal despedazado.


“El hombre nuevo se encontrará a sí mismo

sólo cuando haya cesado la pugna

entre la colectividad y el individuo.

Entonces veremos al tipo humano

en todo su esplendor.” [1]



[1]
Henry Miller, El tiempo de los asesinos. Buenos Aires, Sur, 1965, p. 18

1 comentario:

Agustín Campos dijo...

ME gusta mucho el dibujo de Henry. Me hace acordar a los de Klee.
Saludos.