La Cátedra ‘Pío Tamayo’ y el Centro de Estudios de Historia Actual del IIES / Faces / UCV invitan al FORO RECTORAL 2008 que le da la palabra a los candidatos y candidata a ocupar el cargo de máxima autoridad. La cuestión a debatir es la siguiente: ¿Está planteada la trasformación de la UCV?
El propósito de esta actividad consiste en discutir un aspecto que se ha esbozado como objetivo por parte de varios de los equipos que han competido en diferentes momentos por el rectorado de la UCV. Entonces y ahora es frecuente el señalamiento de que esta institución debe ser transformada, puesta a tono con las exigencias de un país que padece una de las crisis de mayor alcance y profundidad de lo que se ha llamado la historia republicana de Venezuela.
Y si se mantiene hoy la propuesta de impulsar la transformación de la UCV, ¿Cuáles serían las grandes líneas teóricas de esa proceso? ¿Qué políticas se pondrían en práctica para lograr este objetivo? ¿Cómo se organizaría e integraría la comunidad en esta labor? ¿Por qué habría de proponerse ahora esta misión y no actuar simplemente para mantener la sobre-vivencia de la institución?
¿Qué hacer para que la rutina del día a día no consuma el empeño-dedicación por los proyectos de fondo y trascendencia? ¿Hay de parte de los candidatos, en definitiva, la decisión de establecer las bases y fundamentos sobre los cuales podría comenzar a crearse una nueva UCV, que en sí y por sí misma constituiría un frente de lucha por la autonomía universitaria?
En este recinto piotamayista hemos convocado, en diferentes oportunidades a los candidatos a autoridades universitarias a exponer sus planes y proyectos para la UCV. Y hemos observado en cada caso que los ofrecimientos no llegan siquiera a introducir el más mínimo cambio a la dura y desafiante realidad que caracteriza esta institución.
La universidad que tenemos sufre de un creciente y acelerado deterioro que reclama hoy proyectos y acciones verdaderamente innovadores y comprometidos con la implantación de cambios que estén en correspondencia con la lucha por la superación de la profunda crisis que en este momento caracteriza y determina la sociedad venezolana.
A la hora de nuestras campañas electorales se suele hablar de la necesidad de impulsar cambios o una verdadera transformación. Pero una vez conformadas las nuevas autoridades esas promesas pasan materialmente al olvido y sólo son rescatadas a propósito de la siguiente campaña electoral.
Las cuatro autoridades, con el credo positivista en las manos, pasan, una vez en el cargo, a realizar una labor individual que por ninguna circunstancia puede llegar más allá del objetivo que imponen las circunstancias: mantener abierta ‘la alta casa de estudios que vence la sombra’.
¿Será posible evitar la repetición de estos mismos pasos? ¿Llegarán alguna vez los conductores de esta institución a entender que una Universidad es, tiene que ser, un centro de participación, de aporte y creación donde lo colectivo tiene que prevalecer sobre lo individual? ¿Será posible la constitución de un equipo de trabajo con la mística y el espíritu universitarios indispensables para avanzar en esas tareas?
¿Sucumbirá de nuevo esta casa ante las sombras que ya existen y que aún se ciernen con mayor vigor para anularla y desaparecerla? Quienes hoy se postulan para estos altos cargos tienen una larga historia universitaria y han ocupado ya posiciones de dirección. No es, en consecuencia, para ellos ajeno ese creciente proceso de deterioro que amenaza con acabar con lo que nos queda de universidad. ¿Habrá conciencia esta vez de que estamos ante un momento terminal de la historia de esta institución?
La universidad que hoy conocemos dejó hace mucho de ser un espacio para el debate y la confrontación seria y rigurosa de ideas, para la creación de proyectos creadores, para la propuesta de respuestas a los males de una sociedad en profunda crisis. Se fue aislando paulatinamente y fue dejando crecer la pasividad, la indiferencia y la carencia de todo sentimiento de pertenencia. La UCV se convirtió en un pase forzoso mediante el cual se lograban algunas credenciales. Aquella mística que alguna vez existió dejó de ser hilo conductor, cedió terreno a la desidia o a la confrontación sin sustento.
