Tal vez valga la pena detenerse de nuevo en este pensamiento. Y reflexionar sobre el contenido y significado de poder, en verdad, hacer cesar la pugna entre la colectividad y el individuo. Entonces, el esplendor del tipo humano no quedaría fraccionado, disgregado, dividido. Se multiplicaría en el individuo que a su vez es parte única de un colectivo que lo contiene, precisamente por su condición de ser humano.
Nos hemos acostumbrado -y buena parte de las ciencias sociales han contribuido con esta tarea- a pensar el mundo como una realidad dividida entre un colectivo que carece de individuos y unos individuos incapaces de comprender que nada son si su vida no se desenvuelve en armonía con el hermano, que es su complemento y su razón.
De modo tal que la política, dependiendo de los intereses que diga defender, hablará en nombre de unos y de otros, sin darse cuenta que en ello desaparece el esplendor del tipo humano. El hombre se convierte en mercancía o en ficha para la estadística. Desaparece como lo que es, para dar paso a lo que otros quieren que seamos.
Y para eso somos objeto de todo tipo de manipulación, trampa, engaño. Y es tan grave la distorsión de la realidad, que el capital no puede vivir sin los individuos y las revoluciones no sobrevivirían si dejasen de utilizar los colectivos como mayorías a quienes hay que ordenar, organizar, etiquetar y hacer que permanezcan en su condición, para que no se les ocurra querer alcazar la dimensión de individuos.
Y cómo haremos para acabar con esa pugna y restablecer el esplendor del tipo humano? A esa reflexión nos invita Henry Miller y nos convoca esta realidad-espejo que no encuentra su identidad sino en la imagen de sí misma que le otorga un cristal despedazado.
“El hombre nuevo se encontrará a sí mismo
sólo cuando haya cesado la pugna
entre la colectividad y el individuo.
Entonces veremos al tipo humano
en todo su esplendor.” [1]
[1] Henry Miller, El tiempo de los asesinos. Buenos Aires, Sur, 1965, p. 18
1 comentario:
ME gusta mucho el dibujo de Henry. Me hace acordar a los de Klee.
Saludos.
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