En días recientes se encontraron y el amigo le observó a Danilo que su stress era visible y él le respondió que tenía mucha presión por el trabajo que adelantaba porque estaba convencido que a esta oposición se le debía dar una lección y una oportunidad a este proceso para que adelantara los cambios que se ha propuesto. Pero tú no te das cuenta que no tienes libertad para hacer lo que quieres y que estás como en un estado de locura. Si, lo sé, pero tengo que cumplir con el objetivo que me propuse. El alumno andaba dolido por el asesinato del amigo y rememoramos los últimos días en que se le vio por el estadio olímpico.
Y es que el impacto, a pesar de ser esta una sociedad acostumbrada a la muerte, es apreciable. No tiene el mismo peso en la conciencia colectiva la muerte anónima que a cada instante producen los autores de abatidos y exterminados o la de quienes han caído en acciones de protesta o ‘luchando por la conquista de la tierra’, que la de un personaje que en los últimos meses apareció permanentemente en los medios, debido a su condición de juez de casos políticos de peso en el cuadro histórico actual. Su imagen estaba grabada en la mente de millones de televidentes. Para unos era un amante de la justicia y para otros un perseguidor de la oposición. Sin embargo, cuando se produce el acto violento en el cual pierde la vida, hay una condena total, cualquiera hayan sido los autores.
En medio de la conmoción, hay unidad de criterio para repudiar el crimen. Momentáneamente se deja a un lado la condición de sociedad polarizada, aunque en sus primeras reacciones voceros oficialistas señalaron que el atentado provino de la ‘oposición radicalizada y fascista’. El Fiscal General de la República señala que lo mató “una insignificante minoría de pillos que no toleran la democracia”. Según el ‘jefe único’ lo asesinaron ...“pequeños grupos que han adquirido niveles de muerte de tal radio que originaron la explosión a control remoto, grupos que tienen sus autores materiales aquí e intelectuales fuera del país.”… Y luego agrega: ...“ el hecho demuestra que no estamos equivocados cuando subrayamos que hay una oposición antidemocrática y terrorista. Los cuerpos de inteligencia del Estado están trabajando en esto. Me lo dice el corazón y sé por donde andan los culpables.”
Hay implicados dentro y fuera del país. Es decir, que el atentado tiene signos internacionales y el corazón del presidente le dice quienes son los culpables. Sabe también los objetivos que se proponen lograr los asesinos: “los terroristas desean generar una cadena de violencia. Eso no va a ocurrir. Después del 15 de agosto y del 31 de octubre nuestro querido país ha entrado en un nuevo momento y de ahí no nos van a apartar. Están ahí, lo sabemos, han comenzado a planificar atentados contra altos servidores del Estado.” (Cadena Nacional, 19-11-04) En realidad habría que considerar lo relacionado a una violencia que se desencadenaría por disposición de ‘los terroristas’.
A este respecto se debe señalar que la violencia en ningún caso puede ser el producto de una decisión caprichosa o enfermiza. Para que se desarrolle un proceso de violencia tiene que haber condiciones en las cuales prender y extenderse. Es por ello que tenemos que ver lo ocurrido en el contexto de violencia de ‘baja intensidad’ que hoy se vive en este ex-país. Y si se tiene noticias hoy de la intervención de un componente extranjero en la promoción de un plan violento-terrorista, el gobierno está obligado a informar a la ciudadanía. No basta con decir que los terroristas han adquirido el nivel ‘control remoto’, se impone clarificar la situación en la forma más profunda y responsable.
Aquí han ocurrido situaciones que nos hemos acostumbrado a ver como normales. Se habla de más de 60 campesinos muertos en el conflicto agrario pero no se sabe de la tan nombrada realización de la justicia. La materia desaparece del debate como ocurre en el caso de abatidos, exterminios y muerte carcelaria. En el caso de este atentado, se maneja los hilos de la información de manera llamativa. El gobierno necesitó unas 15 horas para determinar la identidad del fallecido. Esto, además de ser obvio, se corrobora en cuestión de minutos. Y cuando se da la noticia se controla toda manifestación o expresión espontánea. Las instituciones del Estado cuidan de este modo que no haya ningún tipo de desbordamiento. Los sectores radicalizados del proceso muestran su desacuerdo y arrechera con este proceder.
Y las preguntas siguen andando por muchas partes: ¿quién mató a Danilo Anderson? ¿Cuál es la identidad de esa minoría de pillos nacionales y extranjeros? ¿Quién puede garantizar que no nos espera una cadena de violencia que comenzó y crece al paso de la intolerancia y el odio-enfrentamiento que sirven de base y espacio para el diseño de un ambiente de guerra civil? Mientras esta sociedad no asuma el legítimo cambio histórico, todos somos culpables de las muertes Danilo Anderson! abm333@cantv.net
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