Siempre es grato recordar aquellas horas de la inolvidable llegada del circo a los territorios en los que ‘nunca pasaba nada’. Anunciar la presencia del Gran Circo Razzore, el Circo del Sol, el mexicano, el chileno de Tony Zapatín o el chino era señal de diversión, fiesta, complacencia. Algo parecido ocurría con ‘El Retablo de Maravilla’.
Este domingo el espectáculo golpista-presidencial decidió sincerarse al máximo y presentar un circo “que nos mandó El Padre Nuestro Fidel Castro que está en La Habana y santificado sea su nombre”. En verdad, el dueño de la empresa no hizo nada por ocultar la satisfacción que le producía su viaje del día siguiente a recibir la bendición de su padre adoptivo y gran guía ideológico, político, espiritual y humano: el sobreviviente héroe revolucionario cubano.
Y cuando veíamos la mascarada de circo enviada por El Gran Padre Cubano, nos volvíamos a hacer la misma interrogante: ¿Hasta dónde quieren llegar? Ahora resulta que el propio Dios hecho circo está y nos viene de La Habana, de donde, además, procede un circo que fue creado y está dirigido por el propio Dios de esa instancia, que se ha querido convertir en uno de los grandes payasos de la humanidad, sin tener para ello la necesaria capacidad de creación ni vuelo espiritual.
Porque quien ha hecho de la persecución, la tortura o el asesinato las armas fundamentales de su lucha política no puede presentarse como ejemplo de alegría para nadie que aspire ser amante y convivir con el porvenir. No es posible sacar un payaso de la magia, el amor y la trascendencia de unos agotados gobernantes con vocación de tiranos y todo lo que eso implica en el terreno de la represión, los desaparecidos, torturados, abatidos, exterminados.
Mientras se hace el llamado al circo, en el centro de Caracas quedan huellas aún de la marcha de los familiares de 300 ‘ajusticiados’ en Lara, entidad comprometida con la “revolución bolivariana”. El acusado es Polilara y lo que está seguro desde ahora es que no se hará justicia alguna. (UN, 13-06-08, p.31)
Y para tapar estos crímenes se levanta con frecuencia el telón de muchos espectáculos. De esta manera la politiquería nacional es un dechado teatral con carpas andantes, capaz de convertir grandes tragedias en circos. Allí fue a parar, por ejemplo, el 27F-89, el 04F-92, el 11A-02, el caso Anderson y tantos otros.
El circo acompaña desde un comienzo este “proyecto revolucionario”. En ABM, Habla el Comandante, (Caracas, 1998, pp.349-50) apunta el GP: ...“La evidencia de apoyo popular que seguimos teniendo uno lo siente en la calle. Ya no puede decirse como hace dos años, que la gente iba a ver a Chávez, el mito. No, ya la gente me ha visto bastante, ese efecto afortunadamente pasó, ya no es el circo Chávez. Ahora es algo más de fondo, que tiene muy preocupada a la gente del sistema, a nivel nacional e internacional.”
Algo, sin embargo, que no se ajusta a la realidad. El circo es la propia “revolución” en sus más variadas expresiones, ya sea el diario reparto de las tarifas que sustituyen toda preocupación por adoptar un fundamento doctrinario en lo político e ideológico o las recientes elecciones para candidatos a gobernadores y alcaldes en las cuales se gastan más de 20 millardos para poner a funcionar el dedo supremo y democrático del jefe único.
El propósito, en consecuencia, no ha estado dirigido hacia la transformación de esta sociedad sino al cambio de ropaje que hace de la camisa roja la identificación de una nueva legión, cuyo circo revolucionario es la escena propia para la multiplicación de esperanzas que no serán satisfechas y la consecución de prebendas y tarifas para la compra de voluntad y conciencia.
Lo importante es apostar a la producción y reproducción del viejo y carcomido modelo, aunque la tapa sirve para anunciar un socialismo que en si y por sí mismo forma parte de un pasado de fracasos y frustraciones que aquí se vende ahora a través del Gran Circo Bolivariano.
Un espectáculo que tiene como primer actor a un jefe-mesias-caudillo y a un PSUV que ya el humor popular menciona como Partido Sapo Unido de Venezuela, para aludir a la recién derogada Ley de Inteligencia y Contrainteligencia, cuya pretensión es llevar a la militancia a la condición de sapotriotas.
Una radicalización que se presenta en el marco del gran teatro de la rectificación, como en el caso del currículo bolivariano, la tarifa por el uso de la señal de VTV, aumento del costo del pasaje colectivo y en lo relacionado con la derogación de la Ley Sapo. Pero no queda aquí el asunto: se completa con el reimpulso que puso en práctica el GP el 12/06/08 en su reunión con los grandes empresarios.
En esta oportunidad el Gran Circo Socialista montó una función de gala para anunciar una alianza con el gran capital para impulsar la revolución con unas tales empresas mixtas. El capital financiero, ahora sin impuesto, y mayor beneficiario de la economía adelantada por este ‘proceso’ se hizo en risas y aplausos de complacencia y satisfacción.
La decisión es muy clara: seguir tarifando la riqueza, con la decisión de no volver a llamarlos oligarcas porque ahora asume las orientaciones de Velasco Alvarado y Fabricio Ojeda que en sus momentos abogaron por una alianza con la burguesía nacional.
Los máximos dirigentes de Banesco y Polar tomaron la conducción de la parte del espectáculo que les corresponde, manifestando expresamente que no le tienen miedo al socialismo. ¡Ni locos que fueran! Los industriales menos favorecidos, apenas manifestaron su inconformidad con los anuncios porque esperaban mejoras más significativas.
Y ubicado aquí al GP le parece importante, dada la circunstancia de la situación electoral yanqui, cumplir con las condiciones que ha puesto a rodar el candidato que está arriba en las encuestas: cualquier relación pasa por la definición ante el terrorismo.
De allí que en la última función del teatro zamorano montada el 08/06/08, la haya enfilado contra la FARC. Les pide entregar todos los secuestrados que podría ser el primer paso para que se termine la guerra interna en Colombia.
Y de seguida cuestiona la vigencia de la lucha guerrillera en el presente latinoamericano y agrega más: esa actividad le sirve “de excusa al imperio para amenazarnos a todos nosotros”. Ha llegado entonces la hora de mejorar aún más las relaciones con el imperio.
La respuesta de Alfonso Cano se resume en esta expresión: “Ahí la puerca torció el rabo” (Ibíd, p.78), que en el decir nuestro equivale a aquello de ‘Ahora si es verdad que se montó la gata en la batea’. Se quiere bajar el telón de una reciente obra titulada: La revolución bolivariana limita con las FARC.
Es evidente entonces que la puerca del Gran Circo Bolivariano torció rabo, mensaje y camino. Qué el Padre Fidel vele por la integridad de Venecuba, porque el ‘espectáculo’, deprimente y trágico, debe continuar para hacernos cada vez un mayor y más hundido expaís.
Y conste que frente a este circo, está el de las ‘oposiciones’, en espera de la función del 23N-08. Sólo la gran mayoría, hoy no partidista, democrática y no circense, podrá construir la Venezuela del porvenir y desmontar la última obra del circo del GP que Cano tituló: La historia del rabo torcido.
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