jueves, diciembre 15, 2011
ESTA REVOLUCIÓN TAMBIÉN ES PROVISIONAL
ESTA REVOLUCIÓN TAMBIÉN ES PROVISIONAL
Agustín Blanco Muñoz
Por una parte vemos al golpista-presidente (GP) en pleno ejercicio de un grosero populismo ante mujeres grávidas y viejitos. Por otra, alguien exclama: “¡A mi lo único que me interesa es que se vaya, después veremos!”
Y uno se pregunta: ¿qué subyace a estos estados que combinan desesperación con adrenalina, alejando toda posibilidad de saber lo que ocurre?
Nuestra realidad, como apunta Pío Tamayo, está constituida por una suma inconexa, improvisada, mecánica e interesada de individuos, alejada de toda auténtica comunidad y en la que todo es provisional, momentáneo, fugaz.
De allí que cada quien actúe de acuerdo con su código individual. El bochinche, tal y como apunta Francisco de Miranda. No tiene espacio el pensamiento capaz de concebir la trascendencia.
Por ello lo que entendemos aquí como vida discurre al margen de cualquier lógica y en medio del más extendido ‘sin saber’. No comprendemos qué es la vida, pero tampoco tenemos mayor interés en profundizar sobre el tema.
Por lo general preferimos quedarnos en el registro de los contenidos biológicos. En el bulto extendido y hasta brutal que nos contiene. ¿Y para qué ir más allá de esta existencia?
Formamos parte de una sumatoria de hombres supuestamente vivos sin claridad respecto al para qué ejercer el verdadero oficio de vivir que nos prepare y forme para una muerte de contenido trascendente.
El sentimiento del fracaso y el vacío puede acompañarnos y martillarnos por no haber sido útiles ni siquiera a nosotros mismos. Y mucho menos a una humanidad de la que sólo se tiene referencias teóricas.
En la práctica somos simples fichas que se nos lleva, trae y distrae de acuerdo a las conveniencias de un sistema que nos consume al detal. Ideales en el suelo y ambiciones en alto.
Cada quien queda reducido a la suma de necesidades acumuladas. Porque esa supuesta vida no va más allá del estrecho concepto de la subsistencia.
Es el hombre-necesidad que tiene el precio de la satisfacción correspondiente. De lado queda el valor de los valores que para nada es atendido por quienes andan tras su cotidiana provisionalidad.
Y es que para mantener ese status provisional, no hace falta -sobraría más bien- todo lo que tenga que ver con valor-conciencia o empeño de realización humana.
El vivir a conciencia y en dirección a actuar colectivamente, con madurez y empeño en el mejoramiento y profundización de la lucha por la condición de lo humano, es lo único que puede garantizar una vida verdadera y trascendente.
No es con la suma de acciones, sino con la revisión a fondo de nuestro proceso, como podemos determinar el ciclo de Escuelas (romanticismo-liberal positivismo y marxismo) que han regido y rigen la provisionalidad que define y determina a los individuos y sus instituciones.
Desde 1492 el estigma de ‘Nuevo Mundo’ nos marca y toca en lo más profundo. Desde entonces se nos impuso una dirección y conducta que nos lleva a ser lo que otros deciden.
Se sepulta la sociedad originaria y surge una agrupación de señores que crean el poder de los nuevos dueños que, en medio de su provisionalidad, aspiran a la permanencia.
Y a los sobrevivientes, ya sin comunidad, los nombran descubiertos, inferiores, pueblo. De modo que la propia independencia es una empresa de los propietarios provisionales que suma los desheredados a una lucha que no les atañe.
A lo largo de 200 años los poderes provisionales han independizado, republicanizado, democratizado o revolucionado para mantener ‘la historia al detal’ del individuo-fragmento.
Por esto a los 519 años de la tragedia de una sociedad que fue convertida en agrupación de individuos descubiertos, nos resulta difícil saber lo que somos más allá del señalamiento del invasor y sus provisionales continuadores.
Una concurrencia de individuos a la que se impone una manera de pensar y vivir para forjarla a crear y mantener una individualidad capaz de pagar los mejores dividendos a los conductores del llamado destino patrio.
Y es por ello que en estas realidades no hay ruptura con los intereses establecidos y enraizados.
De allí que no tenga verdad aquello de que alcanzamos la independencia, la libertad, la soberanía. O que comenzamos a existir en país-nación entendido como instituciones que concentran una voluntad y un hacer colectivo para el beneficio de todos los miembros o ciudadanos.
Lo que existe hoy es la misma agrupación de individuos sin comunidad y con la misma provisionalidad pugnando por defender y mantener los mismos privilegios hasta con las mismas motivaciones e ideas de hace cinco siglos.
Y llegamos así a la provisionalidad revolucionaria que sabe que sólo puede mantenerse con la compra-venta de conciencia y apoyo como en el caso de los viejitos y embarazadas. El mismo comportamiento de los dueños del pasado que llevan un beneficio de subsistencia a quienes son tenidos y controlados a nivel individual por la vía de sus necesidades. No se conduce esa gente a la producción sino a la práctica de la dádiva.
Y frente a esta grosería se levanta la voz de la desesperación. Es el espíritu de lo trivial e inmediato, que sólo quiere acabar con todo esto sin importarle para nada lo que venga. Se niega a entender que esto es más complejo y que reclama la acción de una fuerza social organizada, consciente y activa. ¡Qué historia amigos! Twitter: @ablancomunoz
El Universal, 16 de diciembre del 2011.
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2 comentarios:
Profesor, de acuerdo con su planteamiento de la historia de lo provisional. Pero quiero decirle que artículo como este quedan. No tienen nada de provisional. Gracias por estar en esta historia, Amigo.
Juan José Pernía
La mejor explicación a nuestro concepto de vida y su inmediatez. Concepto que como Ud apunta impide el desarrollo de un pensamiento para mañana. Que circulo tan vicioso, asi nunca vamos a tener mañana solo frustraciones, porque tampoco satisfacemos las necesidades diarias.
Maria Eugenia Gil Beroes
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