No son nuevos estos diagnósticos. Tampoco las respuestas posibles. En esas tareas, y desde este recinto piotamayista, hemos trabajado en muchas ocasiones. Hemos elaborado planes, sometido a discusión agendas, denunciado problemas. Todo esto está en los archivos de los 25 años de esta Cátedra para quien quiera estudiarlo y reflexionar sobre el silencio cómplice y las acciones que sólo dejan la huella del acuerdo-negociación de tan larga historia en este ex-país.
¿Seguiremos permitiendo que las inmensas potencialidades que se anidan aquí sigan realizando su trabajo solitario, sin recursos y sin el respaldo de una institución que los requiere para dar una respuesta a una sociedad en vías de su mayor destrozo?
Aquí la responsabilidad no radica en un solo sector. Estudiantes, profesores, empleados, obreros conforman una unidad que debe responder a un proyecto integral de concepción universitaria, que no para los intereses de grupos o individualidades. Un proyecto que se caracterice por su libertad, pluralidad, capacidad para resolver los dilemas en el cauce de la ciencia, la creatividad, el arte y el mayor de los humanismos. Que se defina por la participación, por la excelencia, por su capacidad para retomar el contacto con sus raíces, con la sociedad misma a la que debe servir y orientar. Que se distinga por un código de deberes, cuya base de sustentación debe ser la justicia, la equidad, la exigencia, la responsabilidad, el trabajo creador, el continuo mejoramiento y superación.
Una labor multidisciplinaria que acabe con las fronteras que limitan los saberes a parcelas para hacerlas ineficientes e incapaces de abordar la totalidad de la sociedad. Que integre las diferentes disciplinas a labores conjuntas que a su vez se nutran y retroalimenten del saber popular, de la realidad de una sociedad que ha sido ignorada y dejada a la suerte que le determinan los intereses minoritarios.
Es tiempo de pensar y repensar quiénes somos y qué hemos hecho para dejar, como pedía Pío Tamayo, más de lo recibido a las generaciones que nos sobrevengan. Y esto supone la militancia en el mejor espíritu universitario y en el más profundo humanismo, con base científica y vuelo imaginativo y creador, capaz de sobrepasar las diferencias, las polarizaciones, las oposiciones creadas, para conformar una plataforma de alcance planetario que tenga como meta devolver al hombre su verdadera esencia humana y sobre todo su derecho a ejercerlo con libertad en un espacio compartido, abierto, frondoso.
Ese es el reto que tienen ante sí los candidatos a rector y a demás autoridades de esta casa de estudios. Como lo tiene la colectividad universitaria, el conglomerado social, el colectivo de este expaís, para romper con los moldes impuestos, las murallas creadas, las negociaciones y las complicidades, con todo aquello que avale, favorezca o justifique un sistema de violencia que atenta contra la vida y el porvenir.
Por ello, insistimos en que el tiempo actual tiene la fuerza y exigencias de las grandes encrucijadas. Y las tareas no pueden corresponder a personalidades sino a colectivos. Si se producen los estímulos correspondientes, si se abren los cauces necesarios, si se deja de lado los viejos resabios y vicios que han funcionado como maquinarias destructoras de esta institución, será posible la aparición en el camino de una nueva UCV.
Estamos convencidos de que si las próximas autoridades son la continuación de lo conocido, tendrá que ser la historia de los otros, que no la nuestra, la encargada de rescatar esta institución, llamada a ser conciencia y horizonte de una sociedad, hoy desafortunadamente despedazada.
PONENTES
CECILIA GARCÍA AROCHA
ELEAZAR NARVÁEZ
JORGE PABÓN
LUNES 14 DE ABRIL DEL 2008
SALA “E” / 6 PM
Coordinadores
Agustín Blanco Muñoz y Mery Sananes
Tlfs 6052536 / fax 5500785 / 0416-6387320
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