Es el mismo ejercicio de una hegemonía que va de Bolívar o Páez al actual ‘hombre histórico’ que, en su condición de descendiente de los héroes y caudillos del pasado, niega en la práctica la fuerza, contenido y proyección de la obra del colectivo.
Un líder único, mesiánico que actúa bajo la sombra y resguardo del gastado caudillismo, para colocarse al frente del negociado de la polarización. Y para cumplir con esta misión comienza por organizar su conocido, cínico y descarado culto a la personalidad que parte de reconocer que toda revolución tiene un Ser Superior llamado a conducirlo todo, en especial, el enfrentamiento a la contrarrevolución.
Por eso no hay aspecto de la realidad que escape a la decisión del GP. Es el ‘salvador’ que todo lo puede y controla. Por ello, el propio colectivo debe supeditarse a su voluntad. Del lado de la “contrarrevolución” a la vez nos conseguimos con muchos aspirantes a Caudillos Superiores, que en la actualidad no pasan de ser conductores de un movimiento que se afianza en la esperanza del fracaso de quien se presenta como el gran comandante de la ‘revolución bolivariana’.
Pero mientras el GP es único, rasgo que lo coloca por encima de partidos políticos y cualquier otra institución, del otro lado hay muchos aspirantes a caudillos mayores que sólo cuentan con sus ambiciones. Por eso es tan penosa la lucha por la llamada unidad que les permita enfrentar al hegemón.
En contraposición a las ‘oposiciones’, el GP se da el lujo de desafiar a sus aliados del ‘Polo Patriótico’ y a la encarnizada lucha grupal de su partido. Porque él siente que su poder está más allá de lo terrenal y que gobernará hasta que quiera, para beneplácito de sus obsecuentes servidores.
En principio le asiste la razón. Pero desde un inicio hay una falla en sus planes. Él y su entorno no han sabido alimentar el mito, la leyenda. Y ante la carencia de un partido base y fundamento de su poderío, deciden crear instrumentos, tipo misiones, consejos comunales, que sirvan para cubrir las fallas y deficiencias propias de la ausencia de una organización propiamente política.
Pero hoy está claro que los poderes de este mesianismo han mermado considerablemente y el mito se nutre, ya no de magia sino de la compra-venta de voluntades. Estamos entonces ante un poder que no puede garantizar su permanencia por el terreno perdido y por contar cada vez con menos puntos de apoyo.
Pero aún conserva algunos importantes. Un primero, es la casi totalidad de las oposiciones que sólo promueven la política destinada a lograr minucias de poder, vía algunas gobernaciones y alcaldías, que le garanticen su sobre-vivencia. Se olvida que eso significa otra compra-venta que hace el polo dominante de la polarización.
Un segundo apoyo se lo brinda su principal mercado petrolero. Hasta el presente ‘el imperio’ no tiene razón de peso para actuar en contra de un régimen que aún garantiza el suministro diario de crudo y que cada vez se identifica más con los contenidos de las políticas neoliberales que hacen de la compra-venta-mercado el principal ideal de vida.
Por ello mantenemos que este régimen sigue indefectiblemente ligado a EEUU por más que grite a diario su antiimperialismo y haga del regalo petrolero una forma de lucha que alimenta una supuesta política ‘multipolar’ contra el imperio unipolar norteamericano.
¿Y cómo enfrentar un polo tan fortalecido? La primera acción debe estar dirigida a poner en claro la trampa de la tal polarización que permite llevar al terreno de la confusión y la pasividad a ese grueso número de habitantes, que las encuestas señalan cercano al 50%, que no forma parte de los polos del vacío y que tampoco cree en partidos políticos.
Es evidente, en consecuencia, que en la medida en que ese colectivo se organice se convertiría en una amenaza-peligro para los poderes polarizados. A esta posibilidad ambos micro polos la ven como a un enemigo a vencer. De allí que se plantee una delicada situación que puede llegar a la confrontación.
Porque esa mayoría tendrá claro a futuro que es obligado enfrentar los ‘dos bloques” para abrirle posibilidades a la conformación del poder del colectivo que no puede parecerse ni identificarse con oficialismo ni ‘oposiciones’.
El deslinde no provendrá de los ‘bloques’ conformados sino de la intervención del colectivo. Los acontecimientos entonces pueden adquirir rango elevado y consecuencias impredecibles. Hasta una confrontación con rasgos de guerra civil podría estar en nuestro futuro. abm333@gmail.com