Ramón Santaella Yegre, reflexión-comentario relacionado con algunos aspectos de la obra de Blanco Muñoz, Agustín: El Preso de Opinión, Habla el General Usón, Preso Político y de Conciencia. Caracas, Cátedra pío Tamayo, nº 18, 2007, 527 p.
La interesante obra de este amigo e incansable investigador, pone de manifiesto dos cosas: una, la “perfección” de un método que si bien se nos presenta con cierta tendencia mayéutica, resulta nuevo, creativo y comprometedor particularmente, para quien le corresponda ser el interpelado; una armonía de preguntas y respuestas que permiten construir un fenómeno determinado o hecho histórico, en espacio y tiempo específicos.
Es el método empleado por ABM para obtener o extraer respuestas al General Usón, y configurar una de las obras, de las 18 escritas partiendo del método en cuestión, de mayor interés histórico-político para quien escribe este comentario-reflexión, por la manera sencilla, y si se acepta, honesta, de tratar los acontecimientos del 11 de abril de 2002, sobre el cual hemos centrado nuestra reflexión comentada.
El sujeto-objeto entrevistado, a nuestro juicio, se nos presenta como hombre poco ambicioso de poder, deducción derivada de indicadores que revelan una personalidad poco sui géneris entre quienes han podido alcanzar uno de los mayores peldaños del escalafón por haber pasado por la “ciudad de los perros”, en el decir del escritor peruano Mario Vargas Llosa.
Indicadores como ingenuo, honesto, contradictorio, “golpista involuntario”, y temeroso ante circunstancias históricas especiales, ponen en evidencia tal apreciación a lo largo de la lectura de las páginas que han llamado nuestra atención, en la conformación de la obra en cuestión; tal vez, es probable, producto de una personalidad más que forjada en la “ciudad de los perros”, en el seno familiar, donde pudo haber sido formado más para obedecer que para mandar.
Pero, haber sido buen estudiante y practicado la conducta requerida en el ámbito de la academia y la profesionalización, le permitió alcanzar el grado de general, y con ello, una mayor responsabilidad, suponemos, ligada a la condición de mando, dentro de un determinada concreción de obediencia; en consecuencia, llegado el momento de ponerse en práctica la obra política montada el 11-04-02 (según ABM), Usón se percibe sin papel actoral definido, en cierta manera, descartado por el grueso del generalato para formar parte de la obra en cuestión.
Dos pudieran ser las razones de esa situación, según se desprende de la lectura del libro referenciado: una, no ser merecedor de la confianza de los generales que intentaban separar al Presidente del gobierno, al considerarlo hombre cercano al Líder, y dos, la desconfianza que creó en el primer mandatario nacional cuando consideró la posibilidad de renunciar al cargo de Ministro de Finanzas, precisamente en momentos en que la circunstancia requería el acercamiento hacia el Presidente de la República (posiblemente, la verdadera causa de su juicio, tal vez, ¿un pase de factura?).
Al parecer, el General “no” logró percatarse de una situación dual en la que él no parecía pieza importante, al punto de no saber definir si era actor o espectador, lo cierto, a nuestro juicio, es que se dejó arrastrar por la corriente de los acontecimientos hacia donde habían sido montadas redes atrapantes y seleccionadoras de generales en servicio, lo cual le permitió convertirse involuntariamente en victimario y víctima, al mismo tiempo, dando respuesta a la misma situación de dualidad en la que se encontraba.
Sin embargo, se le condena por emitir opinión en un programa televisado, pero tenemos la sospecha de que su condena estuvo más ligada a un acto supuestamente calificado por el Líder, de cobardía, que le hizo partícipe de la “mascarada”, tal como afirma ABM, en la ejecución de una actividad golpista inventada para precisar la calidad de los generales ante el movimiento del llamado “socialismo siglo XXI”, precisamente, hombres sin dirección de tropas, mientras que los hombres medios del escalafón militar, a cuyo cargo está la tropa del ejército nacional, siempre se encuentran aferrados a los principios y defensa de la Constitución.
