Aspiramos exponer los contenidos del acontecer de este país desde la óptica del colectivo social, lo que significa un esfuerzo de reinterpretación y reelaboración que conduzca a hacer del conocimiento histórico, un instrumento para la transformación y no un mero saber acumulativo de datos.
Esta labor, en la que andamos desde hace más de tres décadas, comporta un verdadero reto de creación e imaginación, así como capacidad para despojarse del conjunto de saberes impuestos a lo largo de siglos, como verdades establecidas e inmutables. Y por ello, es indispensable acometer la travesía de este aprendizaje a la inversa de lo que se nos ha enseñado.
Cuando partimos de lo actual para anticipar el porvenir y tramontar los hilos de la historia hacia sus bases primigenias, se nos va revelando la verdadera causalidad de los hechos. Es la realidad presente la que produce el desmontaje y la que nos otorga poderes para aprehender lo ocurrido.
Y esa es la propuesta que está en la base de este curso, cuyo sentido y dirección reside en motivar al participante, en convertirse en intérprete de una historia que aparece ante sus ojos rotulada de antemano. ¿Responde en verdad esa especificación a la historia que padecemos y vivimos? ¿Hay coherencia entre el discurso y la realidad? ¿Cuáles son en verdad las conquistas alcanzadas en los largos trechos históricos acumulados?
¿Puede hablarse de un progreso hacia una vida social mejor para el hombre y su entorno? ¿O estamos ante la repetición de los mismos fenómenos que han llevado a esto que se llama humanidad a la realización de una guerra permanente y una masacre interminable?
Y dentro de ese contexto ¿qué somos? ¿Qué han hecho de nosotros? ¿Qué autonomía guarda nuestro pensamiento-acción? ¿Somos en realidad dueños de nuestro destino, del destino de nuestros compañeros de viaje, o de la tierra que habitamos? ¿O somos unos simples inquilinos sujetos a reglas que un arrendador desconocido nos impone aún antes de nacer?
Toda historia tiene la dirección que le otorga quien la construye, porque eso le da el poder de fabularla y convertirla de una historia privada en un proceso público y colectivo, que se le impone a los otros, como si fuese un desenvolvimiento natural e incuestionable. Así se nos sumerge en un cauce en el que ni siquiera sabemos que estamos navegando.
Pero esa misma historia tiene la opción de revertirse. Puede explicarse e interpretarse a partir de otras premisas, otras interrogantes, otras respuestas. Y entonces aparece el hombre no como brazo pasivo de un accionar ajeno, sino como forjador de una nueva visión-acción, que le devuelve su capacidad de pensar-hacer, en función de un proyecto colectivo, a través del cual sólo podrá realizarse como persona única e insustituible.
Y de eso trata esta propuesta: del curso inverso de un cauce de agua que se viene del delta oceánico hasta la cima de la montaña desde donde nace atrapado en una gota de lluvia. De descubrir nuestro inmenso potencial de navegantes, de constructores de bajeles, de marcadores de nuevas rutas para las aguas que han de nutrir el futuro.
No es tarea fácil. Tiene la rémora de toda contracorriente. Y la fuerza del pasado siempre empuja en dirección a sí misma. Trabajo de deslastre, que tiene la virtud de soltar las amarras de la creatividad, el ingenio, la memoria, la predicción y el asombro, como instrumentos inéditos de la investigación y la comprensión.
Una vez puestos los nuevos aperos, el ojo comienza a mirar como si siempre las cosas hubieran estado allí aguardando que las descubriéramos. Y nos convertimos en verdaderos abanderados de un nuevo conocimiento, una nueva ciencia, un nuevo arte, que tenga como centro esencial al hombre, a la humanidad por construir, a la historia sin guerras, masacres ni violencias, esparcido sobre un colectivo planetario, asomado al asombro del universo que lo aguarda.
Esa es la aventura a la que invitamos, en la cual los principales actores son cada uno de ustedes. Una labor urgente e imprescindible en estos tiempos de confusión e incertidumbre en los que vivimos. En los que se nos ha vendido una mercancía que jamás hemos alcanzado a disfrutar, pero por la cual hemos pagado un precio elevado. ¿Acaso disponemos de un país, una libertad, una democracia, o contamos con la violencia y la imagen de que de ella nos sirven los llamados demócratas y revolucionarios de toda índole y dimensión?
¿Nos seguiremos conformando con las definiciones que ya vienen hechas a la medida de los otros, o inventaremos nuevas categorías para insertar en ellas las mismas degradaciones y devastaciones? Es tiempo de inventar, de crear, de arriesgar, para devolverle al ojo su función de ver, y al pensamiento su deber de aprehender, en cada partícula la totalidad de la que forma parte, en su recorrido, su trasmutación y su vuelo. Como quien recoge los fragmentos de un vidrio quebrado para recomponerlo en un vaso que mitigue la sed.
