Cuando requerimos la explicación-argumentos sobre por qué votar se nos respondió con mucha convicción: estamos obligados a buscarle una salida democrática a la presente situación y eso significa que tenemos que forzar a los agentes de este régimen a transitar y respetar el camino electoral. De allí surgieron dos preguntas: ¿Salidas democráticas en regímenes de fuerza? ¿Cómo arrancarle la maquinaria electoral-legitimadora a esta ‘dictadura constitucional?
El presente régimen se ha cansado de explicar con sus actuaciones y con un expreso discurso que no tiene nada que ver con democracia. Que utiliza este instrumento y sus votos para adelantar su ‘revolución neosocialista’, y que sigue en la línea de la constitución y las leyes porque las instituciones están controladas por ‘el proceso’ y es posible hacer ‘lo que nos dé la gana’, como dijo recientemente una conocida diputada. La arbitrariedad es ya la norma de esta ‘revolución’.
Un neosocialismo que tiene un claro propósito: impedir que vuelva la “oligarquía” al mando-poder. Y para garantizarlo proceden todos los medios. Para el oficialismo no será por la vía electoral como regresen, porque tienen completamente controlado ese aparato. De modo que si aspiran hacerlo tendran que alzarse para intentar obtener posiciones distintas a la derrota que hoy llevan a cuestas.
Por ello la destrucción reta permanentemente a quienes están del otro lado bajo la convicción de que no tienen ‘bolas’ para revertir lo que ocurre: ...“Qué van a hacer en definitiva? Si consideran que el sistema electoral no es garantía y que detrás de cada convocatoria a comicios está agazapado el fraude, ¿por qué no se alzan? ¿Por qué no le echan bolas en vez de estar bamboleándose en la cuerda floja.” Y de seguidas se festeja la decisión del PCV en los 60 cuando decide alzarse en armas porque no había condiciones para la lucha legal: “Se equivocaron los camaradas, pero actuaron con coraje y hombría como ha sido la tradición en Venezuela. Para eso se necesita tenerlas bien puestas. Y quienes hoy conducen a la oposición no las tienen (VEA, 29/07/05, p.5)”... O las tienen bien puestas y se alzan o se la calan. Rómulo Betancourt sigue en Miraflores montando las mismas provocaciones.
Porque aceptar las reglas de juego que emanan de las ‘bolas’ significa admitir que los triunfadores en cada ocasión serán de la misma y exacta condición. Por ello cuando el golpista presidente dice que “aquí hay una constitución, unas leyes, un pueblo y una revolución en marcha” es porque ahora las tiene ‘bien puestas’ y no como el 04F-92 cuando se atrincheró en el Museo Militar en completo resguardo.
Y a pesar de esos desvaríos, el golpista triunfó el 06/12/98. Entonces se suponía que vendría a tapar el profundo vacío que rige en todos los órdenes de este ex-país. Pero el nuevo caudillo aprovecha el aplastante triunfo para establecer un régimen que se apoya en la voluntad popular y en la propia constitución. Pero no para cumplir con lo estipulado en esa ley de leyes sino para jugar a un camino propio que termina en la declaración de la Venezuela neosocialista.
De allí que no tendría nada de raro que en cualquier oportunidad se diga que el tal socialismo, aunque no aparece mencionado en la llamada ‘biblia bolivariana’, es constitucional porque es la manera como la voluntad popular materializa la democracia ‘participativa y protagónica’. Esto quiere decir que por el lado de lo electoral está todo dispuesto para el mismo triunfo. Y el rechazo al fraude impone el alzamiento. La provocación violenta, que tan buenos resultados dio a la cuarta república para liquidar a sus opositores subversivos, esta de nuevo montada.
Y también en este campo la destrucción ha tomado las respectivas previsiones. La inversión paramilitar no tiene precedentes. Además de las tarifas y regalías para las FAN, está el gasto en reserva, misiones, frentes, círculos, asesores extranjeros encabezados por el G2 cubano, equipos militares. No se trata entonces de enfrentar a dos fuerzas con poder sino a una fuerza super armada contra otra materialmente desarmada que tendría que procurarse fuerzas de fuentes no tradicionales.
En efecto, las potenciales fuerzas de cambio en este expaís no están identificadas ni con este régimen ni con la oposición que actúa como su soporte y cómplice. Son fuerzas obligadas a liquidar las que han prevalecido para surgir como una nueva y auténtica posibilidad. Los procedimientos serán de verdad diferentes. El voto o la fuerza no se presentarán como los únicos y obligados actores. El colectivo hará sentir su liderazgo, sus visión diferente de la historia. Y esto conducirá a la aparición de planteamientos distintos a los tradicionales.
La salida a este cuadro no está en el partido o la conspiración que conocemos. Es necesario irse a la calle y reclamar la participación del colectivo para que se produzca el aporte de todos, que signifique a la vez el compromiso militante en una política. Entonces se podrá comenzar a pensar en la existencia de otros caminos, en la construcción de otros espacios, disposiciones y leyes para un combate diferente.
Estas fuerzas tienen que plantearse como norte un cambio histórico que no sea el producto del derramamiento de sangre a que invitan los ‘revolucionarios’ de las bolas, las balas y la capacidad de crimen pero sin pensamiento ni porvenir.
La pregunta final es materialmente obligada: ¿Y cómo se construye esa maquinaria para hacer esa historia del futuro,exenta de sangre? Esta es la fórmula que tendrá que inventar y poner a andar el colectivo. Si no es así seguiremos repitiendo la misma salvación de los mismos salvadores. Y mal estaría entonces que nos empeñáramos en prescindir de los revolucionarios de las bien puestas. abm333@gmail.com
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