Por lo visto, el problema de la situación política estaba planteado a nivel de los generales, y había que desenmascararlos, se aprovechó el escenario y corografía montados por la marcha de la oposición en horas tempranas de ese mismo día, y se montó la obra que consagró al Líder en el gobierno. El General Raúl Baduel formó parte del reparto y actuó en uno de los actos de mayor “grandeza” de la obra referenciada, uno de los actores más aplaudidos junto al Presidente de la República en calidad de primer actor, en el momento en que se produce el regreso triunfal del héro, al final de la obra, próximamente, a ser llevada a la pantalla grande por el cineasta norteamericano Oliver Stone que nos visita periódicamente para calibrar la actuación de los principales actores del 11 de abril de 2002.
Reflexión:
En relación al contenido de la obra escrita, nos limitaremos a dos comentarios reflexivos, uno, referido a los relatos-respuestas del General Usón, quien sentado en el banquillo de los sentenciados tuvo tiempo suficiente para someterse al rigor de tantas preguntas y respuestas de manera consciente, no así su actitud en el montaje de la obra del 11 de abril de 2002, tal como se desprende de la lectura realizada, aun cuando en el complemento del título de la misma, se especifica “preso político y de conciencia”.
El segundo comentario reflexivo-crítico, lo hacemos en referencia a criterios y afirmaciones conceptuales del autor de la obra en cuestión, en la introducción de la misma, específicamente, en el caso referido a la globalización.
Antigüedad y Meritocracia militar:
En el discurso del General Usón queda claro el respeto que tiene el militar como cuestión disciplinaria, por la antigüedad y la meritocracia, en relación a los ascensos militares y los cargos administrativos; sin embargo, hemos oído al Presidente de la República rechazar tales principios disciplinarios, para la selección del personal en organismos y empresas del Estado (PDVSA, Cancillería, etc.), no obstante su condición de ex militar.
Al parecer, esa manera de rechazar lo que es costumbre, llevó al Líder a nombrar al General Lucas Rincón Romero, General en Jefe de las FAN, cuestión que causó extrañeza en el generalato nacional que lo consideró como acto ilegal; era la respuesta que daba el Líder al nombramiento de José Vicente Rangel como Ministro de la Defensa, quien no podía tener mando sobre las FAN, según reglamento de normas y estatutos de la disciplina militar.
¿Sería esta violación de las normas militares lo que condujo al descontento del generalato y sirvió al mismo tiempo de fondo para preparar la obra teatral del 11 de abril de 2002?
No sería nada extraño que el general Lucas Rincón romero haya formado parte principal del elenco en el montaje de la obra en cuestión, en la que nuestro Líder era la primera figura, y al igual que en las novelas a las que nos tienen acostumbrados los canales televisivos, la primera figura es la que más sufre en primera instancia, y al final, quien disfruta de la victoria.
Por supuesto, un miembro de la Academia Militar, mal estudiante como cadete y en el curso de Estado Mayor (según palabras de Usón), donde lo aplazaron incluso en reparación (p. 61), el Teniente Coronel Chávez, cuyo prototipo era el entonces Presidente de la República, Carlos Andrés Pérez, se convirtió en cácora (nombre que dan a los malos estudiantes en la academia militar), salvado de ser expulsado de las FAN, gracias a la intervención de la entonces primera dama Blanca de Pérez, quien abogó por un edecán suyo que también había sido aplazado en el curso superior del Estado Mayor.
Si bien es cierto que nos hemos salido un poco del objetivo de la reflexión, creemos que plantear esta situación relacionada con la conducta estudiantil de nuestro Líder, tiene sentido porque ello nos permite aclarar la conducta del Primer mandatario nacional hacia cualquier tendencia de darle importancia a la antigüedad y la meritocracia en la distribución de cargos públicos, así como su posición ante el proceso educativo nacional, lo contrario de la actitud del otro dictador, general Marcos Pérez Jiménez, que por haber sido el mejor estudiante de la Academia Militar en rendimiento, hasta la actualidad, exigía el mayor esfuerzo del estudiante. Por lo visto, cada ser humano responde ante los fenómenos y circunstancias de la vida, según su grado de capacidad e incapacidad, competencia o incompetencia.
La Ingenuidad del general Usón:
Su ingenuidad radica en que involuntariamente se involucra en un supuesto golpe de Estado, más allá de querer desenmascarar a quienes estaban en posibilidad de asumir una actitud conspirativa, desde el generalato nacional; incluso, al no creer a Lucas Rincón Romero, capaz de actuar como lo hizo en el momento en que le hubo correspondido anunciar la “renuncia” del Presidente a la primera magistratura del Estado, “la cual aceptó” (Se pudiera creer que ¿si este General hubiese estado involucrado en un golpe de Estado real, en contra del Líder, tal como lo hacía ver la apariencia de los hechos, iba a recibir prebendas de parte de éste como las alcanzadas después de concluida la obra?).
