¿MAÑANA ES NAVIDAD? ¿Cuál navidad? Es la pregunta que hoy se hace mucha gente. Porque aquí, y por encima de calamidades y desigualdades, se lograba al menos un mínimo clima de tolerancia o convivencia que abría espacio y tiempo para la celebración del destino de unos y el justo reclamo de otros. Es lo que dice Tagore : “Los que lo tienen todo, y no a ti, Señor, se ríen de aquellos que no tienen nada sino a ti”. En la diferencia persiste alguna alegría o esperanza por alcanzarla. Hoy ni siquiera es así.
Estamos ante una tragedia de gigantescas proporciones. La soledad-depredación material y espiritual recae con fuerza sobre la generación a la cual le corresponde guiar hoy los destinos de esta sociedad. La gente de los viejos tiempos se apagó sin dejar más de lo que recibió, como apunta Pío Tamayo. Y por eso, quienes están hoy al frente de los ‘nuevos tiempos’, no tienen formación para sustituirlos o para proseguir su obra.
NO SE RESUELVE, entonces, el vacío-agotamiento que se expresó como ráfaga interminable el 27F-89. Logra, más bien, su más atrevida continuación. La deriva se apodera de todos nosotros. Y hasta celebramos un nuevo Mesías. Las instituciones se vuelven añicos, simples pedazos de pasado. Nadie sabe nada del futuro. La incertidumbre crece. Y la sociedad, sin asumir el reto-compromiso que le corresponde, contribuye al agotamiento que se expresa cada vez más en nuestra condición de moradores de un ex-país.
¿Quién toma en sus manos responsabilidad de avanzar en dirección a la historia que tiene que ser? ¿Se podrá ocultar que en medio de la destemplanza y el vacío, todo está dispuesto para que prosiga una “vida”, llena de atraso y muerte, alejada de posibilidades de realización, combate por la autenticidad y trascendencia? ¿Nos quedaremos en el simple registro de injusticias? ¿Qué hacemos por detener la destrucción creciente? ¿Apelamos a otro fraude-trampa cual 04D-05?
Ya estamos tan llenos de resaca-descomposición, que hoy se llega al colmo de creer, que la peor enfermedad, ese gran fraude en el orden histórico que se autodenomina “revolución”, es una posibilidad de superación de nuestro caos. El enigma crece. Nada sabemos sobre los rasgos-leyes que rigen esta sociedad. Y ante su comprobado fracaso, el régimen asume, de manera tajante y servil, el SS-XXI, como punta de guerra para la continuación de la misma tragedia-pasado, que ahora se quiere convertir en festejo, para exhibir una tal transformación venezolana que no es más que un disfraz-escondite, para que nada se conozca del verdadero rumbo de todo esto.
SÓLO LA INCERTIDUMBRE sabe hacia dónde vamos. Es la máxima expresión, como demostró D.F. Maza Zavala, de una historia que hace de la frustración su rasgo permanente (ABM. Venezuela: historia de una frustración. Caracas, 1986). Pero, de nuevo con Tagore, decimos, que “La historia del hombre espera pacientemente el triunfo del hombre encarnecido”. El hombre verdadero, real, conciencia, combate, historia del futuro y trascendencia que hará posible que en estos tiempos-espacios se haga la navidad de todos y para todos. Entonces el ‘así sea’ sonará como amor del colectivo constructor del mañana y la sinfonía coral nos inundará con su alegría. abm333@gmail.com
Agustín Blanco Muñoz
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