El señalamiento de Pío Tamayo sobre la decadencia del tiempo gomecista tiene plena vigencia: todos tenemos la culpa, por acción u omisión. Los más hemos cedido ante la petición oportuna. Y cuando nos hemos negado es porque el ofrecimiento se ha hecho a destiempo o porque no correspondía a las expectativas. Todos hemos sido cobardes, reitera Pío. (PT, Diario del Floricultor, t 2, p.234).
Pero no es un reclamo individual. Toca clases sociales, partidos, sindicatos, universidades, intelectuales, medios de comunicación. La comunidad en general se acomodó a la galopante descomposición y se hizo parte de ella. De allí nace una considerable desmoralización que lleva a la resignación y a la quietud.
El país se derrumbaba estrepitosamente y, sin embargo, no había quien pusiera de manifiesto su fuerza y su convicción para evitarlo. Por eso el gomecismo continuó con vida más allá de la muerte natural del caudillo en 1935. Y hoy está vivo o resucitado. La sobre-descomposición compite con la sobre-decadencia de este ex-país.
El cuadro de la Venezuela reventada y vuelta pedazos de hoy es suficiente evidencia de la podredumbre y perversión que tenemos por delante. La entrega de petróleo, gas y orimulsión al capital extranjero está por encima de lo actuado en tiempos de Gómez. En el partido de gobierno los grupos se acribillan por la posibilidad de obtener una parte del botín. La corrupción alcanzó la más alta cima. Por presunta corrupción se destituye al comandante del Core 8. Al Ejército se le pone por encima de la GN. Orden presidencial. Las instituciones son predios personales y la justicia está cada vez más cercada y pervertida.
En la Disip avanza el tráfico-corrupción y se pone precio ‘a un servicio de fuga’ para un traficante. El asesinato institucionalizado crece. La cifra de abatidos ‘estatales’de la pobreza no tiene precedentes. Cerca de 200 asesinatos carcelarios en 5 meses. Cada hora hay más de un muerto debido al hampa-inseguridad. A un gobernador se le acusa de 200 exterminios y el gobierno central ordena exculparlo por necesitar el apoyo de su partido y porque otros correrían peligro.
A buena parte del colectivo social pobre se le alquila hoy la voluntad y la conciencia en círculos, misiones, reserva y tarifados en general, multiplicadores de miserias o sembradores de inmoralidades. El fracasado proyecto bolivariano se convierte en un instrumento al servicio de Fidel Castro y “su empresa revolucionaria”, que sirve de soporte para la profundización de esta tragedia.
Todos tendremos un único pensar a lo Bolívar-Robinson. Al igual que se hizo a la hora de Hitler, Mussolini, Stalin o Mao. Los solitarios del fracaso juntan padecimientos y se consuelan con provocaciones y minucias. De allí que Castro sea escogido para apadrinar una promoción de oficiales. Esta fue la decisión del Comandante en Jefe de la FA. Otro aporte a la miseria. Este estado de quiebra y resaca no existía en esta dimensión. Y todo está dispuesto para hacer que bajemos la guardia, para convertirnos a todos en serviles capaces de la peor complicidad. ¿Nos quedaremos una vez más pasivos ante semejante destrucción, rumiando nuestras insatisfacciones, negociando pequeñas parcelas, disputándole al otro la dimensión de estos tiempos de miserias? abm333@gmail.com
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