Ingenuidad al no querer aceptar lo que la población ha reconocido en la persona del primer actor, la capacidad histriónica manifiesta en cada uno de los actos de esta monumental obra llamada presidencia de la República.
Ingenuidad cuando ABM le sugiere: “No hay que olvidar que estamos frente a un actor” (p. 193), y Usón responde como si estuviese aceptando esa tesis: “Bueno sí, en eso estamos perfectamente de acuerdo. Es por ello que anteriormente le decía que si eso es verdad, Chávez merece el premio Oscar de la Academia” (Idem.).
Incluso, la tesis de ABM se complementa cuando considera al Líder como un neoliberal que actúa como socialista, para cerrar la idea afirmando: “…Chávez sabe cómo jugar en cada escenario, teniendo incluso perfecta noción del tiempo y la manera de manipular a los diferentes actores” (Idem.).
La ingenuidad de Usón está en haber sido sincero en sus respuestas y alcanza su máxima expresión cuando ABM le plantea en forma de interrogantes lo que pudiera entenderse como resumen de la obra del 11 de abril de 2002, y Usón responde: “…allí la mascarada fue total. Y el resto de la sociedad [y yo], fuimos los tontos a quienes engañaron todo ese tiempo. Yo estaba completamente desubicado, no entendía lo que allí estaba ocurriendo” (197).
Usón Contradictorio:
La contradicción reflejada en la construcción discursiva del General, parece provenir de su actitud ingenua, por desconocer el papel que le había correspondido en el montaje de dicha obra. Para muestra un botón, después del pronunciamiento del general Lucas Rincón Romero, Usón llegó a creer finalizado el gobierno del Líder (primer actor de reparto), llegando a recomendar a su jefe inmediato, Vásquez Velasco, “que era imprescindible que en la constitución del gobierno de transición debía haber personas afines al gobierno de Chávez, porque en ese momento el apoyo a Chávez representa quizás un 40% o 50% a nivel nacional” (p.194), tal recomendación, a nuestro juicio, le involucra con la obra, porque estaba pensando en el “golpe”, por el “golpe”.
No obstante, más adelante afirma: “…no pensé como alguien que haya participado en la conspiración, porque de hecho no participé…” (p.196). Todo un planteamiento contradictorio, después de haber entendido el montaje de la mascarada sugerida por ABM.
El hecho de haber renunciado al cargo de Ministro de finanzas le coloca en situación dudosa ante el Presidente-primer actor, quien respondió haciéndole creer que él también renunciaría a la primera magistratura; Pero, ahí no concluye la cuestión, el general hubo recomendado también a sus colegas de gabinete, renunciar para propiciar “el establecimiento de un nuevo gobierno” (p.198), razón por la cual estimamos que la “ingenuidad” le hace contradictorio y golpista “involuntario”, puesto que a Usón no se le hubo asignado papel alguno en la trama del montaje, pero estuvo formando parte del escenario, no como actor de reparto, sino en calidad de extra.
La mayor proeza de ingenuidad-contradicción del general Usón, que pudiera haberlo mantenido al margen de la obra referenciada, es el no reconocimiento de los principales actores de la misma, solo reconoce al primer actor por considerarlo la víctima, pero no a los supuestos actores que complementan el reparto, y cada vez que ABM le presenta a cualquiera de ellos, responde no haberlo visto en ninguno de los actos, por no creerlos capaces de ello (¿astucia o ingenuidad?), pasan por su memoria actores como Lucas Rincón Romero, Vásquez Velasco, García Carneiro, Raúl Baduel, y él desconociendo las cualidades histriónicas de los mismos, no los cree involucrados en la obra cumbre del 2002.
Por qué golpista sin golpe:
“Cuando llegué a Fuerte Tiuna –dice Usón-, una de las cosas que le dije a Carmona fue que yo quería servir de puente entre diversos elementos, ya que yo tenía contacto con diversos sectores, como el bancario” (p. 218). El General, en horas tempranas, había renunciado ante el mismo Presidente de la República como Ministro de Finanzas, y en la nochecita, se prestaba a servirle al “golpismo”. ¿La “ingenuidad” lo hacía caer en la trampa del golpe de Estado?.
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