En particular la historia de este continente, disminuida a los 500 años de una invasión supuestamente creadora de un nuevo mundo, ha sido estigmatizada, deformada y convertida en instrumento para la mayor de las manipulaciones. Se nos impuso en su binomio permanente de represión-domesticación y vive hoy su mejor momento, sin que pareciéramos darnos cuenta de lo que oculta en su interior, como mecanismo para anular toda reflexión, reprimir toda acción, domesticar todo descontento. Sin saberlo asumimos las riendas que otros nos entregaron, y no llegamos a advertir que carecemos de corcel y de jinete.
Hay que ir a tocar esa raíz desde este mediodía de sombras que nos revela un expaís deshecho en tribulaciones, confusiones, mentiras y fraudes, en el cual perviven los más antiguos fantasmas de la perversión, la degradación y la muerte, En medio de ese panorama ¿quiénes somos? ¿Qué han hecho de nosotros que han logrado neutralizar todos nuestros jirones?
¿Pasivos receptores de aquello que no podemos cambiar? ¿Cómplices de lo que no quisiéramos que ocurriera? ¿Indiferentes ciudadanos de una ciudad que no nos pertenece? ¿Acaso vecinos de una comunidad que no nos reconoce como tales? ¿O simples transeúntes de visita en una estación de la vida, como si de ella nos pudiéramos marchar cuando quisiéramos?
Esta historia hay que develarla en sus más profundas raíces, viniendo desde las ramas más altas que dibujan los bosques en el paisaje de la tierra, a sabiendas de que la savia que recorre los tallos está hecha de la misma agua que los ríos le regalan a los deltas para bordarle al mar sus caracolas,
¿Dejaremos acaso que nos arrebaten el derecho a auscultar las riberas desérticas de nuestro vivir? ¿O tomaremos por asalto las orillas hasta abrirle un camino a nuestros sueños de un tiempo poblado de arcoiris?
Este curso quiere ser una propuesta y un instrumental que sirva para que cada quien se lo lleve en sus alforjas para revertir su propia ausencia o dinamitar los muros del silencio. Para que recobremos nuestra dimensión alfarera y echemos a andar el torno para las vasijas que habrán de dar de beber al hermano, en un tiempo de floreceres.
Esta actividad se produce en el marco de la conmemoración de los 70 años del asesinato del floricultor de hazañas, José Pío Tamayo. Sobre su vida y su obra volveremos. Por ahora decimos que su propuesta de ‘idealidad avanzada’ aguarda su tiempo de realización, que fue el primero en advertir la necesidad de aprehender la historia desde otra perspectiva, y que no se trataba de adversar las tiranías para suplantarlas por nuevos jefes, sino de avanzar hacia la consolidación de una sociedad más justa y libre.
En nombre de ese ideal, libró su combate por la vida, ejerció su derecho a la rebeldía y dejó su lección porvenirista. En su código de deberes y su visión del mundo, enmarcamos nuestra perspectiva, como punto de partida para las tareas que debemos acometer de manera anónima y colectiva.
Por ello reiteramos ahora las palabras que dijera Pío desde el Castillo Libertador de Puerto Cabello: “Pensamos como hombres nuevos; nuevos en la virilidad dinámica para el trabajo rudo y sostenido; nuevos en la orientación ideológica; nuevos en la inquietud fecunda cuando se la torna acción y veremos que otra vez, como la planta a la que faltó por un momento el agua, el pueblo nuestro se alzará lozano, desafiador de vientos y tormentas, prometedor de frutos granados que los hijos nuestros y los hijos de ellos cosecharán y habrán de multiplicar mañana con nuevas sementeras.” [1]
Por ello, les damos la más jubilosa bienvenida. Sabemos a ciencia cierta que es a través del aporte de cada uno de ustedes, como podremos avanzar en nuestros propósitos, y que esta conjunción de esfuerzos, voluntades y haceres, serán la medida de este tiempo y el que vendrá, sin que entonces nadie pueda decirnos que no fuimos advertidos. Gracias por vuestra presencia y ojalá que de aquí podamos salir al aire fresco de la mañana a afirmar que somos y seremos decididos actores de nuestra propia historia.
Coordinadores
Agustín Blanco Muñoz y Mery Sananes
Tlfs 6052536 / 6052563 / telefax 5500784
fundatamayo@hotmail.com / www.historiactual.org
http://historiactual.blogspot.com
[1]Carta a su hermano Juan, Castillo de Puerto Cabello, 10 de agosto de 1932.
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