Nadie puede negar que esta “década de la revolución” tiene uno de los registros de mayor violencia en los 200 años de ‘vida republicana’. Una violencia unida por lo general a la impunidad, lo permitido o tolerado por la descomposición social e institucional.
No hay manifestación de la sociedad que no esté impregnada de ese componente de fuerza, coacción, persecución, arbitrariedad, intimidación, abuso, miedo, temor, angustia y dolor que se multiplica con los estados de ansiedad que produce la espera de una justicia que no llega.
Hoy, por encima de toda demanda o reclamo, prevalece la impunidad como rasgo fundamental de la vida de un componente humano al cual se le ha impuesto la sicología del terror como una forma normal de comportamiento.
La convicción generalizada hoy aquí es que la criminalidad lo ocupa y decide todo. Y no hay gobierno que la pueda enfrentar. La desigualdad, que plantea la confrontación entre propietarios y desheredados, ha adquirido un espacio cada vez más amplio para la sobre-descomposición y el crimen.
De allí que tengamos que admitir con Henry Miller que vivimos un tiempo copado por los asesinos. Asesinan tanto quienes imponen el despojo como quienes, en medio del horror, intentan sobrevivir.
Entonces es la acción de banda contra banda o los organismos de “Seguridad del Estado” produciendo desaparecidos, torturados, abatidos, exterminados. A esto se suma el binomio secuestro-sicariato, no siempre libre de participación policial. Y la violencia colectiva e individual que toma todos los espacios.
Un asesinato-muerte que avanza ‘a paso de vencedores’, mientras el Min. Interior y Justicia entiende, con sus nuevos patrones, que las estadísticas señalan una baja considerable en los niveles de criminalidad.
De sus cifras se excluyen los muertos por ‘ajustes de cuentas’, los atrapados en las líneas de fuego, la muerte carcelaria. Tampoco se contabilizan abatidos, exterminados o linchados si se aplica el criterio de “limpieza de la sociedad”.
De modo que el efecto degeneración cada vez toma más cuerpo y el asesinato es un lugar común. En principio, todos estamos condenados porque la seguridad simplemente no existe. Y no se trata de culpar a este régimen como único responsable sino de ver este tiempo como multiplicador de un gran mal.
Hace exactamente diez años, el 24/06/98, en Carabobo, concluyendo las entrevistas al entonces candidato a la presidencia Hugo Chávez, le preguntamos por los planes que tenía para enfrentar los monstruos de la inflación, la educación, la salud y la inseguridad.
Y al referirse específicamente a ese tema dijo: ...“Qué pasó aquí? El modelo político no tiene capacidad para regular las perturbaciones como las de la inseguridad pública. Ni siquiera para entender el problema [...]. Pretenden curar un cáncer con un vasito de agua con hielo y unas goticas de cualquier cosa”... (ABM, Habla el Comandante. Caracas, 1998, p.625).
Estas palabras se le pueden aplicar hoy a este régimen que no ha tenido acierto alguno en el combate a la inseguridad. Este es, más bien, un penoso y terrible capítulo que registra el crecimiento vertiginoso de la “institución”. La protesta contra la inseguridad es hoy la más sensible, profunda y extendida.
En 1998 el candidato dice que atacaría la inseguridad en su raíz. Que comenzaría por impulsar una economía productiva (Idem). Pero hoy no hay ninguna de las dos cosas. Por ello el hambre y la inseguridad siguen tomados de las manos, mientras el oficialismo se limita a poner un policía vestido de civil y armado en la ‘camioneticas’ de transporte público.
Una situación tan grave que toma incluso los espacios de los niños. Una noticia reciente informa sobre un menor de 9 años masacrado en un parque de Quibor cuando quiso rescatar el globo que le servía como instrumento de juego. El niño que lo despojó del juguete y otros lo golpearon hasta causarle la muerte.
Y si esto ocurre entre niños, ¿qué le espera a esta sociedad?¿Dónde están las políticas de la ‘revolución’ contra la inseguridad? ¿Y hay acaso una política opositora que enfrente al oficialismo y ofrezca una perspectiva diferente?
Parece estar claro que el asesinato determinará nuestro cuadro histórico por mucho tiempo. Un horror del cual todos nos hemos convertido en responsables y cómplices silenciosos y que determina el mayor cuadro de descomposición e insensibilidad al cual puede llegar una sociedad. abm333@gmail.com
1 comentario:
ESTIMADO SR. RECIBA MIS CORDIALES SALUDOS, SOY ASIDUO LECTOR DE SU COLUMNA Y SU ULTIMO ARTICULO TITULADO: EL MISMO ASESINATO LO ECUENTRO MAS QUE APROPIADO. SOLO QUISIERA AGREGAR A ESTA SITUACION DE HAMPONATO QUE VIVIMOS ADEMAS HAY QUE AGREGAR LAS NUEVAS MAFIAS DE CUELLO BLANCO, QUE HACIENDOSE LLAMAR CONSTRUCTORES O INMOBILIARIAS SE DEDICAN A APROVECHARSE DE LA JUSTA NECESIDAD DE LA GENTE DE ACCEDER A UNA VIVIENDA DIGNA. ESTOS SON PEORES QUE LOS MISMOS MALANDROS, YA QUE AL MENOS LOS ULTIMOS TIENEN UNA RAZON SOCIAL QUE INDUCE SU DESARROLLO EN EL MUNDO DE LA DELINCUENCIA, PERO LOS OTROS SON GENTE CON "EDUCACION" Y "DINERO" Y QUE NO TIENEN NECESIDAD DE ESTAS PRACTICAS, QUE ENVIAN A SUS HIJOS A BUENOS COLEGIOS Y SIN EMBARGO MANTIENEN PRACTICAS DE NEGOCIO QUE SOLO PUEDEN SER DESCRITAS COMO DELICUENCIALES. TODO POR EL DINERO, NO IMPORTA A QUIEN SE LLEVEN POR DELANTE O EL DANO QUE CAUSEN CON ELLO............. BUENO SERA HASTA LA PROXIMA OCASION...............SALUDOS................
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