domingo, diciembre 15, 2019
DESPEDIDA EN PIEDRA Y BARRO - 27 diciembre 1999
Agustín Blanco Muñoz
-Publicado hace 20 años-
Esta
despedida de año no tiene la magia y la frescura inventada por Haydn. En este
caso fue el dolor que salió del propio viento, las aguas y flores. Y todos
quedamos invadidos por la conmoción. Las piedras se volvieron negación de la
vida. ¿Pero son esas las mismas piedras que por siglos anduvieron cuidando el
mandarín de pajaritos, los pétalos de las mañanitas y el cauce de las
enredaderas de amor, agua y pan?
¿Cómo
llega la piedra a convertirse en llamarada de muerte, espanto y dolor? ¿Cómo
explicar que lo que antes fue arma fundamental del colectivo social-pobres de
pronto se vuelva un enemigo que le persigue hasta reventarlo? ¿La piedra empujó
la piedra o un enorme monstruo hizo de ella el instrumento capaz de acabar con
la vida a su paso? Piedra y barro para sellar la muerte. ¿Y por qué el río se
confabuló con piedras y barro para semejante cometido?
Desastre avisado: el
boletín meteorológico anunció que el 15-D se sentiría en nuestras costas los
efectos del Niño y la Niña. Informes
bomberiles también lo denunciaron. Las lluvias, con gotas de todos los tamaños,
quisieron recordar que se trataba de una situación climatológica que imponía la
máxima alarma. Pero la atención gubernamental no podía derivarse hacia otra
cosa que no fura la campaña por la aprobación de su Carta Magna. Por ello se
explica la llamada “a luchar contra la naturaleza y hacer que nos obedezca”.
Se
usa a Bolívar para dar mayor fuerza al mensaje. ¿Pero quién quiere a esta hora
saber nada de constitución, legitimación o relegitimación? ¿Quién soporta hoy
el discurso de los políticos demagogos? Estamos ante un desastre que nunca
imaginamos. Pero el gobierno si tenía información para pensar en una gran
calamidad. Sin embargo, las tareas político-electorales no le permitieron
actuar anticipadamente. Por ello, ahora vemos un gobierno que, frente a los más
terribles y conmovedores de los llantos, no llega siquiera a admitir la
responsabilidad que le toca.
Una muerte incontable.
Hoy es evidente que lo planteado aquí no se limita al rescate de los sobrevivientes
y el conteo y entierro de los muertos. Esto es indispensable y debería hacerse
sin engaños ni politiquerías. Con sinceridad y valentía. Los pueblos reclaman
siempre la verdad, cualquier sea su dimensión. Hoy hay que decir que pasan de veinte
mil los muertos. Mucha de la gente de Vargas quedó en el fondo del lodo, las
piedras y en el lecho del mar. Pero en esta misma fecha, el gobierno da cifras
que, además de alejadas de la realidad, lucen incoherentes e improvisadas.
El
Presidente refiere 342 fallecidos (El Nacional, 21/12/99, p. A/1) y el
Canciller indica… “que se han contabilizado entre mil y 1.500 cadáveres”. Y
agregó: “esto es infinito: no se sabe cuántos sepultados hay”. (El Universal,
21/12/99, p. 1/2) No hablemos de
“infinito” pero sí de incontables: el monstruo, con todos sus mecanismos, se
tragó la gente. Esto es absolutamente inocultable.
Tenemos
que saber hoy, que más allá de la contabilidad de la tragedia, está la
catástrofe que se ha producido en cada uno de nosotros. De allí el rechazo a
todo el discurso político, a los varios y circunstanciales análisis, al
protagonizo enfermizo de nuestros politiqueros. Este cuadro de dolor puede
imponer su mayor rechazo a la endeble estructura política venezolana y a la
condenable utilización de la tragedia como bandera electoral.
Protagonismo y participación. En este sentido, los nuevos cuadros políticos, las nuevas cúpulas, los
nuevos mensajes, corren el peligro de volverse viejos, gastados, inservibles.
La falta de ideas y creatividad, la práctica de la mentira y el juego a la
politiquería, pueden liquidarlos en el mediano plazo. Si hoy se atreven a levantar
la voz de ¡elecciones ya! pueden recibir el mayor rechazo. Por lo pronto, sólo
se salvaría la figura del “héroe” que ha venido a llenar el vacío del caudillo
tradicional. Una manera de seguir en la otra Venezuela.
Lo
protagónico, en tanto negación de la política de participación, apunta hacia el
fracaso de una nueva política que es fiel continuación de la escuela punto-fijista.
Defensa Civil o los Partidos son suplantados por el Partido Militar. ¿Se podrá
alcanzar, hoy en este país, las reformas que signifiquen mejorar las
condiciones de vida del colectivo-pueblo-pobres, y echar las bases para la
construcción de una Venezuela que pueda servir de punto de partida base para
planificar la edificación de nuestro futuro? Sancho. ¡Que este dolor de barro y
piedra se vuelva disparo de justicia!
Publicado
en Últimas Noticias. Caracas, 27/12/99, p.45.
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