EL 19 DE ABRIL DE 1810 se concreta el reclamo de los blancos criollos por mejores beneficios económicos. Esto no implica un enfrentamiento radical contra ‘el imperio’, como pudo estar planteado en los movimientos de los Negros de Coro, de Gual y España o en las expediciones de Miranda, que no cuentan con el apoyo de la ‘oligarquía criolla’, que persigue un gobierno propio sin oponerse al gobierno central. Por ello no está de acuerdo con la invasión francesa y comienza por establecer una Junta Conservadora de los Derechos de Fernando VII.
Este capítulo importa para la compresión de las bases mismas sobre las cuales se monta el ‘proyecto independentista’. Se quiere derrocar el poder constituido y poner en su lugar el nacido de la ‘voluntad del pueblo’. Inevitable entonces manifestarle al Capitán General Vicente Emparan que debe abandonar el alto cargo que ocupa. A ese respecto sesiona el Cabildo quien decide desconocer su autoridad. Ante eso, el funcionario apela ‘al pueblo’, allí congregado, para consultarle sobre su destino.
EL ESCENARIO ESTABA servido. Emparan acude al sentir de las bases que considera diferente al que corresponde a los ‘blancos criollos’, para preguntarles si quieren o no su gobierno. Y ya la gente se aprestaba a responder en forma positiva, afirma C. Parra Pérez, cuando, detrás del gobernante se levanta Madariaga, acompañado de Palacios y Anzola, haciendo señas para que respondan que no. Y así ocurre. Lo que sigue es la reacción del gobernante: entonces, yo tampoco quiero mando y deja el cargo en forma inmediata.
En este acto, tantas veces narrado, hay enseñanzas que no se perciben de ordinario. El colectivo allí reunido estaba básicamente al servicio de los señores. Y nada más lógico que atendieran a sus ‘orientaciones’ y mandatos. La manipulación en plena ejecución. Pero, una vez que esa mayoría ha dicho no, viene el acatamiento de su voluntad, por parte de Emparan, mediante un gesto respetuoso y de un contenido que, paradójicamente, hay que considerar como democrático.
YA QUISIERAN MUCHOS gobernantes tener la capacidad, valor y desprendimiento para someterse a una voluntad popular consciente. Pero aquí esa voluntad actúa bajo los efectos de una manipulación que se establece como una institución de profundas raíces y trascendencia en y para la historia que se conoce como republicana, democrática, alternativa y liberal.
A 196 años del primer gesto de ‘independencia’ está más que claro y visible el peso de la falsificación en el orden histórico. Y desde ese momento –1810- por encima de ‘revoluciones’, democracias y dictaduras, está palmariamente establecida la historia de la destrucción y permanente utilización del colectivo.
DE ALLÍ que estemos obligados a pensar y actuar en función de desmantelar los gobiernos de las señas y construir un futuro por y para el individuo-colectivo que reclama su tiempo real de vivir. Inmensa tarea que sólo puede ser emprendida por un colectivo armado de la más profunda conciencia de y para la trascendencia. De allí que la Cátedra ‘Pío Tamayo’ y el Centro de Estudios de Historia Actual impulse un proyecto de investigación transformadora contra los abriles y todos los otros tiempos de la falsificación de la historia y la destrucción de Venezuela. abm333@gmail.com
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